¿Se puede adaptar la tauromaquia a la sensibilidad actual sin que pierda su esencia?
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¿La tauromaquia está en crisis? A priori eso es lo que se podría pensar, en vista del avance del animalismo, de la hostilidad política e institucional que sufre el arte del toreo y del creciente desapego generacional hacia la fiesta. Sin embargo, y aunque sin duda los toros viven una situación delicada, también hay numerosos signos para el optimismo.
“Si los toros se estuvieran acabando, ¿sería tan difícil encontrar entradas para San Isidro? ¿Ver tanta gente joven en los tendidos como se ve? ¿Asistir a la plenitud del toro bravo que estamos viviendo? Esto es como ese chiste de Gila en el que le preguntan a una pareja por su filiación política, y responden: ‘Somos muy de izquierdas… pero todavía no’. Los toros se van a acabar, sí, pero todavía no”.
Con esas palabras, jalonadas por los aplausos del respetable, Rubén Amón daba el pistoletazo de salida al debate sobre la tauromaquia, celebrado en el marco del nuevo ciclo de encuentros culturales que está llevando a cabo Arquia Banca con la colaboración de El Confidencial para analizar los fenómenos contemporáneos que definirán la civilización de las próximas décadas. Tras examinar el futuro del libro y de la literatura, del museo y del cine, ahora les ha llegado el turno a los toros, sobre cuyo porvenir debatieron el matador Roberto Domínguez, la ganadera Isabel Lozano y el periodista Pepe Luis Vázquez. Con un diagnóstico común: hay toros para rato.
“Hay un repunte extraordinario, hay mucha juventud en los toros. La fiesta sigue, a pesar de todo”, señalaba el torero Roberto Domínguez. “Le auguro tiempos muy buenos a la tauromaquia. La sociedad siempre es pendular, y ahora el péndulo está volviendo a las esencias, al misterio, a la verdad, a algo tan trascendental como es la tauromaquia”, en palabras de Pepe Luis Vázquez. “Toreros como Roca Rey están haciendo de puerta de entrada para muchos aficionados. Roca Rey es un canalizador de emociones, ha creado un antes y un después, sobre todo entre la gente joven”, aseguraba por su parte Isabel Lozano.
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La tauromaquia, según valoran, padece tres grandes malentendidos. El primero, de tipo político, al percibirse la tauromaquia como algo conservador, de derechas, cuando en realidad es contracultura en estado puro, algo profundamente incómodo, incluso punk. El segundo equívoco es pensar que la tauromaquia no es medioambientalista. Y el tercero, considerar que la fiesta es un acto de crueldad contra el toro de lidia, cuando en realidad éste es amado y venerado por los aficionados a la fiesta.
El documental de Albert Serra, coincidieron todos, ha contribuido a dar impulso a los toros. “A la gente taurina probablemente no nos aporta nada. Pero a aquellos que no conocen los toros, sí”, subrayó Domínguez. Y también el fenómeno de Roca Rey ha llevado a numerosas personas nuevas a las plazas, personas que han ido a los toros por un motivo y muchas de las cuales han vuelto luego al descubrir en la tauromaquia algo insólito y profundo. “Si Roca Rey es un héroe para los jóvenes es porque estamos rodeados de falsos héroes, de gente que no es nadie, que no ha hecho nada, que son pura simulación. En la tauromaquia no hay nunca trampa ni cartón”, sentenciaba Pepe Luis Vázquez.
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El buen estado del toro actual fue unánimemente elogiado. “El nivel es altísimo, y va a más”, destacaba Isabel Lozano, de la ganadería Alcurrucén. “Yo creo que no ha habido en la historia un toro más íntegro del actual”, destacaba. Y a eso se añade una generación de jóvenes novilleros absolutamente prometedores.
Pero el debate no consistió sólo en glosar la tauromaquia y defender sus virtudes. También hubo espacio para hacer examen de conciencia, llevar a cabo un ejercicio de autocrítica y avanzar propuestas a debatir. Se criticó en ese sentido el cliché que relaciona virilidad con heterosexualidad, se pidió mayor responsabilidad y presencia de la mujer en el mundo de los toros… “Sería conveniente que salieran del armario algunos toreros, algunos banderilleros”, lanzaba Domínguez.
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Este torero también puso sobre la mesa algunas propuestas para adaptar la fiesta a la sensibilidad actual, pero manteniendo su rito y tradición. "¿Por qué no quitamos los descabellos, los pinchazos, la puntilla, el corte de apéndices? ¿Necesitamos dar la vuelta al ruedo con una oreja ensangrentada en la mano? Vamos a pensarlo. La esencia de la fiesta no puede cambiar, pero lo otro se puede debatir", avanzaba Roberto Domínguez, recordando que también cuando se decidió poner peto a los caballos hubo quien se echó las manos a la cabeza asegurando que aquello acabaría con la tauromaquia, y es evidente que no fue así.
Por cierto, que el debate sobre la tauromaquia organizado por Arquia Banca en colaboración con El Confidencial se celebró el pasado lunes, en lugar del jueves, el día habitual para este ciclo de encuentros culturales. El motivo es sencillo: estamos en plena feria de San Isidro, el lunes es el único día que no hay corrida y ninguno de los participantes quería dejar de ir a los toros. Para que luego haya quien hable de crisis…
El Confidencial