Montjuïc se merece un poco más de respeto

Gun’s and Roses inaugurará, el 9 de junio, la temporada estival de conciertos en el Estadi Olímpic. Durante tres meses, una multitud tendrá el privilegio de ver y escuchar a sus artistas en un recinto con historia: solo 25 de los estadios que han albergado unos juegos de verano siguen activos.
Un recinto que, además, tiene una doble ventaja: está aislado sin dejar de ser céntrico, ya que se puede acceder a pie desde el centro de la ciudad. No abundan los casos como este. Los estadios, o se han ido al extrarradio o están demasiado en el centro como para poder ofrecer una programación regular de música en vivo. Léase Santiago Bernabéu.
En 2014, durante un concierto de los Rolling Stones en el mítico Circo Massimo de Roma, Mick Jagger confesó que le emocionaba “cantar por una vez en un estadio que es más viejo que yo”. Si los Stones alargan un poco más su carrera y regresan algún día al Lluís Companys, Jagger, que tiene 81 años, podrá revivir aquella misma emoción, ya que Montjuïc cumplirá un siglo de vida en 2029.
El estadio es un reflejo de la historia misma de la ciudad: un relato de éxito, pero también de precariedad, ya que, en las épocas de más penuria, sus entrañas acogieron a los condenados a vivir en la penuria.
Pese a las críticas, el Estadi ha prestado un brillante servicio a la ciudad y al BarçaPero la historia cotiza poco en la actual cultura del instante. Pese a su condición de equipamiento venerable, al Lluís Companys se le ha faltado mucho el respeto. El Espanyol y el Barça han recalado allí cuando se han quedado sin campo. Y, en los dos casos, el entorno de los clubes –que no sus directivas– se ha ensañado con el estadio por inaccesible, por gélido y porque la pista de atletismo alejaba demasiado el terreno de juego de la grada y la presión del público sobre los jugadores rivales resultaba, supuestamente, menos eficaz.
Las críticas han sido constantes y, a las puertas de la reinauguración del Camp Nou, el sentir común es que se regresa a casa tras un penoso exilio. Y eso es así porque muchos barceloneses aún creen que todo lo que queda fuera del Eixample, Ciutat Vella, Gràcia y Sarrià-Sant Gervasi es el inhóspito extrarradio.
Montjuïc ha recibido un trato a todas luces injusto. Porque las imágenes de dron servidas por las televisiones en la previa de los partidos han sido de una plasticidad exquisita, una magnífica promoción de la ciudad y del propio estadio, con su antigua puerta de maratón y el pebetero dominando los planos.
Lamine Yamal se funde con la grada en esta imagen del Clásico
Àlex GarciaPero también en lo deportivo hay que valorar el papel del Lluís Companys. Este año han quedado fijadas en la memoria del barcelonismo estampas maravillosas de virtuosismo y celebración. A Lamine Yamal le esperan –es de desear– muchos días de gloria en el Camp Nou, pero su eclosión en la élite se asociará siempre en la memoria a la montaña mágica.
La competencia Sin equipo se vive mejorEn Montjuïc se trabaja estos días para desmantelar el tuneado barcelonista del estadio y adecuarlo a la temporada de conciertos. Que el Lluís Companys haya dejado de acoger los partidos de casa del Barça juega muy a su favor en el competitivo mundo de los macroconciertos. La ciudad rival, Madrid, no dispone de tanto margen tras constatarse el fiasco –anunciado por algunos– del Bernabéu, ya que el Riyadh Air (antiguo Metropolitano) está ocupado por el Atlético de Madrid.
Casi cerrada la etapa del fútbol –no se descarta que vuelva a haber partidos en Montjuïc, ya que la reapertura del Camp Nou puede no ser tan inminente como pretende el Barça–, el estadio entra en modo musical. Pronto volverá a ser el hermano mayor de una Anella Olímpica cada vez más enfocada a la música.
Cuando se complete la ampliación hasta los 9.000 espectadores del Sant Jordi Club, prevista para 2029, BSM, la empresa gestora, podrá ofrecer a los promotores una amplia gama de aforos, desde las 3.000 hasta las 60.000 localidades. Y sin vecinos al acecho.
La propuesta Un mundial de atletismoEste mismo mes, un colectivo denominado Amics de l’Atletisme en Pista ha recogido 2.334 firmas para reclamar al Ayuntamiento que el Estadi Lluís Companys recupere su uso para el atletismo. Hay un precedente que invita a pensar que no sería descabellado intentar optar a un campeonato europeo o mundial de atletismo: un insólito ejercicio de colaboración entre las administraciones y la iniciativa privada hizo posible que Barcelona, contra pronóstico, acogiera la Copa del América.
La nota triste es la ausencia de atletismo en un estadio que fue concebido para él. El asunto es complejo. En Barcelona hay muchos runners , pero desde el 92 ha habido poca gente dispuesta a pasar por taquilla para ver atletismo. Ausente del circuito de los grandes meetings , la ciudad tampoco ha jugado a fondo la carta de unos mundiales o unos europeos al aire libre.
Lee tambiénPero queda margen para la esperanza. Otros estadios que nacieron con pista de atletismo, como Anoeta en San Sebastián o la Cartuja en Sevilla, se han rendido al fútbol y han triturado sin piedad su tartán. Barcelona se queda sin competencia. Por fortuna, el Lluís Companys mantendrá su vieja pista, a pesar de que entorpezca otros usos del recinto. Montjuïc no sería el mismo sin ella.
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