Sonorama Ribera 2025: la explosión de Carolina Durante, la atracción magnética de Viva Suecia y la sorpresa de Alcalá Norte
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Aranda de Duero (Burgos) ha acogido un año más uno de los festivales más singulares de España, una experiencia cargada de emociones desde las calles y plazas de la villa hasta el recinto principal, desde la variada música sobre los escenarios hasta los apasionantes sabores que aportan ese plus de que el evento se celebre en un paraíso gastronómico.
En esta 28ª edición ha habido propuestas para todos los gustos, como suele ser habitual: principalmente de música nacional pero esta vez también con un puñado de artistas internacionales de gran calidad.
Como era de esperar, algunas de las emociones más intensas se vivieron la noche del viernes con Carolina Durante, que actuaban por cuarta vez en Sonorama Ribera. Con su tercer disco, Elige tu Propia Aventura, han dado un paso más como banda, con una tremenda colección de nuevas canciones que rápidamente han conectado de manera muy especial con la audiencia tanto por el significado de sus letras como por lo poderosas y vibrantes que son sus melodías.
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En esta gira se está viendo el alcance y la resiliencia del grupo: con un curioso montaje basado en la serie The Office y más músicos arropando a los cuatro chavales, venían de reventarlo en distintos lugares del país pese a la reciente lesión y operación en el ligamento cruzado de la rodilla de su cantante, Diego Ibáñez. Ya visiblemente recuperado, en el Sonorama hemos vuelto a verle moverse en el escenario con su particular estilo, transmitiendo (junto a la apisonadora sonora que arman sus compañeros con sus instrumentos) aún más una energía que desata la euforia a lo grande.
"¿Qué nos ha pasado si no ha pasado nada?" (Probablemente tengas razón), corearon miles de voces, una de esas frases sencillas pero que tanto conectan con las historias y sentimientos personales de tantas personas, o "mis amigos suman más que mis demonios" (Hamburguesas), un canto a superar los baches personales juntando el apoyo emocional con las ganas de ir por uno mismo en busca de esas "cosas preciosas" de todo tipo. Otro de los puntos álgidos fue Normal, también un nuevo himno muy potente que lidia de manera directa y arrolladora con las secuelas que dejan algunos vínculos intensos. Todo ello, acompañado de una gran bandera de Palestina en el escenario.
En coordenadas diferentes, pero también con un efecto muy grande sobre el público, está sin duda Viva Suecia. Aunque venían de Murcia, bastante lejos de Aranda, jugaban en casa: el propio cantante, Rafa Val, comentó que alguien les había dicho eso, y él estaba de acuerdo pensando en lo bien que les han tratado siempre en Sonorama. Y a buen seguro no se refería únicamente a la organización, sino también al propio público habitual del festival, que sin duda tiene en este grupo a uno de sus grandes referentes de los últimos tiempos.
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Desde que empezaron su aventura, Viva Suecia han crecido a pasos agigantados perfeccionando una fórmula de indie pop-rock con vocación de público amplio, que han sabido desarrollar y ejecutar de manera muy acertada para multiplicar su alcance. Canciones como La voz del presidente, El bien o No hemos aprendido nada ya son historia del indie español, y en Sonorama funcionan mejor que en ningún otro sitio. Por si fuera poco, dejaron un lema glorioso: "Viva Aranda, viva Murcia y viva el vino".
Además, hubo momentos especiales como la colaboración con Siloé (que tocaban justo después) en la canción Sangre, y sobre todo la emotiva versión de Un beso y una flor de Nino Bravo, como homenaje en recuerdo del fallecido Andrés Martín Garrido, más conocido como Tara, persona de la organización de Sonorama y de Art de Troya que dejó huella en Aranda y en muchos artistas de toda España. A lo largo del festival, otros artistas y miembros de la organización también expresaron palabras de emoción para poner en valor la figura de Tara.
La Raíz protagonizaron otra de las actuaciones más relevantes y multitudinarias de esta edición. Hace unos años arrasaron con su explosiva mezcla de rock, reggae, jazz y hip hop, y tras unos años de paréntesis y otros proyectos, vuelven a los escenarios para repasar sus temazos. Con su amplísima formación que incluye varios cantantes (incluyendo en esta ocasión al vocalista de Zoo, "Panxo", que sustituye a su hermano Pablo Sánchez, en tratamiento por mieloma múltiple), guitarras e instrumentos de viento, pusieron toda la carne en el asador en canciones como A la sombra de la sierra, Nos volveremos a ver o Entre poetas presos. Y por supuesto, hubo momentos reivindicativos para apoyar la causa palestina, defender lo colectivo y lo público, y arremeter contra los individualistas y los criptobros.
