El milagro del Círculo de Bellas Artes: triunfar sin casi subvenciones públicas
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Está considerado como una de las diez instituciones culturales más relevantes de España; se encuentra entre las cinco más importantes de Madrid, por detrás solo del Museo del Prado, el Museo Thyssen, el Reina Sofía y el Teatro Real, según ranking del Observatorio de la Cultura. Y, sin embargo, hace 30 años, el Círculo de Bellas Artes se encontraba al borde del precipicio.
Fundado en 1880 por un grupo de artistas, ese centro cultural privado (sí, privado) se hallaba hace tres décadas en una situación absolutamente crítica: sus empleados llevaban cuatro meses sin cobrar, las deudas con Hacienda y la Seguridad Social se amontonaban. Tan grave era la crisis que su emblemático edificio en la calle Alcalá 42, famoso por la gigantesca estatua de la diosa Minerva que lo corona, iba a salir a subasta pública por pesar sobre él una hipoteca no pagada.
Fue justo en esa época tan convulsa cuando el arquitecto Juan Miguel Hernández León se convirtió en presidente del Círculo. “Me encontré, sin desearlo ni haberlo pedido, con la necesidad de llevar a cabo una gestión casi empresarial respecto a la cultura”, recuerda. “Se trataba de sobrevivir”.
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Hubo que negociar la deuda con Hacienda y la Seguridad Social, hubo que hacer una dura reestructuración de la plantilla y pactar el despido de prácticamente la mitad de los 120 empleados fijos con que contaba la institución. Hubo que renegociar la hipoteca que pesaba sobre el edificio, a fin de detener la subasta del inmueble, se firmó un acuerdo de diez años para el pago de dicho crédito. Pero, sobre todo, se puso en marcha un plan de viabilidad, un plan que permitiera al Círculo no depender en absoluto de las subvenciones públicas. “Comprendimos que teníamos que vivir de nuestros propios recursos. La ayuda de la administración está muy bien, pero no nos resuelve en absoluto la vida”, señala Hernández León.
El Círculo se puso las pilas, hizo los deberes y hoy es una institución financieramente saneada y culturalmente relevante que se codea con el Prado, el Thyssen o el Reina Sofía. “Jugamos en la Champions, pero nuestro presupuesto aprobado para este año es de solo 7 millones de euros. Somos como el Mirandés enfrentándonos al Real Madrid”, bromea el presidente del Círculo quien, por cierto, lleva 30 años desempeñando ese cargo sin recibir a cambio ninguna remuneración económica. “El presidente y los miembros de la Junta Directiva no cobramos ni un euro. Es más, pagamos nuestra cuota de socios. Todos tenemos nuestros propios medios de vida; yo, como arquitecto, como escritor, como catedrático de universidad. Pero nos parecía importante que esta institución se convirtiera en una referencia y, sobre todo, que fuera un espacio de libertad creativa”.
Solo el 12% del presupuesto del Círculo de Bellas Artes viene de las arcas públicas. “Por cada euro que pone la administración, nosotros ponemos 19 euros. Cada euro que viene del bolsillo de los contribuyentes nosotros lo ampliamos casi 20 veces. No me parece que sea dinero público mal utilizado”, destaca Hernández Léon, quien desde una atalaya privilegiada, como es su magnífico despacho en el Círculo de Bellas Artes, ha sido testigo de los cambios culturales en Madrid.
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“En los años setenta, para los jóvenes de entonces nuestra referencia era Barcelona, ir a Barcelona era como ir a Milán. La cultura, lo cool, todo estaba en Barcelona. Sin embargo, posiblemente a partir del provincianismo que introdujeron las tendencias independentistas radicales, la cultura catalana se fue cerrando en sí misma y Madrid empezó a surgir. Madrid se ha convertido en una esfera metropolitana fundamental de la cultura europea”, asegura.
Conferencias, presentaciones de libros, exposiciones, proyecciones de películas en su cine (uno de los varios espacios que ha recuperado), debates, ciclos de jazz, de música clásica, festivales… La oferta cultural del Círculo de Bellas Artes es muy amplia, la institución es un punto de encuentro importante para artistas, intelectuales y aficionados. Aparte de los socios, su sede recibe cada año unas 900.000 visitas. “Digo visitas porque, a veces, en las estadísticas que ofrecen los centros culturales o museos, hacen una pequeña trampa y dicen visitantes, cuando hay mucha gente que repite. Estoy seguro de que en el caso del Círculo alrededor de un 30% son repetidores”.
Una de las prioridades ahora mismo del Círculo es tratar de captar al público joven. Y, poco a poco, lo va consiguiendo. “La azotea ha traído al Círculo a muchos jóvenes a tomar gin tonics. Y, a partir de ahí, tratamos de atraerlos a encuentros, seminarios… La política respecto a la cultura joven es fundamental y, en ese sentido, tenemos un director, Valerio Rocco Lozano, que acaba de cumplir 40 años, mis hijos son mayores que él”.
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El Covid le hizo daño al Círculo. Antes de la pandemia, como en los últimos ejercicios, la institución había tenido superávit, decidió que era el momento de restaurar su histórico edificio, que desde que fue construido en 1926 no se había tocado. “Nos metimos en una inversión importante sin un euro de ayuda de ninguna administración. Pero llegó la pandemia, llegó el confinamiento y durante cuatro meses tuvimos que estar cerrados. No se podían alquilar salas, no podíamos celebrar actos. Entramos en un déficit importantísimo”, recuerda Juan Miguel Hernández León.
Hubo que pedir créditos al ICO, hubo que tomar muchas decisiones económicas muy relevantes. Pero el Círculo, una vez más, sobrevivió. Tiene además instaurado desde hace tiempo celebrar cada 15 días una reunión de la dirección administrativa, para ir chequeando cómo marchan las cosas y poder actuar rápidamente en el caso de que la situación se tuerza.
El año que viene, 2026, será un año de efemérides para el Círculo. Se cumplen los cien años de la inauguración de su sede, obra de Antonio Palacios, y la fecha redonda se celebrará con una gran exposición sobre el edificio, que también repasará lo que ha sido el círculo para la cultura de España, sobre todo desde el año 83, que es cuando se resetea su función. Larga vida al Círculo de Bellas Artes,
El Confidencial