Copa Mundial de la FIFA 1950: el gol de Moacyr Barbosa y Alcides Ghiggia

A veces, la gente se levantaba y se marchaba cuando Barbosa entraba en un bar. Alcides Ghiggia, en cambio, es una de las estrellas incomparables de la historia de los Mundiales. El delantero uruguayo marcó uno de los goles más importantes de todos los tiempos (algunos dicen que con la amable ayuda de Barbosa), e incluso hoy cobra por las entrevistas en las que le piden que hable sobre el Maracanázo. En aquella época, no existían sistemas tácticos como el 4-3-1-2 o el 3-3-2-2 que son tan comunes hoy en día. El sistema era más sencillo, más informal, un sistema en el que los jugadores se agrupaban en el campo en forma de "W" sobre una "M": tres hombres firmemente en defensa, dos delanteros encargados de abrir el juego, dos interiores, dos extremos y un clásico nueve en el medio.
David venció a Goliat. Brasil lo tenía todo preparado para la gran celebración ante 200.000 espectadores en el Estadio Maracaná, construido específicamente para el Mundial. Eran los claros favoritos entre jugadores, aficionados y periodistas, ya que habían ganado con comodidad sus partidos de la fase de grupos y, además, contaban con la ventaja de jugar en casa. Todos esperaban con tanta ilusión una victoria brasileña que, al entrar los equipos al campo, la mayoría de los fotógrafos se centraron en el equipo local, dejando a los uruguayos prácticamente solos, a pesar de que Eusebio Tejera les gritó: "¡Vengan a acompañarnos, porque los próximos campeones del mundo ya están aquí!". Incluso el presidente de la FIFA, Jules Rimet, ya había preparado su discurso de felicitación, dirigido a los brasileños y en portugués.
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