Energía en Lata: Del ritual al Rush

Desde hace siglos, la humanidad ha buscado formas de mantenerse despierta, alerta y con energía para enfrentar los retos del día. Esta necesidad ha dado origen a un sinnúmero de hábitos y rituales, siendo el café uno de los más antiguos y universales. Originario de Etiopía, el café se popularizó en el mundo árabe durante el siglo XV y eventualmente conquistó Europa y gran parte del planeta. Hoy es parte esencial de la rutina diaria de millones de personas, especialmente en países como Brasil, Italia, Colombia o Estados Unidos, donde una taza por la mañana es casi sagrada.
En México, el café ha sido adoptado de forma masiva, aunque con variaciones. Mientras en otros países predomina el espresso o el café de filtro, en México conviven el café de olla, las cápsulas, el instantáneo y el americano diluido. El objetivo común es claro: activar el cuerpo y la mente.
En el mundo moderno, la cafeína ya no llega solo en forma de café caliente. Las bebidas con cafeína han evolucionado, diversificado sus formas y se han adaptado al ritmo acelerado de nuestras vidas. En México, una de las formas más populares de consumir cafeína no es a través del café, sino de los refrescos de cola.
México es el país que tiene uno de los consumos de refrescos per cápita más altos del mundo: se estima que se consumen alrededor de 160 litros por persona al año, una cifra que supera ampliamente a la mayoría de los países desarrollados; siendo Coca-Cola el que domina, con una participación estimada de más del 65% en el segmento de refrescos de cola.
Pero más allá de una bebida refrescante, los refrescos de cola se han convertido en una fuente común de cafeína para millones de mexicanos. Es una bebida económica, accesible y ofrece una dosis moderada de energía. La toman trabajadores del campo y de la ciudad como parte de su almuerzo o desayuno. Familias enteras la integran a sus comidas diarias, y también ejecutivos que buscan una bebida para activarse por la tarde o acompañar una reunión informal.
La democratización del consumo ha sido clave en su éxito: el refresco de cola es una bebida que une a distintos estratos sociales, indulgente, refrescante y cumple con el propósito energético, aunque de manera sutil.
En paralelo, el mundo ha visto el ascenso de una nueva categoría: las bebidas energizantes. Red Bull, Monster, Vive100, Boost y otras marcas han crecido aceleradamente en muchos países, ofreciendo un golpe más directo y poderoso de energía a través de sus dosis altas de cafeína, combinadas con taurina, vitaminas del complejo B y otros ingredientes estimulantes.
En mercados como Estados Unidos o Europa, estas bebidas se han consolidado entre los jóvenes, los estudiantes, los gamers y los trabajadores nocturnos. Se pueden encontrar tambien en versiones con ingredientes naturales llamados “clean energy”. En algunos casos, incluso han desplazado al café entre los consumidores más jóvenes que buscan un efecto inmediato y sin el sabor amargo del grano.
En México, el crecimiento de esta categoría ha sido más moderado. Si bien ha ganado terreno, especialmente entre los jóvenes y en regiones urbanas, enfrenta una barrera clara: el precio. Mientras “una coca” de 600 ml puede costar entre 17 y 20 pesos, una bebida energizante promedio cuesta entre 25 y 45 pesos. En un país con el ingreso per cápita limitado, esta diferencia pesa mucho.
La pregunta que queda sobre la mesa es interesante: ¿el bajo precio del refresco de cola es una fortaleza insuperable o una distorsión del mercado? ¿Debe la industria de energizantes encontrar formas de reducir sus precios para competir? ¿O es “una coca” tan barata que termina siendo la opción predilecta, no solo por hábito, sino por necesidad?
En una economía donde el consumidor busca cada vez más valor por su dinero, las marcas que puedan entregar energía, sabor y accesibilidad tienen el camino pavimentado hacia el éxito. Mientras tanto, el refresco de cola sigue siendo el rey de la energía cotidiana en México, pero el trono podría no ser eterno si los energizantes logran cerrar la brecha económica y conectar con nuevas generaciones.
El futuro de la “energía enlatada” está en juego. Y como siempre, será el consumidor quien tenga la última palabra.
Esto fue Mas Allá del Éxito. Nos leemos pronto!!
Eleconomista