El baile de los condenados: en qué consiste la leyenda del músico que tocó para el diablo

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El baile de los condenados: en qué consiste la leyenda del músico que tocó para el diablo

El baile de los condenados: en qué consiste la leyenda del músico que tocó para el diablo

Una casona antigua ubicada en el corazón de Durango, México, se alza como un silencioso testigo del paso del tiempo. Aún es visible desde el recorrido del teleférico local, que se desliza a 75 metros de altura y atraviesa 664 metros desde el Cerro del Calvario hasta el mirador del Cerro de los Remedios.

A simple vista, podría parecer una construcción más entre las muchas joyas arquitectónicas del centro histórico, pero para quienes conocen la tradición oral de la ciudad, guarda una historia profundamente perturbadora.

Ese edificio, hoy desgastado por los años, fue en su momento escenario de un evento que mezcló la opulencia con lo sobrenatural. Según los relatos populares, en sus salones se celebró una fiesta sin precedentes, organizada por un personaje misterioso que, según muchos, no era otro que el mismísimo Diablo. La reunión, lujosa y cuidadosamente planeada, convocó a personajes elegantes y desconocidos, y fue amenizada por la mejor orquesta del estado, dirigida por el aclamado músico Arturo Lugo Navarrete, célebre por su talento y exigencia.

Lo que parecía ser una simple noche de música y baile pronto se transformó en una experiencia escalofriante. La historia vivida por el maestro Lugo no solo marcó un antes y un después en su vida, sino que se convirtió en parte fundamental del folclore duranguense. Con el paso del tiempo, esta leyenda ha sido transmitida de boca en boca, dejando una huella indeleble en la memoria colectiva de la ciudad como uno de sus relatos más inquietantes y enigmáticos.

Arturo Lugo Navarrete: el músico que tocó para el diablo. El baile de los condenados en la ciudad de Durango./ Imagen de la revista Muy Interesante sobre esa fiesta demoníaca.Arturo Lugo Navarrete: el músico que tocó para el diablo. El baile de los condenados en la ciudad de Durango./ Imagen de la revista Muy Interesante sobre esa fiesta demoníaca.

Una antigua leyenda del norte de México sigue despertando escalofríos en quienes la escuchan. Relata la historia de Arturo Lugo Navarrete, un virtuoso violinista y director de orquesta que, según la tradición oral de Durango, fue contratado por un misterioso personaje para animar una fastuosa celebración. Lo que parecía ser una noche de éxito profesional acabó marcando su destino para siempre.

La leyenda ha perdurado gracias al relato transmitido de generación en generación. En ella se mezclan la vanidad humana, la música sublime y una advertencia inquietante sobre los pactos con fuerzas oscuras. Y es que, según cuentan, Lugo tocó con tal perfección que sus notas atraparon a los invitados en un hechizo del que no todos lograron escapar.

Nacido en una familia humilde, Lugo se ganó el respeto del pueblo duranguense por su talento innato con el violín. Su nombre aún se recuerda en la Plaza de Armas de la ciudad. Sin embargo, más allá de su talento, fue su orgullo lo que, según la leyenda, abrió las puertas de lo sobrenatural.

El origen de la leyenda

Todo comenzó cuando un campesino quiso celebrar los quince años de su hija con una fiesta inolvidable. Tras meses de esfuerzo logró reunir el dinero suficiente para contratar a la prestigiosa orquesta de Lugo. Pero el músico, arrogante, rechazó la propuesta sin siquiera considerar el pago, argumentando que su grupo no debía rebajarse tocando en zonas rurales. Incluso, ante la sorpresa de sus colegas, soltó una frase que marcaría su destino:

Edificio que recuerda al gran músico Arturo Lugo Navarrete en su ciudad de Durango, al noroeste de México.Edificio que recuerda al gran músico Arturo Lugo Navarrete en su ciudad de Durango, al noroeste de México.

"Si el diablo viene elegante y bien vestido, al mismísimo diablo le toco."

Poco después, como si aquella frase hubiese invocado algo, un hombre desconocido tocó a su puerta. Era alto, apuesto y de refinada elegancia. Ofreció una gran suma por una presentación exclusiva en una fiesta de gala. Fascinado, Lugo aceptó.

A medida que transcurría la velada, algo inquietante empezó a notarse. El banquete permanecía intacto, nadie parecía tener hambre, pero el baile no cesaba.

Durante una pausa, Lugo decidió caminar entre los asistentes para entablar conversación y, tal vez, ganar nuevos contratos. Pero cada intento fue frío, distante, como si estuviera fuera de lugar. De pronto, entre la multitud, reconoció a una antigua comadre. Corrió a saludarla, pero ella, pálida y seria, le susurró con urgencia:

"Compadre, váyase cuanto antes. Terminen de tocar o la única música que escucharán será de lamentos."

La ciudad de Durango, en el noroeste de México, guarda la leyenda urbana del baile de un gran músico para el mismo diablo o Lúcifer.La ciudad de Durango, en el noroeste de México, guarda la leyenda urbana del baile de un gran músico para el mismo diablo o Lúcifer.

El precio del orgullo

Confundido y asustado, Lugo miró alrededor y notó que el ambiente había cambiado. Las risas eran más agudas, las miradas extrañas, y una tensión creciente lo envolvía todo. El anfitrión, desde lejos, le observaba con una mirada que le heló la sangre.

Sin pensarlo más, el músico reunió a sus compañeros y abandonaron el lugar apresuradamente. Al llegar a casa, Lugo descubrió que había olvidado su violín. Volvió al día siguiente al caserón, pero lo que encontró fue devastador: la lujosa mansión había envejecido de repente. Estaba en ruinas, con ventanas rotas, puertas desvencijadas y un aire de abandono absoluto. Dentro, el silencio era abrumador. Solo su violín permanecía apoyado en una pared, como testigo de lo ocurrido.

Años después, cuando se atrevió a contar su historia, una persona le reveló un dato escalofriante: la comadre que le advirtió aquella noche había fallecido siete años antes. Se decía que había muerto por propia mano, y su aparición aquella noche tomó un nuevo significado: tal vez su alma, en pena, había regresado para salvar a su amigo del mismo destino.

Tras aquella experiencia, la orquesta se fue desintegrando poco a poco. Arturo Lugo murió en la pobreza el 10 de julio de 1949. Su historia, narrada en voz baja por quienes le conocieron, se transformó en una leyenda profundamente arraigada en el folclore duranguense.

Clarin

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