La política como negocio

La primera gira oficial de Donald Trump le ha llevado a Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. Lo mismo ocurrió en su primer mandato en el 2017. Trump va a firmar contratos multimillonarios con la monarquía saudí y con los estados del Golfo, que lo reciben como amigo, socio y aliado. El acercamiento a la dictadura siria es rentable.
Trump y el secretario de Estado Marco Rubio, con el príncipe Bin Salman y el presidente interino de Siria Ahmed al-Sharaa ayer en Riad
BANDAR AL-JALOUD / AFPLa política exterior de Trump tiene un componente empresarial que él mismo explicita, cuando se refiere a los negocios que tienen que acompañar los pactos con otros estados. En la expedición figuran los nuevos ricos tecnológicos como Elon Musk y Zuckerberg, y ejecutivos de firmas como IBM que están trabajando en las consecuencias revolucionarias de la inteligencia artificial.
La política como negocio ha sustituido a la política como ideal para fomentar las democracias, el comercio y las libertades.
Trump se decanta por aliados muy ricos y con una visión autoritaria de la políticaNo importa que el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, estuviera relacionado con el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul en el 2018. Donald Trump, en su primer mandato, dijo que Estados Unidos “no iba a poner en riesgo contratos multimillonarios” por la muerte de un periodista de The Washington Post.
El presidente se decanta por aliados con mucho dinero y con una visión autoritaria de la política, mientras se aleja de los socios que en el siglo XX han compartido ideas y estrategias.
En Estados Unidos se le achaca que muchos negocios con los países del Golfo se confunden con los intereses que la familia Trump ha cultivado en los últimos años.
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El paradigma de Trump es la política como un negocio, avalado por la fuerza militar y las capacidades tecnológicas. No está claro si esta estrategia sustituirá satisfactoriamente el “poder blando”, inspirado por el profesor Joseph Nye hace años, tras la derrota de Vietnam y el fiasco soviético en Afganistán en los años ochenta. Puede ser una ironía del destino que el profesor Nye falleciera el pasado 6 de mayo.
EE.UU. ganó el siglo XX no solo por su fuerza militar sino por la capacidad de atracción de sus avances científicos, su cultura y de los ideales de un sistema libre. Los autores del discurso trumpista pueden haber cometido un grave error de cálculo. La China autoritaria le planta cara militar y tecnológicamente.
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