La Tierra Caliente de Michoacán no se sacude la amenaza constante del crimen organizado
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Poco después de ser destinados a la Tierra Caliente de Michoacán, los agentes de la Fiscalía General de la República (FGR) Sergio Esquivel Zavala y Omar Maldonado Susunaga fueron secuestrados, torturados y asesinados. Sus cadáveres, abandonados en un predio cerca de Apatzingán. Ocurrió este febrero. La región es el campo de tiro al blanco de multitud de organizaciones criminales de distinto calibre, una maraña de siglas e intereses difíciles de seguir, alianzas fugaces y lealtades maleables. En esta ocasión, los investigadores interceptaron comunicaciones de radio de Los Blancos de Troya, uno de los grupos que se mueven por ese territorio confuso, que les inculpaban por el doble homicidio. Un nombre apareció en aquella conversación como uno de sus cabecillas: Gerardo Valencia Barajas, alias La Silla. Ha sido detenido este miércoles en Cenobio Moreno, el mismo poblado al que se dirigían, antes de ser raptados, los dos agentes de la FGR que mandó asesinar.
Junto a él, un operativo conjunto del Ejército, la Marina, la Guardia Nacional, la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la FGR ha arrestado a Joana Lizbeth Sepúlveda Valencia, integrante también del grupo criminal. A La Silla fuentes de seguridad lo sitúan como uno “operador directo” de Los Blancos de Troya. Además del asesinato de los dos agentes, su línea de trabajo incluye el secuestro y la extorsión a los productores de limón y aguacate, dos de los cultivos más fértiles y rentables de la región. “También es responsables de secuestros y homicidios”, señalan las fuentes. Los encontraron en posesión de armas y drogas.
Los Blancos de Troya, un grupo que además de la extorsión se dedica al tráfico de drogas y armas, se encuentra subordinado a Los Viagras, de acuerdo con el monitoreo de la consultora especializada en violencia y narcotráfico Lantia Intelligence. Los Viagras aterrorizan la región desde hace años, desde la extorsión al narcotráfico, pasando por bloqueos de carreteras y batallas campales con grupos rivales y las fuerzas armadas. Fueron, entre muchas otras cosas, los asesinos de Hipólito Mora, en 2023, un emblemático agricultor reconvertido en símbolo de las autodefensas michoacanas que llegó a ser candidato a gobernador.
Las alianzas fluctúan y establecer con precisión quién trabaja con quién es arriesgado, pero los reportes de la prensa local de los últimos meses apuntan a una alianza, a su vez, entre Los Viagra y el Cártel Jalisco Nueva Generación, antiguos enemigos. El CJNG, más poderoso y con presencia a nivel nacional e internacional, tiene fuertes intereses en la región. No son los únicos.

El fin de semana pasado, la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán anunció el cierre de sus oficinas ante el acoso del crimen organizado. El mercado en el que venden sus productos continúa abierto, pero custodiado por las fuerzas de seguridad constantemente. De acuerdo con el periódico Reforma, la decisión de clausura se debió a que Los Viagra, el CJNG y los Caballeros Templarios, otro grupo con fuerte presencia en la zona, han pasado de la extorsión y el cobro de piso a perseguir el control total de los negocios agrícolas.
“Es lo que persiguen, quieren imponer un modo de vida. Llaman por todos lados, siguen amenazándolos, por eso cerraron. Quieren imponer a su gente. Quieren la imposición y tener el control ahora, dar órdenes de esto, de pedir, cobrar, de todo; de poner, de todo ese tipo de órdenes desde la cabeza”, aseguraba una fuente de los comerciantes michoacanos citada por el diario mexicano.
Apatzingán es uno de los municipios más castigados por el asedio criminal. El pasado septiembre, los agricultores pararon su producción ante las amenazas constantes y el asesinato de un empresario limonero, José Luis Aguiñaga, presuntamente a manos de Los Viagras. Después de cinco días, sin embargo, tuvieron que retomar los trabajos. Fuentes entre los agricultores dijeron entonces que se habían visto obligados a hacerlo ante las presiones del crimen organizado y del Gobierno estatal de Alfredo Ramírez. Desde entonces, la situación ha seguido empeorando sin que las autoridades hayan sido capaces de ponerle un freno, evidenciando la vulnerabilidad de los habitantes de Tierra Caliente.
Ramírez, de Morena, el partido de la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, y de su predecesor Andrés Manuel López Obrador, se ha limitado a señalar a antiguos miembros de las autodefensas como responsables. “Es un tema que tiene más de 30 años, es un problema que está por todos estos años en una situación que ya se ha vuelto parte del trabajo cotidiano y lo que tenemos que hacer es combatirlo, enfrentarlo, se tienen ubicados a líderes, extorsionadores, tenemos órdenes de aprehensión, inteligencia, para detenerlos”, aseguró esta semana el gobernador. La oposición del PAN, por su parte ha responsabilizado al Gobierno estatal por ser “permisivo con la delincuencia organizada”.
Este lunes, a menos de 200 kilómetros de Apatzingán, las calles de Zacapu fueron el escenario de más de dos horas de enfrentamientos a tiros entre las fuerzas armadas y el CJNG, que se saldaron con al menos dos militares heridos por los balazos y el arresto de dos de los líderes locales del cártel. Uno de ellos fue identificado por la prensa local por el apodo de Don Chuy. En el último año, las capturas de narcos con cierto poder regional han sido habituales. También los asesinatos de periodistas, las masacres de comandos de autodefensas y los secuestros. Mientras, Michoacán sobrevive como puede entre el fuego cruzado.
EL PAÍS