¿Cuánto dinero deberías tener en tu cuenta bancaria?

Muchas veces leo blogs de finanzas personales, principalmente en inglés, porque encuentro perspectivas interesantes sobre distintos temas. Hace unos días me encontré precisamente con un artículo que hablaba sobre este tema. Me puso a pensar en cómo yo, a lo largo de los años, he modificado la manera como manejo mi cuenta bancaria.
Cuando empecé mi vida laboral, en México había cierta volatilidad. No me tocó la época de la hiperinflación, pero sí un entorno de inestabilidad en el tipo de cambio y de tasas de interés elevadas. Ganaba poco y ya tenía muchas obligaciones (estaba por casarme, con un bebé en camino).
Entonces, cada vez que me pagaban, inmediatamente pasaba ese dinero a un fondo de inversión de corto plazo y liquidez diaria. Cada día ganaba unos cuantos pesos extra. Manejaba con cuidado las distintas fechas de pago: renta, teléfono, tarjeta de crédito, para pasar a tiempo dinero a mi cuenta bancaria y enfrentar esos pagos. Sólo dejaba en ella el saldo mínimo que me pedía el banco.
Esta no es una buena manera de hacerlo. Es compleja, tiene alta probabilidad de fallar (por ejemplo, que se te pase el horario de retiros del fondo porque una reunión en el trabajo se alargó) y además la vida está llena de sorpresas (por ejemplo, algún imprevisto durante el fin de semana).
Aun así, con algunos ajustes (como mantener un pequeño colchón adicional por si acaso), mantuve esta estrategia por varios años. Hasta que las tasas de interés bajaron, mi salario creció y los pocos pesos extras que “ganaba” al mes por andar moviendo el dinero así, ya no compensaban este esfuerzo.
Cuando descubrí el método que inspiró mi plan de gastos, del que he hablado en varias ocasiones en este espacio, me di cuenta de la libertad que se siente cuando uno vive un mes por delante (el dinero que gasto este mes, es dinero que ya gané desde el mes pasado). Pero sobre todo la que se siente cuando vienen los gastos irregulares fuertes (como vacaciones, pago anual de seguros o inscripciones escolares) y el dinero ya está ahí, listo para sufragarlos sin ningún problema. Uno tiene que vivirlo para comprenderlo.
Pero ese dinero no está en mi cuenta bancaria. De hecho, nunca me ha gustado tener un saldo grande en ella, por seguridad. Si alguien roba o clona mi tarjeta, si alguien me asalta y me obliga a ir al cajero automático, no verá un saldo elevado. Hay algo de dinero, que podrían retirar, pero no demasiado. Si eso pasa, me dará mucho coraje, pero no cambiará realmente nada en mi vida.
Lo que hago cada vez que me pagan es simplemente ejecutar mi plan de gastos. En ese momento, mando dinero a mi cuenta de inversión de largo plazo (ahorro para el retiro) porque es mi prioridad. Me pago primero a mí mismo.
También hago todos mis pagos del mes. Ya no me espero a la fecha de vencimiento de cada recibo o tarjeta de crédito para hacerlos. Simplemente pago todo en un solo día. Así ya no tengo que pensar en ello ni preocuparme el resto del mes y puedo enfocar mi mente en cosas que realmente son valiosas en mi vida.
El resto lo mando a mi cuenta de inversión de corto plazo, manteniendo en mi cuenta bancaria la cantidad que necesito para gastos en efectivo del mes (que no es mucho) y un colchón adicional que equivale al monto máximo de retiro automático que permite mi banco.
Como he comentado en otras ocasiones, no uso la tarjeta de débito para pagar compras y consumos. Uso la de crédito: así no tengo que tener el dinero líquido en mi cuenta bancaria para la mayoría de mis gastos del mes. Sólo para los que se requiere efectivo. Desde luego, la utilizo con cuidado, siempre tomando en cuenta mi plan de gastos (y ajustándolo en caso necesario).
La cuenta bancaria es, para mí, simplemente un medio de administración de mi dinero. No la utilizo para “ahorrar” ni me gusta tener dinero ahí, salvo lo que podría necesitar en menos de 24 horas (o en un fin de semana). El resto de mi liquidez prefiero mantenerla en mi cuenta de inversión de corto plazo.
Pero cada persona es diferente. Muchos simplemente reciben su salario en su cuenta de nómina y no mueven el dinero: de ahí hacen sus compras con la tarjeta de débito y pagan las demás cosas con su banca electrónica. Algunos se administran bien así, otros no.
Lo importante es tener una estrategia que te funcione y con la que tú te sientas tranquilo.
Eleconomista