Artesana plantea dialogar con la alfarería antigua para enseñarnos a vivir mejor hoy

Artesana plantea dialogar con la alfarería antigua para enseñarnos a vivir mejor hoy
La Escuela Nacional de Cerámica invitó a la maestra argentina Victoria Morando Espiaut a participar en talleres sobre las técnicas de su país
▲ Podemos acercar más a las personas a lo que verdaderamente significan estas piezas. Hacernos sentir conmocionados, conmovidos, inspirarnos y generar una reacción de nuestra parte
, reflexionó la artista en charla con este diario.Foto cortesía de la ENC
Omar González Morales
Periódico La JornadaLunes 2 de junio de 2025, p. 2
La maestra argentina Victoria Morando Espiaut trae a México una visión única sobre el papel de la alfarería antigua en las sociedades actuales, y busca ofrecer una profunda reflexión sobre la conexión entre el pasado y la actualidad.
Invitada a este país por la Escuela Nacional de Cerámica (ENC) como parte de talleres enfocados en el estudio de las técnicas de alfarería argentina, Morando Espiaut habló en entrevista con La Jornada sobre la importancia de reconocer las antiquísimas piezas creadas por los pueblos originarios y la herencia que dejaron, no sólo en las técnicas de trabajo, sino como raíces de la humanidad actual.
Ofrezco a mis alumnos mi forma de comprender la cerámica y el proceso creativo con el que lo llevo a cabo; me influencié en el trabajo de los pueblos originarios de mi país y de analizar el proceso de trabajo que había en Argentina, pero de manera sensible, como un vínculo entre lo que hacemos y el trabajo de los que estuvieron antes que nosotros
, comentó.
Sobre su forma de trabajo, explicó: No uso ninguna máquina. Recolecto la arcilla a mano y la preparo en botes con agua, hago la colada, y el aplanamiento lo hacemos con los pies. Una vez lista la pasta moldeamos la pieza y la bruñimos con piedras. El horno en el que hago mi trabajo lo hice yo misma y la quema dura cinco horas; posteriormente, cubro las piezas con aserrín y sucede la reducción, lo que las deja con una tonalidad negra, o modifico el color; para finalizar, las lustro con cera de abeja
.
Dejó en claro que la intención de buscar replicar las técnicas ancestrales está basada no sólo en copiar, sino en unirse a la visión cosmogónica, “una forma de trascender en el tiempo y hacer una vasija ‘tomando el espíritu’ que la genera y hacerlo en el presente. Tomamos y damos una nueva forma a esa memoria; eso me mueve para dar forma a una vasija.
Tenemos que comprender que hay formas, hay que respetar esa corriente de trabajo, entender que nos estamos basando en conocimiento legado por los que nos precedieron; esto es algo que no se encuentra en un libro o en un manual. Quiero ofrecerlo con ese respeto y con ese valor.
Un análisis acerca de la apropiación cultural
Para Victoria Morando, de las áreas donde se desarrolló la cerámica en Argentina destacan el noroeste, Catamarca, Salta, Jujuy y Tucumán. La zona junto a la cordillera, donde se desarrollaron culturas que lograron piezas cerámicas de gran profundidad y trabajos refinados, como la guada.
Está claro que no se puede descifrar completamente su forma de trabajo, pues esas culturas desaparecieron cerca del año 900 dC, pero nos quedan sus piezas, donde plasmaron su iconografía, sus vestigios cerámicos, y nos explican su cosmovisión. Así comencé en la cerámica, aunque en la actualidad me enfoco en los trabajos de los asentamientos de la sierra de Córdoba, donde vivo
, refirió Morando Espiaut.
No me siento separada de esas culturas; al tratar de conectarme con este legado busco vincularme con ese origen. A través de esas piezas logramos un diálogo que es como reparar lo que se fracturó; la cerámica funciona así, es retomar ese lenguaje para que siga vivo.
Morando Espiaut dijo que México tiene gran variedad cultural, lo cual permite estudiar muchos vestigios de alfarería cuyas técnicas persisten y que hay que comprender mejor: No queremos que estén en vitrinas u olvidadas. Necesitamos que estén cercanos al público y que apoyemos la circulación de estas piezas creadas por los herederos de los pueblos originarios; esto ha tomado mucha relevancia en mi país
.
Para Victoria Morando, que las piezas queden como meros vestigios arqueológicos limita el potencial sobre cómo entenderlas: “Encerradas en una vitrina de cristal siento que quedan relegadas de un pasado abandonado; no permitimos que las personas puedan verlas como elementos vivos creados mediante procesos que influyeron en nuestra actualidad.