Por su parte, los hermanos Café Quijano no solo defendieron aquellas canciones que tanto les hicieron sonar en su día, como La Lola o Desde Brasil, sino que además presentaban su nuevo disco, Miami 1990, en el que siguen narrando nuevas aventuras, amores y desamores. Según expresó el propio cantante, Manuel Quijano, se han ganado injustamente cierta fama de "golfos" porque "la gente se cree que somos los personajes de nuestras canciones", pero que en realidad son "unos románticos empedernidos". El concierto en Sonorama funcionó bien, además con invitados de lujo: Nena Daconte (en No tienes corazón) y Gabriel de Shinova (en Sería mejor callarse). Daconte, por cierto, tuvo su propio concierto en ese mismo escenario, y muchos cantaron con ella el hit Tenía tanto que darte, que también sonó cuando La La Love You interpretó su respectiva versión.
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El concierto de La La Love You, por cierto, fue uno de los más divertidos: buen rollo todo el tiempo y un show que incluía momentos tan curiosos como cuando su guitarrista se metió en una bola de plástico entre las manos del público a lo Flaming Lips, o cuando dijeron que tenían hambre y que iban a pedir unas pizzas para todo el mundo, que luego repartieron dos voluntarios y resultaron ser una especie de juguetes con forma de pizza que muchos se llevaron a casa de recuerdo. La gente se dejó llevar y se vino muy arriba con temazos como Pócima del amor, Que nada nos pare o por supuesto El fin del mundo.
También fue especial tener en uno de los escenarios principales a un arandino que cada vez es más famoso: Barry B, que combina elementos de rock, pop y música urbana. El cantante tuvo un gesto muy emotivo cuando invitó al escenario a su prima, que padeció leucemia, para dedicarle la canción 40K, la misma que le cantaba en el hospital cuando le apoyaba para superar dicha enfermedad. Además, interpetó con Diego Ibáñez de Carolina Durante la canción Yo pensaba que me había tocado Dios, colaboración que justo antes habían tocado también los propios Carolina en su concierto.
Música internacional de calidadSonorama Ribera es un festival de referencia para la música nacional, pero cada año trata de guardar también hueco para algunos artistas internacionales. El año pasado no hubo mucho en ese ámbito, pero en esta edición sí ha habido cosas muy potentes. Por ejemplo, los escoceses Franz Ferdinand, que siempre garantizan bailes y fiesta, con la ya conocida fórmula de indie rock y hits que todo el mundo conoce como Take me out o Do you want to, pero también presentando varias canciones de su nuevo álbum, The Human Fear, en el que siguen por esa senda con una formación renovada tras la incorporación de la batería Audrey Tait.
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También fue un privilegio disfrutar en Sonorama de un grupazo mítico de los 90 como los ingleses Supergrass, que celebraban el 30 aniversario de su disco debut, I Should Coco, que tanto sonó a mediados de los 90, en plena explosión del britpop, y que siguen tocando de manera fenomenal después de todos estos años. Algo similar podría decirse de los norirlandeses Ash, una de las bandas más queridas por los devotos del power pop y el pop punk, que aún siguen sumando temazos y discos más que decentes, y en Sonorama nos dieron con mucha contundencia sonora algo de nostalgia (Girl from Mars, Shining Light, etc.) junto con algo de material más reciente.
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Volviendo a los artistas nacionales, tampoco nos olvidamos de Fermin Muguruza, una de las grandes leyendas del rock vasco tanto como cantante de Kortatu y Negu Gorriak como por sus proyectos en solitario, que junto a su banda hizo un repaso de canciones de diferentes etapas de su trayectoria, finalizando con el jolgorio colectivo de Sarri Sarri, y por supuesto acordándose de Palestina. Ni tampoco nos olvidamos de Rufus T. Firefly, una de las grandes joyas que tenemos en nuestro país en lo que a rock y psicodelia se refiere, que presentaban el nuevo y estupendo disco Todas las cosas buenas.
