El PP no consigue capitalizar el malestar de los aliados de la investidura

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El PP no consigue capitalizar el malestar de los aliados de la investidura

El PP no consigue capitalizar el malestar de los aliados de la investidura

El Partido Popular intentó valerse ayer del clima político de desconfianza y desgaste entre el Gobierno y sus socios parlamentarios y acabó protagonizando una nueva bronca en el Congreso. En este caso para intentar que la comparecencia del presidente del Gobierno por la trama de corrupción que ha explotado en el seno del PSOE pase de ser urgente a inmediata. Concretamente mañana mismo y no el 9 de julio, que es la fecha que ha planteado el Ejecutivo. Pero el tono y las formas empleadas por su portavoz parlamentario, Miguel Tellado, dieron al traste con el principio de acuerdo que llegó a vislumbrarse en algunos momentos de la jornada.

Usando a su favor las distancias que algunos aliados del Ejecutivo –como ERC, Junts o Podemos– han empezado a marcar por la gestión del escándalo, y a quienes el plazo de tres semanas les parece excesivo, Tellado interrumpió el inicio de la sesión plenaria para solicitar que el citado cambio de fechas fuese sometido a votación.

Entre gritos de “manos arriba, esto es un atraco” y “sinvergüenza” coreados por sus compañeros de bancada, el portavoz popular invocó el artículo 68.1 del reglamento, según el cual el orden del día puede ser alterado “por acuerdo de este, a propuesta del presidente o a petición de dos grupos parlamentarios o de una quinta parte de los miembros de la cámara”. Pero Francina Armengol frenó su acometida.

La presidenta del Congreso remitió a la bancada popular a la junta de portavoces como espacio para dirimir estos asuntos. Algo que el PP interpretó como un nuevo choque institucional, lo que disparó el nivel de sus quejas.

El PNV advierte al presidente de que existen límites: “No cabe todo para que no llegue la derecha”

Los de Alberto Núñez Feijóo se erigieron en abanderados de una mayoría parlamentaria partidaria de adelantar la comparecencia de Sánchez que incluiría a formaciones dispares como Vox, Junts, Sumar, Podemos PNV, ERC y BNG, entre otros. Pero les salió mal.

Lo que sucede es que los populares dieron por hecho –de manera “interesada”, vistas las quejas y puntualizaciones posteriores de algunos de los afectados–, que todos los grupos estaban dispuestos a adelantar la comparecencia este mismo jueves, cuando lo que la práctica totalidad de los socios de investidura plantea es una solución intermedia. “Que no sea en 48 horas, pero tampoco en tres semanas”, sintetizaron fuentes parlamentarias.

Pero para entonces la bronca del PP ya había sido un éxito y muchos de sus diputados la tuitearon desde sus escaños.

El Gobierno esgrime que los tiempos propuestos por el PP son imposibles de cumplir. Sánchez está inmerso esta semana en una ronda de contactos con todos los grupos, y la próxima debe asistir a la cumbre de la OTAN en La Haya (24 y 25 de junio), así como al Consejo Europeo (26 y 27). En ese contexto, sostienen, la primera fecha “realista” es el 9 de julio.

Los comunes no descartan salir del Gobierno si surgen nuevos casos de corrupción

Esta explicación convenció parcialmente a partidos como Sumar, PNV y EH Bildu, que aceptaron la imposibilidad inmediata, pero rechazaron postergar tres semanas la comparecencia al entender que alimenta el desgaste del Ejecutivo.

Pero no convenció a ERC, que, por medio de su portavoz, Gabriel Rufián, señaló que el Gobierno “dice que el presidente no puede comparecer ya porque tiene que cumplir con su agenda internacional. Pero deberían entender que, para seguir cumpliendo con esa agenda, debe seguir siendo presidente”.

Y aún menos persuadió al PP, que, obstinado en adelantar la comparecencia al máximo, dobló su apuesta planteando una reunión extraordinaria de la junta de portavoces de forma que, a la finalización del pleno –presumiblemente mañana al mediodía–, le siga automáticamente otro para debatir sobre el caso de Santos Cerdán.

Al margen de la fecha final de la comparecencia de Sánchez, el debate sobre las explicaciones que el presidente del Gobierno debe dar en sede parlamentaria evidenció las distancias que, con todas las cautelas, han ido adoptando algunos de sus socios de investidura.

Podemos subraya que “Sánchez no puede ser parte de la solución porque el PSOE es parte del problema”

Es el caso de Podemos, que subrayó que “Sánchez no va a poder ser parte de la solución porque el PSOE es parte del problema”. También de los comunes, quienes, siguiendo la estela marcada la víspera por la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, endurecieron el tono y dejaron sobre la mesa la posibilidad de salir del Gobierno –como fuerza coaligada dentro de Sumar– si se conocen nuevos tentáculos de la trama.

Por su parte, el PNV, por medio de Aitor Esteban, advirtió al presidente del Gobierno de que “no cabe todo para que no llegue la derecha” a gobernar. “La situación es muy delicada” y el PSOE debe “aclarar la situación y demostrar que se acaba en tres personas y ver si es solo por lucro personal”, declaró el recientemente elegido presidente del PNV. “Pero en algún sitio hay una raya,” añadió Esteban para criticar las declaraciones realizadas por Sánchez la víspera en las que declaró de manera “rotunda” que el Gobierno continuará “para que no llegue la derecha”.

Esteban, de hecho, le aconsejó “prudencia y humildad” en vez de retar al PP a presentar una moción de censura escudándose en que “es imposible que salga adelante”. Porque, como apostilló en declaraciones a Radio Popular, será “muy difícil” agotar la legislatura y llegar al 2027 si no “aclara perfectamente” este caso y no aprueba unos presupuestos generales.

El BNG fue más allá y evidenció su malestar anunciando que no participará en la ronda de reuniones convocada por Sánchez, que considera una especie de “cuestión de confianza individualizada”

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