Siento que podemos acercar más a las personas a lo que verdaderamente significan estas piezas. Hacernos sentir conmocionados, conmovidos, inspirarnos y generar una reacción de nuestra parte. Me atrae mucho la parte del origen, es lo que me representa de esas piezas, no copiarlo, sino entenderlo y trascender esas enseñanzas hacia nuestro día a día
, comentó la artista.
Mencionó que retomó mucha influencia de las charlas de la antropóloga y arqueóloga peruana Ruth Shady: “Su enfoque de estudiar y analizar estas culturas antiguas para mejorar el estilo de vida de nuestras sociedades actuales. Ella propone regresar a nuestro pasado, conocerlo y retomar cosas que pueden enseñarnos a vivir mejor.
“Mediante los vestigios sabemos que muchas culturas vivieron en equilibrio con la naturaleza, porque se sentían vinculados a un orden, a un cosmos, y cuando eso se rompió, desaparecieron o se dispersaron. Esa conciencia es algo que se ha perdido: ‘¿quién soy?, ¿quiénes somos?, ¿qué hacemos y hacia dónde vamos?’; tenemos que preguntarnos eso.”
La ceramista consideró que en la actualidad, el hombre actúa de forma individual, y en esa sumatoria de acciones se construye el mundo en el que vivimos, y ahí está el resultado: una destrucción masiva de la Tierra; eso es el mundo hoy, y tenemos que cambiarlo
.
Muestra en el MNA resaltó la importancia del barro en los estudios arqueológicos
Vasijas, figurillas, orejeras y otros utensilios dan información para comprender a sociedades pasadas

▲ Para esta exhibición se seleccionaron objetos que datan del año 600 aC al 1500 dC que provienen de proyectos de investigación realizados en Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán y Guerrero, informó el curador e investigador de la sala Culturas de Occidente del MNA, Eliseo Padilla Gutiérrez.Foto Carmen Mondragón / INAH
De La Redacción
Periódico La JornadaLunes 2 de junio de 2025, p. 3
La exposición Cerámica, voces del barro antiguo, organizada por el Museo Nacional de Antropología (MNA) y el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (Cemca), tendió un puente hacia el entendimiento de la trascendencia de los objetos de barro, desde su descubrimiento en excavaciones arqueológicas, hasta su restauración y tratamiento museográfico, así como su importancia en tanto fuente de información para comprender a las sociedades del pasado.
La muestra, ubicada en la sala de Exposiciones Temporales A1 de ese recinto, reunió más de 70 piezas prehispánicas, entre vasijas, figurillas, orejeras y utensilios de uso cotidiano y ritual procedentes del Occidente de México.
El curador e investigador de la sala Culturas de Occidente del MNA, Eliseo Padilla Gutiérrez, señaló que para esta exhibición se seleccionaron objetos que datan de los periodos Preclásico y Posclásico −del año 600 aC al 1500 dC−, que provienen de proyectos de investigación realizados en Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán y Guerrero.
Además, estas piezas precolombinas dialogan con objetos cerámicos del siglo XX, a fin de mostrar cómo el proceso de creación de una vasija en comunidades actuales permite comprender la manera en que se elaboraban en épocas remotas. Esto permite al público contrastar las semejanzas de un ánfora blanca granular del sitio Xochipala, en Guerrero, del 300-400 dC, con la alfarería que se realiza hoy en la población de Ameyaltepec, por ejemplo.
La curaduría de la exposición estuvo a cargo del propio Padilla y de la arqueóloga asociada al Cemca, Véronique Darras, y comienza con una pequeña pero elocuente obra: la figurilla de un alfarero con una vasija entre las manos (200-400 dC), recuperada de las excavaciones en Cañón de Bolaños.
Colaboración de la UNAM
El experto comentó que todos estos materiales fueron obtenidos en excavaciones arqueológicas controladas, lo que permite obtener información sobre cómo vivían y pensaban las antiguas culturas, y sus estilos llevan a diferenciar culturas, fechar sitios y descubrir sus usos.
En tanto, métodos como el análisis petrográfico y químico ayudan a identificar materiales y pigmentos utilizados, revelando sus orígenes y técnicas de manufactura.
Los análisis revelan que el pigmento rojo proviene de un mineral llamado hematita, a veces mezclado, lo que da brillo a las piezas. El color blanco se lograba con arcillas como la caolinita y la montmorillonita, mientras los tonos negro y marrón resultan de óxidos de hierro y manganeso.
Para obtener estos datos, se contó con la colaboración de la Universidad Nacional Autónoma de México, por conducto del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y la Conservación del Patrimonio Cultural, coordinado por el doctor José Ruvalcaba Sil, que facilitó el Sistema de Análisis No Destructivo de Rayos X. Este equipo permite identificar químicos presentes en los decorados y en los materiales de las cerámicas como hierro, calcio y silicio.
La muestra Cerámica, voces del barro antiguo concluyó ayer.
