Arda Güler demuestra en silencio el gran error de Ancelotti y por qué se le ha caído este Madrid
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Después de 45 minutos para olvidar en la final de Copa, el Real Madrid comenzó a hacer lo que mejor sabe: jugar al fútbol. Salió del vestuario con ideas más claras, un estilo de fútbol más agresivo y no renunciando al balón. La entrada de Kylian Mbappé dio mucha más mordiente al equipo, pero el hecho de incluir talento en la medular es lo que permitió al equipo dar la vuelta al partido en la segunda parte. Luka Modric y, especialmente, Arda Güler, ofrecían oxígeno y criterio al equipo.
Era incompresible ver cómo al Madrid le faltaban orden y piernas, viendo en el banquillo a los dos jugadores -amén de Ceballos, recién salido de lesión- que podían ofrecerlo. El caso del croata era claro, pues el tanque de gasolina no le da para jugar todo un partido de lata exigencia y el del turco se daba por hecho: Carlo Ancelotti no es amigo de los jóvenes y prefiere morir con su guardia pretoriana que jugársela con alguien menos experimentado, aunque muy talentoso.
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Pero cuando vio la final perdida y, con ello, su puesto peligrar, se olvidó de sus prejuicios y dio entrada a Güler. Por tercer partido consecutivo en el que el otomano, en lugar de jugar perdido como extremo, participaba en la medular, el Madrid volvió a tener orden, ritmo de juego, claridad en el movimiento de balón y facilidad para llegar al ataque con cierto orden. Ya lo demostró ante el Athletic y ante el Getafe -con gol incluido- en Liga, y, por supuesto, ante el Barcelona.
Ancelotti se ha dado cuenta tarde de que, lo que necesitaba en el equipo, ya lo tenía. Por qué Arda Güler no ha jugado más solo es algo que el italiano sabe, pues no querer apostar por talento puro cuando se necesitaba más que nunca no tiene mucha explicación. Es cierto que ya probó con el turco en la medular en el comienzo de temporada, sin los resultados esperados, pero la precipitación le ha podido jugar una mala pasada al italiano. Quizá solo hacía falta paciencia.
Los equipos no se construyen de la noche a la mañana y quién sabe si lo único que hacía falta era tiempo, confianza y oportunidades. Ancelotti se ha dado cuenta tarde de Arda Güler podía ser ese jugador que tanto necesitaba, sobre todo porque ha podido ordenar el resto de piezas. Con Aurélien Tchouaméni claramente en su mejor versión como recuperador todoterreno y Jude Bellingham unos metros por delante, el equilibrio del Real Madrid es mucho más evidente.
Con la retirada de Toni Kroos, el problema del Madrid era la ausencia de ese jugador que determinara a qué y cómo se jugaba en cada momento. Por cualidades, Güler lo podía ofrecer, pero le faltaban los resortes típicos de la posición... pero no solo por su experiencia. El otro drama era cómo se reubicaban el resto de piezas para acoplar a Kylian Mbappé, lo que dejaba al turco solo ante el peligro, por lo que se le veían las costuras en muchos momentos.
Pasados los meses, las piezas se han ido acoplando. Tchoaumémi ha crecido como mediocentro posicional -aunque ahora, con la baja de Rüdiger, tendrá que volver a pasar a la defensa-, Ceballos vuelve a dar orden, Bellingham es un todoterreno y Güler, liberado de otras facetas, brilla a la hora de dar ritmo y sentido al juego. El problema es que el Madrid lo ha tenido muchos meses en el banquillo, sin jugar, salvo en momentos residuales y fuera de posición.
Güler le ha demostrado a Ancelotti que no ha sabido darle el protagonismo que necesitaba, especialmente en un equipo con demasiadas bajas y problemas para ocupar ciertas posiciones. El turco es uno de los pocos jugadores que no se ha lesionado en toda la temporada y, aun así, es de los que menos ha jugado. Y, por supuesto, ha trabajado en silencio y sin una mala palabras de cara al exterior. El turco ha sido, sin lugar a dudas, uno de los grandes errores del técnico italiano.
El Confidencial