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La energía, diversión y emoción de Ginebras, que cerraban a lo grande su gira Billie Max Tour; el evocador flamenco chill de Chambao, que sigue siendo muy apropiado para empezar tranquilamente una jornada festivalera; la fiesta de pop urbano de Alizzz; el pop bailable y tan de Sonorama como Dorian; o el show de Zahara, que presenta las personas y reflexivas canciones de su nuevo disco Lento Ternura. El concierto de Duncan Dhu tenía un poco de "trampa", porque realmente no se trataba de una reunión con los miembros originales, sino de Mikel Erentxun celebrando con su banda el legado de 40 años de su antiguo grupo. En cualquier caso, fue una gozada ver en directo esos clásicos; y además, justo al acabar Erentxun fue rápidamente a otro escenario para volver a cantar En algún lugar con la divertida banda de versiones de Jordi Évole, Los Niños Jesús.
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En festivales en los que hay varios escenarios y hay solapamientos entre artistas, no siempre es la mejor opción ir a los cabezas de cartel en los grandes. Desde aquí queremos reivindicar las cosas mágicas que muchas veces suceden en los secundarios, y en este Sonorama ha habido un buen ejemplo de ello. Por mucho que Arde Bogotá lo esté petando (y es un grupo que tiene su valor y que hemos visto muchas veces, no somos haters ni nada de eso) y que presentasen un show tan ambicioso en este Sonorama, a esa misma hora actuaba Cala Vento en otro escenario, y para nosotros estaba bien claro a qué parte del recinto acudir.
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Este dúo catalán, que con tan escueta formación se basta para crear auténticos temazos y no dar puntada sin hilo, es sin duda una de las mejores bandas que existen en el panorama nacional del rock desde que irrumpieron hace una década. Precisamente andan celebrando sus primeros diez años de andadura musical, y con motivo de ello lanzaron hace unos meses un disco de versiones llamado Brindis, con sus interpretaciones de artistas tan diversos como Julieta Venegas (Lento), El Último de la Fila (Insurrección) o el grupo catalán Els Pets (Pau), en las que aportan su propio estilo y energía.
Pero por supuesto, la mayor parte del show estuvo dedicada a las propias y maravillosas canciones del repertorio de Cala Vento, y quienes allí se congregaron fueron muy felices cantando, saltando y pogueando con temas como Ferrari, Gente como tú o Abril, y brindando por muchos años más con momentos como este.
Justo después de Cala Vento, en otro de los escenarios secundarios actuó una joven banda inglesa que apunta muy alto: The K's, que con su recién lanzado segundo álbum acaban de ser número 1 en Reino Unido. De esta manera, los reclamos internacionales de esta edición no se han limitado a grandes grupos de los 90 o de principios de los 2.000, sino que también incluyeron esta banda que va camino de convertirse en un nombre muy relevante para su generación, con un indie rock de nueva hornada que bebe de grupos como Arctic Monkeys o The Libertines, y que en Sonorama convenció a quienes se acercaron a verles.
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En aquellos escenarios también se vivió durante otra de las jornadas uno de los conciertos más divertidos de todo el festival, el de Camellos, que fue una auténtica juerga de desmadre y pogos de principio a fin. Hasta se atrevieron con un pequeño "pique" aparentemente amistoso con otra banda punk madrileña con la que sin duda han coincidido muchas veces y que conocen bien, asegurando que su concierto iba a ser mejor que el posterior de Parquesvr: "están acostumbrados a perder, son del Atleti", dijeron con sorna Camellos.
Como era de esperar, Parquesvr respondió a su particular manera a esta curiosa provocación futbolera, dedicando a Camellos la canción El Palco, que narra cómo tantas cosas entre políticos y empresarios supuestamente se cuecen en el palco del Santiago Bernabéu. Lo cierto es que Javier Ferrara, cantante de Parquesvr, está acostumbrado a no dejar títere con cabeza, y podría decirse que él sí es un poco hater a la vez que osado: cantó aquello de "Siempre viva Murcia pero nunca Suecia" la misma noche que Viva Suecia actuaba en festival (incluso había en el público quien llevaba una camiseta con ese lema). Pero además, criticó desde el escenario que Sonorama llevase a "grupos ultracatólicos", en clara referencia a Siloé, diciendo que probablemente tenían algo de "juancarlistas", como la canción de Parquesvr. Pero no pasa nada por vivir un poco con estas contradicciones; de hecho, animamos a la organización a que lleven el próximo año a Sistema Nervioso (quienes conozcan cierta canción entenderán la referencia).