Las orquestas son políticas; trabajan hacia un bien común: la música
Diemecke visitó la CDMX para dirigir la OECCh // En entrevista con La Jornada, destacó su gusto por trabajar con agrupaciones juveniles

▲ Los conciertos fueron sábado y domingo en el auditorio Blas Galindo del Cenart y el Complejo Cultural Los Pinos.Foto Bernardo Mijangos/Cenart
Ángel Vargas
Periódico La JornadaLunes 2 de junio de 2025, p. 4
En la música no debe haber política, según el director de orquesta Enrique Arturo Diemecke: No, por lo menos, en el sentido en el que la entendemos. Las orquestas, en tanto agrupaciones humanas, son políticas. Pero aquí las cosas son diferentes y sí funcionan. Todos trabajamos de manera conjunta y armoniosa por un bien común y supremo: la música
.
El también compositor y violinista respondió de esa manera a una provocación jocosa que siguió a su comentario sobre un personaje de la política. Es que pertenezco a otro partido; la verdad, no milito en ninguno
, aclaró entre risas, marcando el tono amable que caracterizaría el resto de la entrevista con La Jornada.
Considerado una de las batutas más importantes de nuestro país, Diemecke estuvo de visita este fin de semana en la Ciudad de México para dirigir, en condición de invitado, a la Orquesta Escuela Carlos Chávez (OECCh), del Sistema Nacional de Fomento Musical.
La agrupación estudiantil preparó el programa De mitos y leyendas, conformado por Una noche en la árida montaña, de Modesto Mussorgsky, y la Sinfonía fantástica, de Hector Berlioz. Los conciertos fueron sábado y domingo, en el auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes (Cenart) y el Complejo Cultural Los Pinos, de forma respectiva.
Aunque la formación musical no es una tarea que haya podido desarrollar a lo largo de su carrera con la frecuencia que quisiera, según dijo, para el director de orquesta es muy importante trabajar con músicos en ciernes o jóvenes estudiantes, como es el caso de los atrilistas que conforman la citada agrupación.
También yo aprendo, no sólo los jóvenes. Tenemos que aprender de todo en la vida. Debemos venir con la idea de que es una escuela; si aprendemos mal, así se queda
, indicó.
Debemos aprender a hacer bien las cosas. Por ejemplo, a controlar el ímpetu en ciertos momentos y, a veces, cuando lo amerita la obra, dejarlo que fluya. Hay que tener presente siempre que la música está por encima de todo; siempre es lo primero.
Ahondó: “Me gusta mucho trabajar con las orquestas juveniles, porque son músicos que están creciendo. Todo lo que se les diga debe llevar ese mensaje de aprendizaje y de retención de que hay que aplicar en el momento que se necesita. Es muy satisfactorio ver su crecimiento, la entrega, el entusiasmo, la adrenalina de la juventud.
Por eso es un privilegio participar en su formación y entrenamiento; los resultados se ven casi de inmediato. Siempre que tengo oportunidad de participar en situaciones como éstas, salgo feliz y muy pleno, porque también yo he crecido y fortalecido mis conocimientos.
Indicó que al trabajar con una orquesta profesional, este tipo de experiencias le sirven, sobre todo, para quitar anquilosamientos, que los músicos sigan sintiendo fresco el menester de ser profesionales e interpreten una obra como si fuera la primera vez o, mejor dicho, la última
.
Buena estructura educativa musical en México
Entre otros aspectos, Diemecke reconoció avances en la actual formación musical en México, al contrastarla con su época de aprendiz, donde el acceso, aseguró, estaba limitado, y la música, más que profesión, era vista como oficio.
“En el país, no había orquestas juveniles en esos años. El entrenamiento lo teníamos muchos en casa: éramos de familias de músicos y los instrumentos los teníamos por nuestros padres, algún familiar o amigo. No existían instituciones –como ahora el Sistema de Fomento Musical– en las que uno recibiera una beca para estudiar y dedicarse a esta disciplina”, explicó.
Teníamos que trabajar para ayudar a la familia a salir adelante y convertirnos en profesionales muy jóvenes. Por ejemplo, yo lo hice a los 13 años, en la Orquesta de Guanajuato. Aclaro que no fue explotación infantil, nadie me obligo, era algo que yo anhelaba.
En su opinión, el contraste con el presente es notable: Hoy, los jóvenes tienen estructuras educativas, becas, maestros especializados. Llegan a las audiciones profesionales mejor preparados, con el repertorio orquestal ya estudiado
.
Diemecke se congratuló de la existencia de más instituciones de enseñanza musical en el país: Por eso tenemos más orquestas y más músicos jóvenes con un repertorio aprendido para esas agrupaciones. En mi época todos aspirábamos a ser solistas; ahora se entiende que tocar en una orquesta es un arte en sí mismo
.
