La nueva vida del cantante Álvaro de Luna: “Me refugié en un personaje de niñato y canalla que ni yo soporto”
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“O me iba o me explotaba la cabeza”. Hoy Álvaro de Luna (Sevilla, 31 años) debería estar de gira, pero decidió poner tierra de por medio y huir a Indonesia un mes. ¿La razón? Un estrés que le hizo perder la voz dos veces en poco tiempo. “Era como si se me hubiese olvidado cantar. Tenía calvitas en la barba, no me emocionaba ya hacer el Wizink [ahora, Movistar Arena] y eso que es mi sueño desde que vine a Madrid... Pensaba que le iba a coger asco y pánico a la música”, explica frente a la mesa de su estudio en la primera entrevista que concede en esta nueva etapa. Cambió los mails y las reuniones por la vida en chanclas y bañador. Ha dejado de fumar y de morderse las uñas. Ahora solo quiere calma, matar al personaje y reivindicar al chaval que empezó a escribir canciones porque le costaba abrirse a los demás.
P. ¿Tiene adicción al trabajo?
R. Sí, tengo adicción, pero es que me gusta mucho, ¿sabes? En estos años no he tenido medida y ha sido un gran fallo. He aprendido que cuando tenga rachas fuertes de curro, voy a quitarme de en medio un tiempo, apagar el teléfono e intentar no pensar. En Indonesia, me costó 10 días empezar a desconectar, pero he podido ser yo mismo sin tener que impostar nada.
P. ¿Qué impostaba?
R. Me tuve que refugiar en un personaje para protegerme de las críticas y de las falsas expectativas que se generaban sobre mí. Ahora ha llegado un punto en el que ya no me sale natural porque he creado un personaje que ni yo soporto...
P. ¿Cómo era ese personaje?
R. Exactamente la persona contraria a la que soy hoy. Un niñato, un gamberro, un canalla. Algo que realmente no forma parte de mi personalidad ni de mi día a día. Hay gente en este mundo que lo hace, pero yo no podía sostenerlo más. Soy como soy y el que lo acepte, estupendo, y el que no, también. La verdad es que me he sentido muy juzgado siempre.
P. ¿En qué le juzgaban?
R. En todo... Da igual lo que hiciera o dijera. Por ejemplo, por no querer hacer prensa rosa. Me tachaban de capullo y de borde por no contestarles y cuando les empecé a responder de buena fe me seguían criticando.
Esto no lo he contado nunca, pero Todo contigo no la compuse a raíz de empezar con nadie”
P. Se metió en esa vorágine mediática a raíz de su relación con una influencer [Laura Escanes]. ¿Lo hubiese gestionado diferente?
R. Eso depende de las dos personas... Yo no quería entrar en ese mundo y quizás me gustaría haber recibido comprensión y que me hubiese mantenido al margen, pero, bueno, tampoco lo critico. Para mí, no fue agradable. Todo este tiempo de silencio ha sido maravilloso.
P. ¿Qué es lo que más le molestó?
R. Imagínate... Estar diez años peleando en la música como un hijo de puta para que digan que le debes todo a una relación de un momento puntual. Hostia, no me jodas. ¿Qué me estás contando, tronco? A mí nadie me escribe los temas, los escribo yo, hasta los produzco muchas veces. Soy consciente de que se me ha conocido más, pero no lo he visto reflejado ni en los números de mi música ni en las entradas de los conciertos. Cuando después de tanto tiempo hay alguna mierda en Twitter en la que vuelvo a salir, pienso: “No estiréis más el chicle porque no da para más”. Esto no lo he contado nunca, pero Todo contigo no la compuse a raíz de empezar a salir con nadie. La melodía, el concepto, la idea, se comenzó a escribir mucho antes.
No quiero ser un bote de kétchup al que hay que exprimir y luego cambiar por otro”
P. ¿De verdad de pequeño era hiperactivo?
R. Lo sigo siendo, pero no me medico. Ahora he empezado a tomar nootrópicos que están hechos con setas y me encuentro mejor, pero si te fijas, no paro...
P. ¿Por eso empezó a ir a terapia de adolescente?
R. Sí, también porque era muy rebelde. No encajaba bien en el colegio. Mi hermano tuvo un accidente y me sentía culpable porque todo pasó delante de mí. Llovía a mares, salió por la puerta del coche y se lo llevó otro por delante. Me culpaba porque yo salía de fiesta y él no podía porque estaba en silla de ruedas. Le hicieron bullying y a mí por defenderle también. Hasta que perdí peso y me metí en artes marciales. Nunca fui abusón, pero no dejaba que me tosiera ni una mosca.
