La Casa Battló recupera la alegría y brillantez creativa de su jardín y fachada interior

1906. La familia Marimón Batlló descansan en el patio ajardinado interior de su casa recién estrenada en el número 43 de Paseo de Gracia. Una enorme pérgola que atraviesa todo el patio los cubre del sol y de miradas indiscretas del resto de edificios de la manzana. Es verano y comen en el jardín. Los niños corretean de la pérgola a las jardineras. Juegan a esconderse, a enterrar soldados, antes de que alguien les riña. Porque al final siempre hay alguien que los riñe, pero eso da igual, al día siguiente volverán a hacer lo mismo.

La Casa Batlló es uno de esos edificios emblema que proyectan la ciudad de Barcelona al mundo. Pero no es sólo una joya arquitectónica modernista, y una de las cotas creativas de Antoni Gaudí, también es un edificio con memoria. Familiar, burgués, ostentoso. Y desde ayer se parece un poco más a cómo Antoni Gaudí se la cedió a la familia Batlló con una completa rehabilitación de la fachada interior del edificio, así como de su patio ajardinado.

Después de una inversión de 3,5 millones de euros y dos años y medio de estudio y rehabilitación, ayer se presentó por fin el gran lavado de cara del patio y la fachada interior de este característico edificio, famoso por su dentado techo de dragón y balconeras de formas óseas. El tiempo había mitigado la viveza de su parte posterior, no sólo perdiendo su color, formas y materiales originales, sino también su memoria, alegría y brillantez. «El edificio pasó por una guerra civil, por una dura posguerra, por años muy difíciles. Cuando la adquirimos, la familia vio que había una joya que estaba escondida dentro y nos conjuramos en devolver a esta casa la luz, la brillantez y su enorme energía», comenta Nina Bernat, consejera delegada de la Casa Batlló.

No era más que una joven en la veintena recién salida de sus estudios de interiorismo cuando su padre, Enric Bernat, el fundador de Chupa Chups, le pidió que se encargase ella misma de la rehabilitación e interiorismo. «Mi padre era un gran bromista y no sabía si lo decía en serio o en broma. Me dijo que aprovechara la oportunidad, que cosas así sólo pasaban una vez en la vida. Por supuesto, al principio me entró un terrible vértigo, pero rodeándome de los mejores expertos hemos conseguido devolver a la vida esta casa. Ha sido un gran viaje», afirma Bernat.

Una gran fiesta de inauguración completó el jueves una aventura que ha recuperado el color oscuro de la fachada, así como las puertas de madera verde musgo, el sistema de enrejado de las balconeras de color crema y los mosaicos laterales característicos del imaginario gaudiano. Además, se ha conseguido recuperar los suelos con un total de 85.000 teselas de porcelana colocadas una a una, recuperando el dibujo aleatorio original que Gaudí y sus técnicos dibujaron. «Nuestra voluntad era acercar esta casa a su idea original. Tenemos el compromiso de cuidar este gran patrimonio. Llevamos 30 años con diferentes restauraciones para rediseñar la experiencia de nuestros visitantes. Incluso hemos permitido que vieran cómo rehabilitábamos estos espacios para que fueran partícipes», asegura Gary Gautier, director general de Casa Batlló.

Para asegurar que recuperaban el aspecto original del edificio contaron con la inestimable ayuda de la familia original de la finca, los Marimón Batlló. Cedieron al equipo de rehabilitación fotografías donde se podía ver el patio y la fachada tal y como estaban el primer día. «Las primeras fotografías que teníamos eran de 1905, cuando la fachada no estaba acabada y veías el color crema de la capa de preparación de yeso antes de que la pintasen. Ha sido un arduo trabajo de documentación y análisis para conseguir ofrecer este espacio tal y como lo ideó Gaudí», comenta Xavier Villanueva, el arquitecto director del proyecto.

Cuando Le Corbusier le preguntó a Dalí cómo tenía que ser la arquitectura del futuro, él lo tuvo claro, «tiene que ser blanda y peluda», en clara referencia a la obra de Gaudí, «el último gran genio de la arquitectura». Esta rehabilitación lo deja más claro si cabe. Entre otras intervenciones, se ha limpiado y consolidado el estuco, los mosaicos cerámicos y el vidrio. Se ha reforzado la estructura de los balcones y se han recuperado rejas y barandillas de hierro forjado, restaurando el color original blanco plomo.

Además, en el jardín se ha reconstruido la pérgola de brezo con forma parabólica; y se han vuelto a instalar las jardineras blancas y azules tal y como estaban situadas a principios del siglo XX. De esta forma, se ha corregido la ventilación natural, en un mecanismo que ideó el mismísimo Gaudí y que servía como un aire acondicionado natural. Para conseguir este pequeño milagro han intervenido 46 artesanos y 60 técnicos.

Aunque lo más laborioso ha sido la colocación del suelo del patio, con 85.000 piezas de cerámica de la casa valenciana Mosaicos Nolla, colocadas una a una. «Al principio vimos que el dibujo geométrico que mostraban las piezas era en realidad aleatorio e intentamos imitar ese mismo dibujo a partir de las fotografías que teníamos y la realidad aumentada», asegura otro de los arquitectos responsables de la obra, Joan Olona.

El próximo año se cumple el 150 aniversario del nacimiento de Antoni Gaudí y se esperan nuevas sorpresas para celebrar la creación de este arquitecto visionario. De momento, su Casa Batlló ha recuperado su esplendor original. Este edificio, catalogado como patrimonio universal de la humanidad por la UNESCO, consiguió en 2023 unos ingresos de 56,27 millones de euros, con un beneficio neto de 27,99 millones, cifras que volvieron a subir en 2024. En definitiva, la Casa Batlló es el número 1 en gestión de edificios históricos.