Sobre su trabajo al frente de la Orquesta Sinfónica de Michoacán, de la cual es director artístico desde finales de 2023, apuntó que se encuentra en una fase de trabajo muy atractiva y un proceso de renovación.
Ha sido un enfoque muy interesante. Hay muy buenos músicos en Michoacán, así como buen público. Entonces, hay gran interés de ellos para mantener la orquesta viva y que siga adelante.
Resaltó que, actualmente, una de las prioridades ha sido cubrir las plazas vacantes, además de lograr un equilibrio en la programación.
Se trata de no presentar siempre los caballitos de batalla y la misma programación. He introducido muchas obras nuevas, pero manteniendo siempre en los programas al menos una pieza de tradición, para que el público no se espante, que sepa que va a tener un balance entre lo nuevo y lo tradicional. Entonces, creo que vamos bien
, finalizó.
En el Blas Galindo se vivió una mezcla de febril vitalidad y madura templanza

▲ El maestro Diemecke al frente de la OECCh, durante la ejecución del programa De mitos y leyendas. Foto Ángel Vargas
Ángel Vargas
Periódico La JornadaLunes 2 de junio de 2025, p. 4
El auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes (Cenart) se convirtió el sábado pasado en un territorio de lo insólito.
Bajo la sapiente batuta de Enrique Arturo Diemecke, director invitado, la Orquesta Escuela Carlos Chávez (OECCh) emprendió un peculiar viaje sonoro por tiempos y parajes insospechados con el programa De mitos y leyendas, que se repitió ayer en el Complejo Cultural Los Pinos.
Fue una especie de exorcismo musical en el que demonios montañeses y amantes alucinados bailaron al ritmo de las notas de Una noche en la árida montaña, del ruso Modest Mussorgsky (1839-1881), y La sinfonía fantástica, del francés Hector Berlioz (1803-1869).
Una experiencia subyugante para el público que llenó casi tres cuartas partes del recinto y que durante cerca de hora y media disfrutó con la febril vitalidad de los jóvenes integrantes de la agrupación, guiados por la templanza, conocimiento e intensidad de aquel maduro director mexicano, una de las figuras más importantes de la música nacional hoy día.
Para todo músico, siempre es un privilegio compartir lo que más ama en la vida: la música
, comentó Diemecke en una breve intervención, micrófono en mano, antes de alzar por vez primera la batuta y comenzar esa suerte de sortilegio conformado por ese par de obras que tienen que ver con lo sobrenatural.
Suena cursi, lo sé, pero la música es el alimento del espíritu. Y lo es porque nuestro espíritu siempre está lleno de ansiedades, de inquietudes, de amor, de pasión, de entrega, de felicidad, de tristezas, y necesitamos algo que nos ayude a que todo eso sea ecuánime. Allí es donde entra la música.
La obra de Mussorgsky fue un aquelarre sonoro. Los metales escupieron llamaradas, las cuerdas delinearon sombras inquietantes. Diemecke, a la manera de un chamán, extrajo de los jóvenes ejecutantes un crescendo infernal que desembocó en campanas redentoras.
Esa montaña maligna nos enseña que tras la tormenta viene la calma, que no está perdido nada
, anticipó al inicio el director. El público, extasiado, estalló en aplausos al finalizar la pieza.
El sueño de opio de Berlioz
Tras un breve intermedio llegó el viaje sicodélico con la Sinfonía fantástica. Antes, Diemecke tomó el micrófono para contar la anécdota de esta obra. Berlioz, dolido de amor, intentó suicidarse ingiriendo opio, pero soñó su propia muerte, relató.
La obra fue un recorrido onírico de cinco movimientos en los que las cuerdas y maderas fueron del suspiro hasta el grito, los metales condujeron a instantes refulgentes y hubo también un pasaje en el que el corno inglés y el oboe emularon el diálogo de dos pastores en el campo.
Además, una marcha guio el camino del cadalso a la guillotina, y el dies irae (canto de la ira) gregoriano se mezcló con las risas de las brujas para concluir de tal manera esa estrambótica experiencia.
El público, entre atónito y embelesado aún, reaccionó de festiva manera a tan impetuosa y bien lograda ejecución, con atronadoras ovaciones. Los jóvenes músicos mostraron así que han logrado conformar una orquesta cohesionada, balanceada y potente.
Diemecke, fiel a su apasionado estilo, dirigió ambas obras de memoria, sin partitura; tampoco usó batuta. Habitó la música y dejó que ésta lo habitara, a partir de esa suerte de coreografías tan suyas, en las que el prodigio sonoro se torna materia dúctil que él moldea entre sus manos y el resto de su anatomía, con vistosos movimientos que van de lo sutil a lo vertiginoso.
jornada