Mi mundo en desaparición

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Mi mundo en desaparición

Mi mundo en desaparición

¿Recuerdan cuando, en el año 1982, hubo que esperar una semana para poder asistir al desenlace de la serie Dallas? ¿Recuerdan cuando, en el mismo año, solo los sábados se podía disfrutar del nuevo single de los artistas de moda en el programa musical Aplauso? ¿Recuerdan el fenómeno sociológico que supuso el estreno de E.T., con interminables colas en los cines para disfrutar del extraterrestre y de su bici voladora?

Estos recuerdos y vivencias pertenecen al pasado y creo que jamás volverán a producirse. Sobre todo, tras leer en una noticia que por primera vez, en EEUU (que marca la pauta de todo, y para todos) las plataformas de streaming han superado a la televisión convencional y por cable. La sospecha que lleva rondando mi cabeza cierto tiempo y contra la que he luchado se confirma: esto es la nueva realidad y no tiene vuelta atrás.

Mi forma de consumir televisión desde que tengo uso de razón, sea de forma ociosa o informativa, cada día brilla más por su ausencia. También es culpa mía, lo reconozco. Y es que es imposible dar la espalda a la realidad aunque a veces no te guste del todo.

En el último mes me he sorprendido a mí mismo viendo del tirón y en la misma tarde-noche la primera temporada de Yellowstone. Siento que si no la veo de seguido no me voy a acordar cuando vuelva a retomarla. ¿Cosas de la edad? ¿Empiezo a perder memoria? No. He sucumbido a la imposición de las nuevas pautas de comportamiento a nivel social. El avance hace que mi mundo anterior esté en desaparición. Y todo tiene un efecto dominó: después de la televisión vendrá el cine. Y luego, la radio. Y luego, todo cambiará. Ha pasado siempre. De hecho, ya está pasando.

Ahora se cita como fuente de información la chorrada más grande que hayas dicho en un pódcast; ahora es más importante salir en la edición digital de un periódico que en la de papel (a esto me niego; por ahí no paso). Hasta mi madre me habla de unas «aplicaciones» para poder ver La Promesa cuando a ella le venga mejor. Habrá que acostumbrarse, no queda otra. Atrás quedaron los estrenos en los cines a la vieja usanza. De hecho, se estrenan más series que películas. Atrás quedaron la visitas promocionales de artistas internacionales a programas musicales. Bueno, es que ya no existen en las parrillas televisivas.

En fin, me siento como aquellos vaqueros de Montana del siglo XIX que, sobre sus caballos, marchaban destino a la ciudad de Helena y contemplaban atónitos a los coches patrullando por las calles . No estoy en contra del progreso pero reivindico la convivencia de todos los progresos producidos a lo largo de la historia. La convivencia hace la vida más feliz a todos.

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