Cine castizo contra el cine cosmopolita: el caso de Mariano Ozores
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Durante la II República, el enfrentamiento entre las denominadas dos Españas no fue exclusivamente político, sino que también lo fue cinematográfico. Concretamente, el desencuentro se dirimió entre castizos y cosmopolitas.
El cine comercial (el llevado a cabo por los llamados castizos) dominaba las pantallas con claridad frente al cine de autor (el realizado por los cosmopolitas). El público acudía en masa para ver películas cuyo fin principal era el entretenimiento. Luis Buñuel (1900-1983) definía este tipo de cine como perojismo, en clara alusión al director Benito Perojo (1894-1974), uno de los directores y productores que más éxitos cosechaban.
Educado en el extranjero, Perojo, paradójicamente, había sabido con sus películas conectar con el público nacional, atrayendo a las salas a los sectores más populares de la sociedad española. Es decir, frente a la vanguardia, la experimentación y el arte, él proponía entretenimiento, diversión y esparcimiento.
Charlot y PeladillaTras varias tentativas, Perojo consigue su primer gran éxito en el cine de la mano de Peladilla. Se trataba de varios cortometrajes donde además de dirigir y producir, interpretaba al personaje que daba nombre a la serie y que era una copia del famoso Charlot. Este hecho no resultaba extraño en la época dado que, a raíz del enorme triunfo del personaje creado por Charles Chaplin (1889-1977), aparecieron por todo el mundo numerosos imitadores. Sin embargo, Perojo no se limitó a calcar a Charlot, sino que dotó a Peladilla de unos rasgos que lo hacían más original. Frente a la ingenuidad y romanticismo de Charlot, nos encontramos a un Peladilla más pícaro, bastante más carnal y con más mala leche.
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No es baladí este asunto de la españolización de Charlot ya que muestra a las claras una de las claves del éxito del cine de Perojo: atrapar al espectador desde los lugares comunes, el estereotipo y la propia raíz cultural.
Las españoladas de Perojo conectaban con un público, socialmente popular y de clase baja, que disfrutaba de contenidos, muchos de ellos con un fuerte componente folclórico, y que se inspiraban en expresiones artísticas ya consagradas como la zarzuela, el vodevil, la revista o el teatro. En cierto modo, el secreto de Perojo fue trasladar al nuevo lenguaje audiovisual, aquello que se hacía sobre las tablas de los escenarios. Como ejemplo, podemos destacar La verbena de la Paloma (1935) o Es mi hombre (1934). La primera, una adaptación de la famosa zarzuela y la segunda de la obra homónima de Carlos Arniches (1866-1943).
La edad de oro del cine españolAdemás del triunfo comercial, este tipo de cine fue decisivo para la puesta en marcha de una industria nacional y la creación de un starsystem que tuvo a Imperio Argentina, Estrellita Castro o Miguel Ligero como grandes referentes.
El éxito del perojismo fue de tal calibre, que cuando los cineastas de izquierdas intentaron girar su vista hacia las salas, las derechas ya habían ocupado casi todas las butacas.
Cuando los cineastas de izquierdas intentaron girar su vista hacia las salas, las derechas ya habían ocupado casi todas las butacas
Uno de los mayores críticos de este tipo de películas fue, sin duda, Luis Buñuel. Además de considerar el perojismo como el gran mal del cine español ya que este tipo de films de carácter comercial tenían como objetivo “el embrutecimiento de la población”. El de Calanda solo admitía hacer un cine más popular siempre y cuando “la línea moral de las películas fuera una prolongación de la que rige mi propia vida”. Es decir, Buñuel y otros muchos, consideraban el cine como un medio y no como un fin en sí mismo.
Sea como fuera, este enfrentamiento en plena efervescencia social y política entre castizos y cosmopolitas, en opinión del historiador cinematográfico Román Gubern, ayudó a establecer las bases de lo que él denominó como “la edad de oro del cine español”.
A día de hoy, casi cien años después, desgraciada o afortunadamente, seguimos viviendo este conflicto cinematográfico entre castizos y cosmopolitas. Algo que se ha puesto de manifiesto con el reciente fallecimiento del cineasta Mariano Ozores (1928-2025). A pesar de la importancia del susodicho, los medios, generalistas y especializados, apenas le han dedicado unas cuantas reseñas bienintencionadas, pero, en su mayoría, claramente superficiales y anecdóticas. Quizá, la razón debamos encontrarla en que, frente a lo que ocurría en tiempos de la II República, en el cine español actual dominan los cosmopolitas frente a los castizos.