P. Y con 30 años, tiene que meterse en un caparazón... ¿No le dio rabia?
R. Sentí que tenía que autoprotegerme porque mi madre con esto de la prensa rosa ha sufrido mucho. Y a mí siempre me ha obsesionado no decepcionarla. Si yo fuera la mierda que han estado escribiendo durante mucho tiempo no me miraría nadie a la cara ni tendría gente cerca de ningún tipo.
P. Cuando participó en La voz, ella dijo entre lágrimas: “Ha pasado mucho para llegar aquí”.
R. Es verdad. Me vine a Madrid con una mano delante y otra detrás y me ha costado muchísimo, muchísimo, muchísimo esfuerzo. Al principio, con los bolos de Sinsinati [la banda con la que empezó] ganábamos cuatro perras de mierda. Vivía en un zulo de 30 metros interior en Alvarado que me costaba 495 euros. Volvía de Sevilla con la maleta llena de tuppers. Llegó la pandemia, dejé los porros, algo que me dio mucha lucidez, y decidí acabar la etapa de la banda.
No podemos estar componiendo en el estudio pensando en los 15 puñeteros segundos de TikTok”
P. La gente le decía que estaba loco por separarse de Sinsinati, pero su primera canción, Juramento eterno de sal, lo petó. ¿Calló bocas?
R. Callé muchas, la primera la de la compañía, porque no veía esa canción como single. Querían que fuese Levantaremos al sol y yo me puse muy cabezón. Prefiero morir con mis ideas que morir con las ideas de otra gente. No quiero ser un bote de kétchup al que hay que exprimir y luego cambiar por otro sino un guiso a fuego lento.
P. ¿Exprimir?
R. Claro... Esta industria está todo el rato quemando peña. Por eso hay tantos artistas de mi generación que están mal de la olla. Y están con psicólogos y con psiquiatras. Lo dejan, se retiran un año... Eso no pasaba antes. Estamos todos jodidos. Las comparaciones generan angustia e inseguridad.
“Hay muchos artistas de mi generación que están mal de la olla. Estamos todos jodidos”
P. Más la presión de los números de Spotify.
R. Muchos tienen miedo a hacer canciones diferentes y repiten la misma fórmula que les ha funcionado antes. Y llega un momento en el que no sabes si estás haciendo música porque te gusta o para no bajar los rankings. No podemos estar componiendo en el estudio pensando en los 15 puñeteros segundos de TikTok. Por ejemplo, Nuestra canción estaba hecha a medida para que funcionase, sin ninguna historia real de fondo. ¿Ha funcionado? No al ritmo de las otras. Para mí, no ha aportado nada. Miré a mi equipo y les dije: “¿Qué? ¿Os lo avisé o no os lo avisé?”.
P. Eso tiene que dar un gusto...
R. Eso me llena. Porque la música no es sota, caballo, rey. Estamos acostumbrando a la sociedad a consumir canciones semanales porque la industria no saca la pasta que ganaba con los discos, pero yo no quiero petarlo ahora y ganar una pasta descomunal. Porque, ¿qué hago después? Acabo de publicar En tu costado y le tengo mucha fe. Es la versión demo de la canción. En el arranque se oye la claqueta porque empecé a grabar la guitarra y me deje un auricular abierto.
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Dicen que soy un artista mainstream, pero yo me veo como un cantautor”
P. ¿En tu costado sonará en la radio?
R. Uf... me vas a tirar bien de la lengua. No va a sonar porque es una balada. Con Todo contigo me pusieron trabas porque había mucha guitarra eléctrica y dije: “Esto es lo que hay”. Al final, si quieres evolucionar como artista, te jodes, porque la radio solo quiere un tipo de canciones de ti. Y si no se las das, no suenas. Yo tengo claro que no voy a hacer un tema para la radio ni para redes sociales. Esto me ha costado discusiones con mi equipo porque evidentemente es una empresa, pero me voy a alegrar de que el tiempo me de la razón. No me quiero vender, aunque sea un artista maistream.
P. ¿Sí? ¿Es un artista mainstream?
R. Eso dicen las etiquetas... Yo me sigo viendo como un cantautor que compone sus canciones, un artesano. Lo que llevo haciendo toda mi vida. Creo que tengo suficiente criterio, pero en este mundo si prestas más atención de la cuenta a lo que dicen los demás empiezas a dudar de ti.
P. Me sorprenden tanto sus inseguridades...
R. Buah, tengo mogollón. He sido muy autodestructivo. No suelo estar conforme con las cosas, pero ahora veo todo con otros ojos... Quiero tomármelo con calma, centrarme en hacer buenas canciones y conciertos de la hostia. Y que cuando ahonden en mi vida no sea para especular o generar mierda. Solamente contar cosas íntimas en una entrevista en la que me sienta cómodo.
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