Dellafuente, entre fuego y agua: «De alguna forma esto es una despedida»
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Dellafuente lleva más de una década conquistando cada escenario que pisa. Y anoche no iba a ser menos. Era un concierto muy esperado, y que ha llevado al género urbano español a un nivel superior: rendir a sus pies el Metropolitano de Madrid. A fuego –con columnas reales– y agua –con fuentes y tras un diluvio momentáneo– el espectáculo no dejó indiferente a nadie.
El artista andaluz es conocido por fusionar géneros como el flamenco, el tecno, el trap o el reguetón. Un joven de 32 años que rinde homenaje a su cultura, a su folclore y a sus raíces con un espectacular escenario en forma de estrella, con fuentes y una decoración nazarí propia de la Alhambra. Un estadio que, a pesar de esperar con nervios los más de 30 minutos de retraso, solo con la introducción y el himno de la Champions de fútbol –momento que generó un debate gracioso a la salida– se puso en pie para corear '13 palabras', primer tema en «sonar» todo lo que el terrible sonido le permitía.
Con 'Al vacío', segunda canción de la noche, la acústica no mejoro mucho, pero cada vez se entendía mejor al cantante. Aunque sonar por encima de las más de 70.000 voces que presenciaron lo que parece el inicio del fin de una época no es tarea fácil.
Ni la intensa lluvia que arrasó el campo en segundos apagaron el fuego de un público que llevaba meses, años incluso, esperando para ver a su ídolo. Aunque quienes tampoco se echaron atrás fueron sus invitados. La voz de Judeline se adentraba con suavidad y su imagen se proyectaba segundos después en las pantallas ancladas a los enormes postes de sonido –elementos criticados porque dificultaban la visibilidad en las esquinas–. Juntos, interpretaron una de las mejores canciones de la noche, 'Romero santo'. Lia Kali fue la segunda persona en subir al escenario; con sus influencias flamencas cantó 'Fosforito' y lo petó.
También subieron al complejo andalusí, construido para las dos noches de Dellafuente en el Metropolitano, Rels B y sus 'Buenos genes', Amore y su 'Malicia' –fusionando el tecno y los ritmos urbanos–. Y además, RVFV, el dúo Pepe y Vizio y, para cerrar la setlist colaborativa, Morad con 'Manos rotas'.
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A lo largo del espectáculo, el andaluz estuvo acompañado por un gran grupo de bailarines, una 'kiss cam' durante el tema 'Romeo y Julieta', además de una mesa con un DJ y un juego de luces estrambóticas dignas de cualquier sala importante. Aunque el momento álgido fue el uso de miles de bombillas para enrojecer el estadio. Con la fuente simulando que brotaba agua del color de la sangre. Y, tras una brutal vista aérea que solo se apreciaba desde las pantallas, apareció una banda sobre el escenario. Batería, guitarra y bajo, rodeados de antorchas y columnas de fuego que, a distancia se ven genial, pero a 37 grados a la sombra de la noche madrileña llega a ser… curioso.
«Gracias por acompañarme en más de 10 años de carrera»: estas eran las palabras del cantante tras preguntar por aquellos seguidores que le escuchaban desde 'Consentia' y 'Guerrera', dos de sus temas más famosos. También sonó 'Ayer', impregnando el ambiente de nostalgia.
Hacia el final del evento Dellafuente aseguró que «de alguna forma esto es una despedida. No es solo el show, sino una etapa de mi vida». Palabras que entristecieron, pero que fueron aplaudidas por los fans.
Instantes emocionales con el cantante sentado por primera vez en todo el concierto para interpretar 'Una gota' y 'Veneno', con un teclado en directo. «Necesito descansar y asimilar todo esto que estamos viviendo». Con estas palabras, y cantando Consentía –su gran tema–, concluía Dellafuente uno de los conciertos más importantes para una generación.
ABC.es