Así funciona un aplauso: el experimento que desvela su sorprendente física
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El gesto de aplaudir está tan arraigado en las culturas humanas que rara vez nos detenemos a pensar en su verdadera naturaleza. Desde ovacionar una actuación brillante hasta celebrar un logro colectivo, el aplauso parece un acto universal, casi instintivo. Pero más allá de su carga emocional y social, ¿qué ocurre realmente cuando aplaudimos?
Un reciente estudio publicado en Physical Review Research nos invita a mirar los aplausos con ojos científicos. Utilizando una combinación fascinante de datos reales, cámaras de alta velocidad, ensayos de laboratorio y simulaciones por ordenador, los investigadores han revelado que aplaudir no es solo un acto simbólico: es también un fenómeno físico con propiedades acústicas complejas y sorprendentes.
Primero, construyeron un resonador de Helmholtz, para lo que solo se necesita una bolsa de aire cerrada con una abertura conectada por un 'cuello'. El interior de una botella de vidrio funciona; también funciona el espacio entre las manos que aplauden; de ahí el objeto de experimento.
Cuando el aire vibra al desplazarse por el cuello de una cavidad, se producen ondas sonoras cuya intensidad varía según el volumen del espacio de aire y las dimensiones físicas del cuello y su abertura. Esta mecánica también está presente en algo tan cotidiano -y aparentemente simple- como aplaudir.
Diferentes tipos de aplausosCada vez que juntamos las manos con fuerza, se genera un chorro de aire que se escapa por el pequeño hueco entre el pulgar y el índice. Ese impulso no es solo una corriente invisible: es energía en movimiento. “Este chorro de aire transporta energía”, señala el investigador Yicong Fu, líder de este trabajo e ingeniero mecánico en la Universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York. Y es precisamente esa energía la que da origen al característico sonido del aplauso, al provocar vibraciones en el aire que se expanden rápidamente a nuestro alrededor.
El equipo probó aplausos humanos reales y réplicas de silicona para comprender no solo la acústica, sino también los detalles del flujo, la presión y la colisión. El objetivo era observar cómo interactúan todas las partes. Para ello, los investigadores diseñaron una serie de pruebas para explorar a fondo la mecánica del aplauso. Algunas consistían en chocar las manos formando una cavidad, como pequeñas cámaras resonantes; otras utilizaban las palmas completamente planas, y en ciertos casos, eran los dedos los que impactaban contra la palma.
Comprendiendo la física de los aplausos¿El resultado? Cada aplauso suena diferente según la forma de la mano, la suavidad de la piel y la velocidad. Los distintos sonidos generados no eran aleatorios: sus frecuencias coincidían sorprendentemente con las que produce un resonador de Helmholtz, un tipo de cavidad acústica clásica que se encuentra tanto en instrumentos musicales como en botellas silbantes. Aparentemente, cada aplauso esconde una sofisticada física que conecta nuestras palmas con los principios de la resonancia sonora.
“Una de las aplicaciones más prometedoras de esta investigación es la identificación humana”, afirmó Guoqin Liu, investigador de posgrado del centro de acústica. “Solo a través del sonido, pudimos determinar quién lo hizo”. Entender los secretos físicos que se esconden detrás de un aplauso podría tener aplicaciones sorprendentes. Según explica Fu, esta nueva comprensión permitiría, por ejemplo, identificar a una persona solo por la acústica de su aplauso, como si se tratara de una huella dactilar sonora.
El gesto de aplaudir está tan arraigado en las culturas humanas que rara vez nos detenemos a pensar en su verdadera naturaleza. Desde ovacionar una actuación brillante hasta celebrar un logro colectivo, el aplauso parece un acto universal, casi instintivo. Pero más allá de su carga emocional y social, ¿qué ocurre realmente cuando aplaudimos?
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