Así se vive una adicción al 'chemsex': "Llegué a pasar días encerrado en una casa consumiendo y teniendo sexo"
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El protagonista de esta historia tiene 36 años. Su nombre ficticio será Juanjo, ya que bajo ningún concepto quiere revelar su identidad real. Tras unos años con pareja estable, en 2023 se quedó soltero y comenzó a buscar experiencias "intensas y variadas". Eso que perseguía lo encontró en bares orientados al sexo y destinados exclusivamente a público gay.
Acudir a estos sex-clubs y utilizar aplicaciones de ligue, se convirtió en su rutina. Además, se añadió otro elemento a la ecuación: las drogas. El popper fue la primera, pero no la única. Un día, Juanjo buscaba sexo y cuando llegó a casa de su ligue se encontró ALFA-PVP, una sustancia con efectos estimulantes cuyo consumo puede producir intoxicaciones o incluso la muerte. "Es muy adictiva", reconoce.
Tanto es así que en 2017 el Sistema Español de Alerta Temprana (SEAT), coordinado por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, alertaba sobre ella: "La forma de presentación más habitual de la ALFA-PVP en nuestro país es la de polvo de color blanco, aunque puede presentarse como polvo de color marrón o incluso negro, cápsulas conteniendo polvo, comprimidos con logos de marcas, líquido, o incluso como gominolas de diferentes colores".
Meses después de ese primer contacto conoció a otro chico que consumía todo tipo de estupefacientes, los tenía siempre a su alcance porque era traficante. En aquel momento las visitas esporádicas se convirtieron en asiduas: "Hacía fiestas de chemsex con muchos hombres. Llegué a pasar días consumiendo mientras practicaba sexo".
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El término chemsex hace referencia a las prácticas sexuales en sesiones de larga duración en las que se consumen drogas psicoactivas, como ácido gamma-hidroxibutírico (GHB), mefedrona y metanfetaminas, y en su mayoría entre hombres que mantienen sexo con hombres.
Y eso se convirtió en un problema para Juanjo. "Iba a trabajar colocado y sin haber dormido, cancelaba planes con mis amigos y parte de mi economía la destinaba al consumo", confiesa a El Confidencial.
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Pasaron unos meses y Juanjo seguía con la misma dinámica hasta que se dio cuenta de que debía parar: "Me puse en contacto con una especialista porque mi vida se estaba desmoronando". Y poco tiempo después de tomar esa decisión, le diagnosticaron VIH. "Estuve ingresado en el hospital un mes a causa de los síntomas", recuerda.
Tras su alta, se propuso llevar una vida más saludable, pero a las dos semanas volvió a recaer. "Consumía dos o tres días a la semana hasta febrero de 2024. Pedí ayuda de nuevo y recaí otra vez en mayo del año pasado. Ahora, aunque de vez en cuando consumo, estoy bastante controlado y sigo yendo a terapia psicológica, aunque me cuesta todavía hablar de esto. Las aplicaciones de ligar son la entrada al chemsex porque en diez minutos puedes conseguir sexo y drogas", asegura.
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Desde el diagnóstico se ha sentido apoyado por su familia y amigos. Debido a toda esta situación, decidió dejar su trabajo hace unos ocho meses: "Tenía que afrontar los problemas que me había generado el chemsex, al final consumes para olvidarlos, es una vía de escape".
Igualmente, cuenta las dinámicas con las que se ha encontrado durante este tiempo. "Los entornos son bastante tóxicos, sé de una persona a la que grabaron teniendo relaciones y difundieron el vídeo entre sus familiares. También he visto móviles y objetos de valor que no cuadraban con los perfiles, al final tienes miedo de que te roben porque priorizan el consumo ante cualquier otra cosa", insiste.
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Por último, opina que esta práctica es una realidad "bastante oculta" a nivel social. "He visto a chiquillos de 20 años en este contexto, el chemsex está tan extendido que es una lástima que se normalice el sexo acompañado de sustancias, parece que la gente relativiza su consumo. Tampoco se debería estigmatizar al colectivo", dice. Asimismo, añade que habría que analizar por qué es más frecuente en la comunidad gay: "Las instituciones deberían tomar medidas antes de que las consecuencias sean más graves". Mientras tanto, compañías como ViiV Healthcare organizan jornadas de formación para las ONG con el fin de abordar la problemática.
Este panorama lo conoce bien Iván Zaro, director del área de Salud en la ONG Imagina MÁS Madrid, que reconoce que han visto un "aumento de casos". Lo achaca al cierre del ocio nocturno durante el covid y a la ansiedad e incertidumbre de la situación: "La gente hacía fiestas en domicilios por el toque de queda".
"Es fundamental seguir trabajando para mejorar la sensibilización y accesibilidad de estos perfiles a la red de adicciones"
Comenta que el perfil del usuario de chemsex en España es un hombre de unos 35 años con estudios universitarios, trabajo y sin pareja. "Acuden a nosotros porque conocemos la realidad y somos parte de la comunidad, no les vamos a juzgar por su orientación o estilo de vida. Las terapias que ofrecemos son gratuitas y la administración debe ser nuestra aliada", sigue.
Él mismo formó parte de la coordinación del último estudio Aproximación al Chemsex en España. "Los resultados que observamos es que los usuarios encuentran en la red de atención a las adicciones la intervención interdisciplinar y personalizada necesaria, con un enfoque biopsicosocial para poder atender la diversidad de consecuencias que puede producir el consumo de drogas con fines sexuales y, la disponibilidad de poder actuar desde la prevención, reducción del riesgo y tratamiento integral", expone dicho documento.
"Por tanto, es fundamental seguir trabajando para mejorar la sensibilización y accesibilidad de estos perfiles a la red de adicciones con estrategias de atención en proximidad y testar diferentes formas de acercamiento, online, aplicaciones de contactos e Instagram, y presencial, para facilitar la atención en fases más tempranas", remata.
El Confidencial