Ozores debe ser considerado como el máximo exponente del cine comercial español de la segunda mitad del siglo XX y el heredero de las españoladas
Sin duda, Mariano Ozores debe ser considerado como el máximo exponente del cine comercial español de la segunda mitad del siglo XX y, por ende, el heredero de las españoladas de Benito Perojo. Esto último no debería extrañarnos ya que Mariano Ozores empezó en el cine de la mano del director madrileño, concretamente como guionista de varias de sus películas.
Ozores nunca fue reconocido por la crítica y apenas pudo pasearse por las alfombras rojas de festivales y ceremonias, pero sus películas, en cambio, llenaban las salas. Bueno, no todas. Hay una que no. Hablamos de La hora incógnita (1955), una cinta apocalíptica, oscura que bordea lo peor y mejor de la condición humana y que fue un intento de hacer un cine de autor. La película cuenta con ciertos valores y no está exenta de calidad, pero fue un rotundo fracaso. Tanto es así que supuso la quiebra de la productora familiar llamada, como no, La Hispánica. A raíz de aquello, Ozores nunca más volvió a salirse de la senda del cine comercial.
Tras su paso a la producción y dirección de sus propias películas y tras abandonar sus labores junto a Perojo, Ozores comienza a trazar su propia línea, dando el salto del perojismo al ozorismo.
Si bien, a priori, ambos estilos tienen muchas bases en común, también esconden diferencias significativas. Entre ellas:
1. El ozorismo elimina de raíz cualquier atisbo folclórico y musical, claves de gran importancia en la cinematografía de Perojo.
2. Mientras el perojismo es capaz de tender sus manos hacia distintos géneros cinematográficos (musical, comedia, melodrama, etc.) el ozorismo apuesta exclusivamente por la comedia.
3. Ozores elimina todo tipo de poso melancólico o nostálgico existente en films de Perojo como Suspiros de España (1938), y el optimismo pasa a abanderar la práctica totalidad de sus films.
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Es evidente que el ozorismo, a lo largo de los años, pasa por distintas etapas como el landismo, en los 60, el erotismo en los 70 y la parodia histórica en los 80, pero en todas ellas hay una serie de ítems que se repiten en la mayoría de sus películas, independientemente del momento en que son realizadas. Entre estas podemos encontramos:
1. Oportunismo. Dado la rapidez con que escribía guiones y dirigía las películas, Ozores siempre estuvo al quite de cualquier tendencia social y política para llevar proporcionarnos su visión del asunto. Por ejemplo, Los bingueros (1979), una cinta que nace tras la aprobación de la legalización del juego en España, que hasta entonces estaba prohibido.
2. Parodia. Entendida como imitación burlesca de otra obra o tema, el cine de Ozores está lleno de ejemplos tales como Yo hice de Roque III (1980) donde se lleva a cabo una caricaturización de los films de la saga Rocky (1976) o La loca historia de los tres mosqueteros (1983) que como su propio título nos indica se lleva a cabo un remedo cómico de la obra de Alejandro Dumas.
3. Ingenio. Sobre todo a la hora de elaborar los diálogos donde es capaz de mezclar diferentes estilos, desde el absurdo de los hermanos Marx, hasta los enredos semánticos del vodevil clásico.
El ozorismo sigue latiendo hoy en día tanto en la televisión como en las redes sociales, donde circulan multitud de piezas cortas de sus películas
Mariano Ozores falleció el pasado 21 de mayo. A pesar de su gran trayectoria profesional no ganó ningún premio, a excepción del Goya honorífico que se le entregó en 2016 y que era compartido con sus hermanos ya fallecidos, José Luis (1922-1968) y Antonio (1928-2010). Por si fuera poco, la crítica fue despiadada con él, siendo el cero la nota más habitual para sus films. Y, pese a todo ello, el ozorismo sigue latiendo hoy en día tanto en la televisión como en las redes sociales, donde multitud de piezas cortas de los mejores momentos de sus películas circulan de like en like.
Quizá dentro de unos años, el ozorismo, como el perojismo, solo sea pasado debido a que otro autor, partiendo de él, cree su propio estilo. Tal vez, en muy poco tiempo hablaremos del segurismo. No en vano, Santiago Segura no solo es el último mohicano del cine comercial sino el más castizo de los directores actuales. El tiempo dirá.
*Gonzalo Toledano Rodríguez de la Pica es profesor del Máster de Estudios Avanzados de Cinematografía en la UNIR.
El Confidencial