Trazos que capturan una explosión de color; Gabriel Ramírez presenta exposición
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La pintura de Gabriel Ramírez (Mérida, 1938) nace de la exploración instintiva de la luz y a menudo apuesta por la explosión del color. Su trabajo, que no se aprecia en la Ciudad de México desde hace medio siglo, nace en el terreno de lo abstracto, carece de un boceto, aunque sí se inspira en la naturaleza y en personajes de su imaginario, como cuando se apropia de la mirada de un gato, representa a una pareja o proyecta una manera distinta de apreciar un jardín.
Así lo evidencia la exposición Algo en el sol, muestra integrada por 38 obras (entre telas y papeles), que se exhibe desde hace unos días en la Galería 526 del Seminario de Cultura Mexicana, para celebrar los 60 años de trayectoria artística de Ramírez, donde es posible confrontar esa luz que proviene de la península de Yucatán.
Espero que ésta no sea la última (exposición), es de lo más reciente que hice. Me gustó porque, finalmente, después de muchos años encontré una salida a lo que me tenía atorado o perdido y, sin darme cuenta, conseguí este resultado”, detalló vía telefónica a Excélsior.
Sin embargo, confiesa que él no podría explicar ni aportar algunas claves para acercarse a su trabajo pictórico. “Yo no puedo decir en qué consiste mi pintura, pues no hay una temática, sólo es una muestra de lo que soy capaz de hacer en la pintura, que es básicamente colorística, donde no hay ningún misterio. Lo que uno ve en el cuadro es lo que es y no hay más, así que no hay interpretaciones de nada y es pura pintura”.
¿Su obra tiene alguna conexión con la luz?, se le pregunta al artista que es miembro fundador del Salón Independiente e integrante de la Generación de la Ruptura. “Sí, es un poco la idea… como vivo aquí en Mérida y mi obra la hago acá, la asocian inmediatamente al color y la luz, es cierto, porque Mérida tiene una atmósfera muy limpia y la nitidez de los objetos y de las cosas es fortísima, siempre he sido muy muy colorístico.
La base de mi trabajo es el color directo, sin matices y (donde la obra) siempre la asocian con luz y color, aunque el título de la exposición sólo es uno más. A mí no me gusta titular mis exposiciones, pero siempre hay insistencia y finalmente salen esos temas: el color y la luz, pero no tiene mayor significado”, plantea.
Finalmente, asegura que con la pintura abstracta ocurre que el público puede llegar a interpretaciones más abstractas que el propio artista, “porque ven cosas que el pintor no había visto y eso a mí me pasa mucho, pero yo ya no soy responsable de lo que el espectador vea o vislumbre, porque la obra no está del todo terminada, es decir, esa aspiración de llegar a la perfección es una cosa imbécil… porque no existe”, dice.
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