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Los escenarios secundarios también acogieron conciertos tan buenos como el de Los Punsetes, que recientemente han celebrado su 20 aniversario y siguen al pie del cañón con sus melodías de puro rock y letras con carisma; el de Nudozurdo, que siempre deslumbra con su post-rock y post-punk; o el de los catalanes Anabel Lee, que hasta se atrevieron con una versión punk de Si antes te hubiera conocido de Karol G. El pop-rock de Cristalino también fue muy agradable de ver y escuchar; curiosamente, actuó en el mismo escenario en el que el año pasado tocó Florent Muñoz, en quien se basa el personaje al que Cristalino interpretó en la celebrada película Segundo premio.
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Uno de los mejores conciertos de todo el festival tuvo lugar en el escenario más pequeño del recinto, al fondo de todo. Quienes fueron hasta allí en el momento adecuado pudieron disfrutar del que seguramente es el proyecto más fascinante que ha surgido últimamente en Murcia: los hermanos Maestro Espada, que recuperan la tradición musical murciana para combinarla con elementos contemporáneos de rock y toques electrónicos, y que hace poco recibieron el Premio Paco Martín de La Mar de Músicas.
Es, por definirlo de forma tanto literal como espiritual, folclore murciano enfundado en camisetas de Nine Inch Nails (entre muchas otras referencias), y el resultado es excelente, gracias al talento de estos músicos y a la fortaleza de su propuesta; además, con el plus de que en directo les acompaña a la batería Raúl Frutos, de Crudo Pimiento. Aparte de las tremendas canciones de su disco homónimo, en Sonorama también fue un momentazo la brutal y oscura versión que tiene Maestro Espada de Maquillaje, de Mecano.
Pero por supuesto, hablar de un festival como Sonorama no puede reducirse a comentar los conciertos que se desarrollan en el recinto, porque la verdadera identidad que define a este evento reside en lo que sucede de día en las plazas de la villa, y muy especialmente en la del Trigo. Y lo más comentado allí cada año son los conciertos sorpresa, de artistas que aparecen sin haber sido previamente anunciados; a veces son bandas que también actúan en el recinto principal y hacen así "doblete", y otras veces grupos que ni siquiera aparecían por ningún lado en el cartel.
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Este año, la sorpresa más excitante ha sido una de esas que no se sabía que estaría en Aranda, aunque muchos rumores apuntaban a ello: los madrileños Alcalá Norte. Desde que el año pasado lanzaron su disco debut, han conectado de manera inmediata con un apasionado público que valora sus melodías post-punk y sus letras con orgullo de barrio. Y aunque la plaza del Trigo puede ser un escenario desafiante, con muy buen ambiente pero también con muchas personas que más que nada van por la fiesta y son más receptivos a propuestas más "luminosas" (por decirlo de alguna manera), Alcalá Norte pasaron con creces la prueba gracias a unos temas que en poco tiempo se han vuelto importantes para muchos, como por ejemplo su gran temazo La Vida Cañón, con el que culminaron.
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Otra de las sorpresas fue Despistaos, muy apropiados para el Trigo con sus canciones divertidas y facilonas, con las que saltar desenfadadamente, y por supuesto cerraron con la canción de Física o Química; antes de eso, sacaron en otra canción a Álvaro Benito de Pignoise, que después actuaría en uno de los escenarios principales del recinto (curiosamente, el año pasado fue a la inversa; Pignoise por sorpresa en el Trigo sacando como invitados a Despistaos, que iban al principal).
En cuanto a Siloé, han crecido en los últimos años apostando por canciones más accesibles que han funcionado entre la audiencia como Todos los besos, incorporando sonidos electrónicos y con una clara intencionalidad por buscar un público más numeroso, a rebufo del éxito de grupos como Viva Suecia. Habían estado ya en muchas ediciones de Sonorama, "tocando en todos los escenarios", y en este 2025 es cuando más lo han reventado en el festival, primero de noche en el principal y luego por sorpresa en el Trigo, un escenario muy propicio para la propuesta que representan. Dicho concierto empezó de manera muy especial, con el cantante Fito Robles saliendo con una guitarra desde uno de los balcones de la plaza, para luego unirse a sus compañeros abajo.
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Otros de los que han actuado por partida doble han sido Besmaya, indie pop con espíritu rockero que supieron aprovechar la energía que se genera en el Trigo para instigar pogos e interactuar con el público. Curiosamente, tanto Siloé como Besmaya versionaron (a su particular manera) en días distintos en el Trigo la misma mítica canción de Blur, Song 2.
