Dos fenómenos guardan la viña

Uno de los aspectos más interesantes de la temporada ha sido el papel primordial que ha cumplido un tipo de futbolista que se consideraba en peligro de extinción. Esta noche, en Munich, escenario del España-Portugal que decidirá el campeón de la Liga de las Naciones, será una buena ocasión para disfrutar de dos jugadores que se resisten al modelo más alto, más rápido, más fuerte que predomina en el fútbol actual. Uno es Pedri; el otro, Vitinha. Cada uno representa el éxito particular y el de sus equipos (Barça y PSG) en una época donde los prejuicios invitan a sacar de la ecuación a dos ligeros y maravillosos centrocampistas.
Piernas. Así de concisa es una de las expresiones más utilizadas en el argot actual del juego. Traslada por elevación una demanda prioritaria en el fútbol: potencia, energía, velocidad, recorrido, hasta intimidación si se quiere. “Tiene piernas” se dice para definir a un tipo de jugador capaz de integrarse y sobrevivir en la jungla física de los partidos.
Tanto Pedri como Vitinha representan el fútbol que nunca moriráEl Real Madrid, por ejemplo, se ha diseñado en los últimos años sobre ese presupuesto. Desde los fichajes de Modric, Isco, Kroos –un extraordinario jugador que nunca destacó por su velocidad, ni por sus artes defensivas– y James, efectuados entre el 2012 y el 2014, el club no ha vuelto a invertir en el tipo de centrocampista que ahora echa de menos.
El Madrid apostó por Tchouaméni, Camavinga y Bellingham como base fundacional de una nueva era de éxitos. Definían el futuro del equipo, en la línea general que marca la tendencia del fútbol. Se trata de jóvenes y excelentes jugadores, en el caso de Bellingham de un nivel superior aún. Una estrella, sin duda. Sin embargo, el madridismo añoró a Kroos desde el principio de la temporada y ha anhelado al Modric de hace dos o tres años, aunque ya estaba más cerca de los cuarenta que de los treinta.
Pedri, en el partido ante Francia, el pasado jueves
Kai Pfaffenbach / ReutersLa pierna importa, pero la ciencia es igual de indispensable que siempre, quizá más que nunca. Durante los últimos años se ha recurrido a uno de los tópicos más frecuentes en la escena futbolística: este, ese y aquel no tendrían cabida en el fútbol de hoy o su nivel de influencia sería infinitamente menor. Cambiemos los pronombres demostrativos por tres nombres: Xavi, Iniesta y Busquets. Ya en su tiempo tuvieron que vencer prejuicios considerables. Eran pequeños y ligeros, o alto, flaco y lento en el caso de Busquets.
No hace falta decir que el trío ha pasado a los anales como la mejor línea de centrocampistas en la historia del Barça, del fútbol español y una de las mejores del fútbol mundial, si no la mejor. Conocían al dedillo los secretos del juego, imponían su criterio con una facilidad pasmosa y, por si acaso, engañaban al personal con su presunta falta de proteínas. Xavi recorría más kilómetros que nadie, Iniesta utilizaba el cuerpo como escudo infranqueable para guardar la pelota y Busquets leía las acciones defensivas con una claridad incomparable.
Lee también¿No servirían para el fútbol de hoy? Servirían lo mismo que Pedri y Vitinha, o Bernardo Silva en su excepcional contribución a los mejores años del Manchester City. Tanto Pedri como Vitinha representan el fútbol que nunca morirá, a pesar de los agoreros que descuentan a esta clase de jugadores década tras década. Detrás de una estampa que no impresiona se esconden la sabiduría, astucia y el despliegue que marcan diferencias sustanciales. Sin ellos, no se entenderían las brillantes ediciones del Barça y el PSG, los dos equipos que ahora mismo marcan tendencia en el mundo. Qué maravilla que construyan la diferencia con dos centrocampistas a los que la modernidad imperante consideraba pasados de moda.
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