Verdeliss se vende mejor que el atletismo
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Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos
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La pista cubierta de Gallur, en Madrid, es un espacio mágico. Entre las bóvedas de madera se filtran los rayos del sol y se crea un hermoso claroscuro sobre un tartán tan marrón que parece un sendero de tierra. Allí, durante cuatro sesiones y tres días, lo mejor del atletismo español se ha exhibido para delirio de un público, no más de 2.500 personas el mejor de los días, que ha vibrado con un demonio de Tasmania llamado Abel Jordán, que hunde sus raíces en Cuba por esos dramas de la política y de las familias que tuvieron que huir de Franco y luego de Fidel, y con la mejor generación de velocistas de la historia de este país. Pero también viendo flotar sobre el listón a Ona Bonet o el vuelo rasante de Carmen Rosales y Jaime Guerra, al que llaman Aerolíneas Guerra. O una promoción de ochocentistas que, tan buenos son, se reparten entre el 800m y el 1.500m para acaparar casi todas las medallas.
Este fin de semana, bajo esa atmósfera mágica, Maribel Pérez batió el récord de España de 60m y Adrià Alfonso, el de 200m. También cedieron ante el impulso de los jóvenes talentosos tres plusmarcas nacionales sub23. Pero más allá de Gallur y de la comunidad que ama el viejo atletismo y lo sigue por Teledeporte, a la vieja usanza, quizá llegó con más fuerza al gran público un récord menor, el de los 100 kilómetros, una distancia que no es olímpica y que se ha convertido en un refugio para ultrafondistas que no lograron despuntar en el maratón y sus 42,195 kilómetros. Un nuevo éxito para Verdeliss, que se hizo famosa después de correr siete maratones en siete días y siete continentes diferentes.
España se frota los ojos ante esta proeza, muy bien publicitada y que se hace viral gracias a ese vehículo que son las redes sociales y que acelera las noticias. Y los medios, atentos siempre a este acelerador de historias, se hacen eco inmediatamente en busca de lectores que pinchen en sus titulares. Pero casi nadie cuenta que Verdeliss, en realidad Estefanía Unzu, tiene una marca en maratón mucho peor que las grandes especialistas españolas: Majida Maayouf, Laura Luengo, Marta Galimany… Verdeliss, que tiene que contarle a otra influencer, Laura Escanes, que aunque tenga ocho hijos y haya nacido en Navarra no es del Opus Dei, viste hábilmente su récord de 100 kilómetros en Australia con música emotiva —la canción In this shirt, de The Irrepressibles— y su enorme comunidad de seguidores, el equivalente a la población de Bahrein, cae rendida ante este nuevo éxito, uno más. Aunque su verdadero éxito, y muy meritorio, es haber sabido llegar a la gente mejor que Maribel Pérez, Adrià Pérez o la Real Federación Española de Atletismo (RFEA).
El atletismo clásico esboza una media sonrisa y aplaude educadamente los resultados de Verdeliss, pero en la trastienda se lamenta, quizá injustamente, de que ella, que jamás estará en un Europeo o un Mundial, y mucho menos en unos Juegos Olímpicos, se ha hecho mucho más famosa que Maribel Pérez o Adrià Alfonso. Solo hay una atleta que pueda competir en popularidad con Verdeliss, que tiene 1,6 millones de seguidores en Instagram, y es Ana Peleteiro, con 500.000, y no precisamente por su medalla olímpica.
Pero así son los nuevos tiempos. La RFEA publicó varios reels en su cuenta de Instagram durante el Campeonato de España y los más vistos fueron los que tenían como protagonistas a Águeda Marqués —que alcanzó una gran popularidad (cerca de 100.000 seguidores) por sus espontáneas y divertidas respuestas en las entrevistas que hizo después de correr en los Juegos de París—, Peleteiro y Maribel Pérez (81.000 seguidores). La importancia y el peso de las redes sociales en el siglo XXI.
No solo está Verdeliss. Josef Ajram, también alejado de la élite del deporte, se hizo famoso por sus supuestas gestas. Y en el mundillo runner han brotado varios personajes que, con mayor o menor talento para correr, han tenido la habilidad de ganarse una llamativa cantidad de seguidores (y dinero): Raúl Gómez, Pitufollow, Ismanon, Sarabace, Dani Castilla… Porque en 2025 puede ser tan importante ser un buen atleta y alcanzar los Juegos Olímpicos, donde el atletismo no tiene rival, como ser capaz de aglutinar una legión de seguidores a los que encantar, como el flautista, con imágenes bonitas, música tierna y mucha astucia. Bravo por ellos, pero yo prefiero ver acelerar a Mariano García y sus piernas de goma bajo el haz de luz que se cuela por la cubierta de Gallur.
EL PAÍS