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Eso sí, el "doblete" por sorpresa de mayor calidad ha sido el de Carlos Ares, uno de los nuevos talentos más destacados de la música española: tras su actuación en uno de los escenarios secundarios del festival el sábado (que se vio ligeramente retrasada por unos problemas técnicos), cerró por todo lo alto la plaza del Trigo el domingo, interpretando temas de su reciente disco La boca del lobo (que en poco tiempo ya han calado hondo entre muchos) y de su exitoso Peregrino de manera brillando con la amplia y estupenda banda que le arropa.
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Pero no solo hay sorpresas en la plaza del Trigo, por supuesto también actúan artistas que sí aparecen en la programación. Y entre ellos, el más memorable de esta edición probablemente ha sido Sanguijuelas del Guadiana, una joven banda de rock de un pueblo extremeño de poco más de mil habitantes (Casas de Don Pedro) que reivindica un nuevo imaginario de la España rural, en busca de nuevos sueños y oportunidades para todos esos municipios pequeños de los que muchos se han tenido que ir para buscarse la vida en la ciudad, pero que en realidad son una tierra fértil para cultivar muchas cosas de gran valor y futuro. Y una de esas cosas sin duda lo es Sanguijuelas del Guadiana, un grupo que tiene potencial para llegar muy lejos y dar voz a mucha gente. Además, en el Trigo tuvieron invitados muy especiales para algunas de las canciones, que contribuyeron a que el momento fuese aún más especial: Antonio García de Arde Bogotá, David Ruiz de La MODA y la cantaora extremeña de flamenco Celia Romero.
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Por cierto, también hay que decir que, con todo el encanto de la plaza del Trigo, es evidente que la experiencia es radicalmente distinta cuando se llega a las primeras posiciones que viéndolo desde más atrás, porque sin estar bien posicionado apenas se ve ni se escucha nada del concierto. Sería todo un acierto añadir altavoces y pantallas atrás, para que todo el mundo sepa al menos lo que está viendo.
En cualquier caso, en toda Aranda ocurren muchas cosas interesantes como parte de la programación del Sonorama. En la plaza de la Sal, cada mañana se podía empezar de buen humor la jornada con conciertos tan divertidos como el de los arandinos Histeria Punk Rock, y en el escenario Charco también ha habido mucha variedad, incluyendo los bailes finales del festival con todo el ritmo de Tito Ramírez y su banda, ya en la tarde de este domingo. Mención especial merece la nueva carpa Big Bang, con charlas y talleres sobre astronomía y ciencia.
Al final, siempre vale la pena acercarse a Aranda de Duero en estas fechas de agosto, y hay muchas cosas que ver para gustos diferentes, tanto para los amantes del indie pop más facilón como para los apasionados del rock y el punk. Todo ello, con el elemento clave de que este municipio tiene la mejor comida (esos lechazos asados que sirven en los asadores) y que el exquisito vino Ribera del Duero está muy presente. Ah, y que no se nos olvide que Aranda exige tren directo a Madrid y Burgos, que tan útil sería para tantas personas y para generar más oportunidades en la zona.
Como elementos a mejorar del festival, diríamos que hay que darle una pequeña vuelta al tema de los baños en el recinto principal: por mucho que se agradezca que hayan construido aseos decentes allí, las colas en hora punta y no tan punta han sido horrorosas (con varios carriles en zigzag), y es un tema que necesita un refuerzo en otras zonas. Algo parecido ocurre con la zona de comidas, que está demasiado aislada de la zona de conciertos y vendría bien tener opciones de comida más a mano. En un festival, donde el tiempo siempre es limitado, es importante que sea más fácil y ágil comer e ir al baño. Por otro lado, hay que decir que en las barras las cosas sí han sido ágiles, en buena parte gracias a la buena idea de colocar barras rápidas de cerveza y calimocho.
En general, la experiencia ha sido muy positiva y enriquecedora, como cada año. El ambiente que se respira es especial y distinto al de otros eventos, e ir a comer cordero de semejante calidad hace prácticamente tanta ilusión como los conciertos, y eso que muchos conciertos son maravillosos: algunos de nuestros favoritos este año han sido Carolina Durante, Supergrass, La Raíz, Ash, Cala Vento, Camellos o Maestro Espada; y en la plaza del Trigo destacaríamos muy especialmente a Alcalá Norte, Carlos Ares y Sanguijuelas del Guadiana. El año que viene, más.
El Confidencial