Céline Dion o por qué lo que hoy consideramos una mierda, mañana puede ser una reliquia

Fue a raíz de My heart will go on y la famosa flauta de Titanic que te taladraba los oídos y te hacía tener pesadillas por las noches. Los canadienses ya la odiaban, pero entonces la empezó a odiar el resto del mundo. Céline Dion y su baladita romántica se convirtieron en el blanco de la crítica musical durante años y años, consiguiendo entrar en casi todas las listas de las canciones más detestables de la historia. «La segunda peor tragedia provocada por el legendario transatlántico sigue atormentando a la humanidad años más tarde» o «creo que mucha gente preferiría que la procesara el aparato digestivo de una anaconda a tener que ser Céline Dion por un día», fueron algunas de las críticas más suaves que se publicaron.
Lo de Céline Dion quizá sea uno de los casos donde más desafinó la crítica musical con respecto al gusto del público, porque cuanto más odiada era ella, más vendía. 18 millones de copias. Aparte de recoger premios como el Óscar o el Globo de Oro a la mejor canción original en 1998 o cuatro Grammys en 1999. Dion parecía salir a recogerlos siempre sonriente, haciendo honor a esa cita de Dalí que dice «que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí».
Todo esto lo cuenta Carl Wilson en su libro Música de mierda. Un ensayo romántico sobre el buen gusto, el clasismo y los prejuicios en el pop (Blackie Books, 2016). El libro se articula como si de una trama de enemigos a amantes se tratara, donde el autor musical Carl Wilson intenta entender qué hay detrás del éxito de una de las artistas más odiada por los críticos y más amada por el público. A lo largo del ensayo Carl Wilson se sacudirá su esnobismo y su clasismo para terminar escuchando desde donde hasta entonces no había podido. Por hacer un spoiler y para que no haya decepciones: no esperéis beso final, pero sí una especie de abrazo en la proa del Titanic, con Wilson estirando los brazos y Céline cogiéndole de las caderas.
Uno de los puntos más interesantes del ensayo es cómo la nostalgia convierte las horteradas del pasado en reliquias del futuro. La historia está llena de esto: desde Britney Spears a cualquier canción que salga en Cachitos. Lo pensaba estos días con el debate interminable e insípido sobre qué es o no una canción de mierda. Todo. Nada. Da igual. El tiempo borra la marca de la crítica y solo queda lo que nos hizo disfrutar un verano en una verbena en un pueblo. Los bailes. Las divas. Kitt y los coches del pasado. La flauta desafinada. Los gorilas.
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