‘Misión: Imposible. Sentencia final’: adiós al mejor de los héroes en el peor de los tiempos

Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pocas películas de acción son capaces de devolver al espectador actual el sabor del viejo ritual del cine. Misión: Imposible, franquicia nacida hace casi tres décadas a partir de la serie creada en 1966 por Bruce Geller, sigue siendo una de ellas. Sabemos lo que vamos a ver, conocemos los pasos que seguirá el héroe y los arquetipos que le rodean y, aun así, todo es una sorpresa. El estreno en el festival de Cannes de Misión: Imposible. Sentencia final cierra el díptico que inició en 2023 Sentencia mortal y se supone que también clausura la saga, aunque el ambiguo final no acaba de cerrar la puerta del todo y genera dudas.
Lo que no es discutible es que su director, Christopher McQuarrie, ha conseguido algunos de los mejores momentos de la aventura que inició en 1996 Brian de Palma y que su protagonista, Tom Cruise, ha logrado tal simbiosis con su personaje, Ethan Hunt, que roza lo temerario. El actor se la juega y cuando se tira por un avión o un precipicio su adrenalina impregna cada plano. Esa sed de acción real, ya se sabe, forma parte del éxito de una serie que incluso en sus peores entregas tiene algo. Ese algo es Tom Cruise.
Misión: Imposible. Sentencia mortal dejó hace dos años el listón muy arriba, quizá demasiado para este cierre. Aquella está, junto a la de De Palma, entre las mejores de toda la franquicia; y no solo por las espectaculares secuencias de acción. La segunda parte arranca con un collage nostálgico del pasado de Ethan Hunt, ese agente-suicida en la sombra sin el que el mundo estaría perdido.
La película está trufada con una serie de flashbacks-homenaje al héroe y a algunos de sus villanos que le quitan fuste al conjunto; son bastante innecesarios. También se rescata a un agente de la CIA vinculado a una de las secuencias más icónicas del inicio de la saga. El villano sigue siendo La Entidad, una IA capaz de acabar con la noción de verdad y, por tanto, con la humanidad. Angela Basset vuelve a tener protagonismo como presidenta de Estados Unidos y en el equipo de Hunt están los de siempre, aunque se afianza cierta renovación apuntada en la primera parte, Sentencia mortal. Se echan en falta a Vanessa Kirby y a Rebecca Ferguson, esta última sustituida en el corazón de Cruise-Hunt por Hayley Atwell.
Hunt y su llave contra la mentira siguen siendo el hilo conductor de una acción de tintes apocalípticos que tiene dos momentos apabullantes, uno bajo el agua (quizá el más espectacular y grandioso en la pantalla) y otro a bordo de unas avionetas que pone los pelos de punta. Muy al principio, se escucha decir que Ethan Hunt es el mejor de los héroes en el peor de los tiempos, y esa frase parece estar dedicada de forma expresa a Cruise, quien, a sus 62 años y después de haber estado a punto de matarse varias veces al negarse a usar un doble especialista, ha convertido M:I en su manera de defender un espectáculo que no es igual cuando, por muy hiperbólico y millonario que sea, carece del sostén humano. El esfuerzo de Cruise, su entrega y fe en esta clase de cine están reñidos con el tiempo que vivimos y con un cine (no solo de acción) abocado al tiránico poder del algoritmo y el abuso de los efectos digitales.
Rodada durante siete años, que incluyen una pandemia y dos huelgas de Hollywood, como recordó ayer en la gala inaugural McQuarrie, Misión: Imposible. Sentencia mortal y Sentencia final apuntan a la despedida de Cruise del ruedo de la acción. Primero colgó los guantes Daniel Craig como James Bond, luego Harrison Ford se despidió del último aventurero, Indiana Jones, y todo apunta a que ahora le toca el turno al último héroe de acción de carne y hueso. Ayer, mientras sonaba con una orquesta en directo la mítica sintonía compuesta para la serie por Lalo Schifrin, el ritual de Mision: Imposible siguió su curso. Y esa emoción persiste incluso en el peor de los tiempos.
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