Entre tamborazos, devoción y vendimia; San Judas volvió a congregar a la feligresía en Saltillo

El Festival del Matachín 2025 partió de la Parroquia del Ojo de Agua y llegó hasta el atrio de Catedral, con agrupaciones de danza, feligreses, estampas populares y una fuerte carga simbólica
Se acercaban las cinco de la tarde cuando comenzó a formarse el contingente frente a la Parroquia del Santo Cristo del Ojo de Agua. Los tambores marcaron el ritmo. Las chancletas con cascabeles repiqueteaban en la calle. Los saludos entre vecinos y las figuras del santo en brazos anunciaban el inicio del Festival del Matachín 2025 en honor a San Judas Tadeo.
Sin escenario ni espectáculo, las agrupaciones, de vestimentas sobrias o coloridas, algunas con sombrero norteño, incluso con acordeón, comenzaron a avanzar por Félix U. Gómez para tomar la calle de Hidalgo rumbo al Centro Histórico. A su paso se sumaron familias de colonias cercanas, transeúntes, y vecinos que sacaron sillas a la banqueta para ver pasar el recorrido, entre plegarias silenciosas o imágenes del santo en alto.
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María Luisa Díaz, una de las participantes, comentó que su figura ya había sido bendecida por el padre: “San Judas es muy milagroso. Siempre le rezo por mis hijos. Toda la vida he sido devota de él”. Otra mujer, con cuatro figuras en brazos, expresó: “Somos muy devotos. A la gente que esté pasando por momentos difíciles, yo les diría que se encomienden a San Judas. Sí escucha”.
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Antes de iniciar el recorrido, el padre Ignacio Flores dirigió un breve mensaje: habló de danzantes que usan espejos en sus penachos como símbolo del deseo de ver reflejado a Dios en sus vidas. “Ojalá ese reflejo de religiosidad sea real”, dijo.

Durante el trayecto, elementos de Tránsito Municipal y Policía resguardaron las vialidades. El cuadrante de Félix U. Gómez, Escénica e Hidalgo fue cerrado temporalmente. Aunque no se ha informado una cifra oficial, se estima que participaron más de 2mil personas entre danzantes, feligreses, vecinos y asistentes.
En el atrio de Catedral, las agrupaciones ingresaron una por una, mientras la misa seguía su curso dentro. Como parte del programa, la Parroquia de Santiago ofreció misas cada hora a partir de las 17:00 horas, con el objetivo de atender a la gran cantidad de fieles que llegaron con estampas, veladoras, figuras y peticiones. La última misa programada fue a las 20:00 horas, y al cierre de esta edición aún continuaban ingresando personas al templo.

El ambiente afuera era el de una verbena: antojitos, algodones de azúcar, churros, manzanas acarameladas, y el “viejo” de la danza jugueteando con la gente. Para Rodolfo Moreno, del Instituto Municipal de Cultura, esta fue la tercera edición del festival, y cada año ha crecido. “No se arma en uno o dos meses. Es trabajo de todo el año. Traer a nuestros hijos aquí es enseñarles a no perder esto”.
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La secretaria de Cultura en Coahuila, Esther Quintana, destacó que la importancia de esta tradición no solo es religiosa, sino cultural e identitaria: “Esto es lo que somos. Aquí también hubo pueblos originarios antes de la colonia. Este tipo de celebraciones muestran cómo se mezclaron dos visiones del mundo: la espiritualidad mesoamericana y la fe monoteísta española. Es un ejemplo claro del sincretismo que dio forma a México”.

También recordó que el norte tiene historia, y cultura viva: “Siempre se habla del sur cuando se menciona lo indígena o lo tradicional. Pero aquí también hubo raíces, también hubo memoria. Aquí estaban los coahuiltecas. Y esto, el festival, la danza, la fe, es parte de eso”.

El evento, que comenzó al caer la tarde y se extendió más allá de las 6:30, dejó un mensaje compartido entre tambores, promesas y comunidad: San Judas sigue caminando con su gente. Y Saltillo, una vez más, salió a su encuentro.
Vanguardia