Estudiante creó prótesis para niña que nació sin una pierna: se fabrica en un día y se adapta a cualquier terreno

A los cinco años, María Fernanda recibió su primera prótesis: un molde artesanal hecho de masilla de puertas que le fabricó su padre. En ese entonces, el sistema de salud llevaba años prometiéndole una solución que “venía en barco” y que nunca llegaba.
Hoy, nueve años después, María Fernanda (Mafe para las personas más cercanas) camina con una prótesis impresa en 3D, ligera como una pluma, resistente como su madre, y diseñada con tecnología de punta por un joven estudiante de ingeniería biomédica que decidió convertir su trabajo de grado en algo más que un texto académico.
El caso de María Fernanda y su nueva prótesis es un relato de ciencia, pero sobre todo de humanidad. Un testimonio donde el conocimiento no se quedó en los laboratorios, donde la solidaridad no se agotó en discursos.
María es la prueba de cómo caminar puede ser un milagro, un derecho y, gracias a la ingeniería, también un acto de dignidad.
Milena Patricia Roa recuerda cada detalle del día en que nació María Fernanda. Venía de un embarazo difícil: tres sangrados, hospitalizaciones constantes y una EPS que apenas le hizo una ecografía durante los nueve meses.
“Yo estaba afiliada, pero nunca me atendió como debía. Yo reviento fuente y una doctora, chateando en el celular, me dice que eso eran solo ganas de hacer ir al baño”, cuenta.
María nació sin su pierna derecha. Su madre no lo sabía. Nadie se lo dijo. Nadie lo detectó. Tampoco le explicaron el porqué. Milena solo recuerda el llanto, la confusión y un vacío enorme. Desde entonces, se enfrentó sola a un camino lleno de puertas cerradas, excusas médicas y negligencia institucional.

En la foto: Milena Roa y María Fernanda. Foto:Cortesía de la Escuela de Ingeniería.
Pero también de resistencia: “Yo le inventaba el zapato a mi hija. Le metía algodón, medias, lo que fuera, para que pudiera caminar. Y caminó. al año y medio, sin prótesis”.
La esperanza llegó cuando la niña tenía cinco años, Milena y María conocieron, por casualidad, la Fundación Fuente de Esperanza (Fundafe). Milena cuenta que estaba llorando en una escalera, le reclamaba a Dios por otra puerta que se cerraba. Quince minutos después sonó su teléfono. Era Juan Ricardo Salcedo, el mecánico que lidera Fundafe.
Salcedo le pidió una foto del muñón de su hija. Al día siguiente, tenían una cita. Una semana después, María Fernanda tenía una prótesis de verdad.
Juan Ricardo no estudió ortopedia. Tampoco medicina. Es mecánico industrial y fundador de Fundafe, una organización que, desde hace 18 años, transforma materiales reciclables en prótesis funcionales para personas de escasos recursos. Lo hace con voluntad, creatividad y confianza en Dios.
Actualmente, con la visibilidad de la fundación, tiene un carro-taller bautizado “Movilizando Corazones”, con el que recorre el país ayudando a las personas que no tienen acceso a prótesis.
“Al principio fabricaba prótesis con acero y aluminio duro. Con siete prótesis al año me sentía grande. Hoy hacemos más de 80 anuales y más de 450 mantenimientos”, explica Ricardo. Todo con un modelo de economía circular que involucra a comunidades, empresas y la voluntad del quien quiera ayudarles.
Juan, además, fue el puente que acercó a María Fernanda a los profesores Luis Eduardo Rodríguez Cheu, Jenny Castiblanco y el estudiante Sergio Triviño Ortega, de la Escuela de Ingeniería Julio Mario Garavito, en Bogotá.
En ese sentido, la rectora de la Escuela de Ingeniería, Myriam Astrid Angarita Gómez, asegura que poder establecer estas alianzas estratégicas y, de cierta manera, cambiarle la vida a María Fernanda es "darle sentido al conocimiento y sentido a la ciencia".
La prótesis de María, en el mercado, cuesta entre 25 y 35 millones de pesos. "Nosotros la fabricamos por 7 millones, porque cada quien pone un pedacito”, cuenta Gómez.
Juan Ricardo, en conversación con este diario, hace referencia a la alianza entre la Escuela de Ingeniería, Fundafe y la empresa 3D Solutions, quienes, gracias a su trabajo conjunto, abrieron una oportunidad para las personas de escasos recursos que necesitan una prótesis en el país.

Parte del equipo interdisciplinar que colaboró para entregarle la prótesis a María Fernanda. Foto:Cortesía Escuela de Ingeniería.
Sergio Triviño Ortega tiene 23 años y una sonrisa nerviosa que se le escapa cuando habla de María Fernanda. Siendo estudiante del programa de Ingeniería Biomédica del convenio entre la Escuela Colombiana de Ingeniería y la Universidad del Rosario, decidió que su trabajo de grado no sería un documento olvidado en una biblioteca.
“Yo quería algo con impacto social. Cuando conocí a Juan y supe de Mafe, no lo dudé: me le mido”, recuerda el joven.
Desde entonces, se dispuso a crear el diseño de una prótesis transtibial que fuera ligera, resistente, funcional y asequible. Con ayuda de sus tutores de tesis. Además, contactó a la empresa colombiana 3D Solutions, que le ofreció sus impresoras y materiales.
Eligieron un compuesto hiperelástico llamado Onyx, reforzado con fibra de carbono y acero inoxidable. El resultado: una prótesis modular que se adapta a diferentes terrenos, que puede usarse en ambos pies, y que permite reemplazar solo la parte dañada sin rehacerla entera, y que se fabrica en menos de 24 horas.

En las manos de María Fernanda su nueva prótesis impresa en 3D. Foto:Cortesía Escuela de Ingeniería.
“El costo se redujo entre 10 y 20 veces frente a una prótesis convencional. Y el tiempo de espera pasó de más de un año a menos de una semana”, explica Sergio.
Pero lo que más lo emociona no son los números.“Conocer a Mafe lo cambió todo. Ya no era una nota, era una vida. Una niña que quería correr, jugar, bailar en sus 15. No podía fallarle”.
El proceso de creación de la prótesis combinó tecnología de punta con un sentimiento profundo de solidaridad. El resultado fue una niña feliz, que podía correr y bailar.
Para que María Fernanda lograra la mayor movilidad, en el laboratorio de análisis de marcha de la universidad, un sistema de cámaras infrarrojas y sensores mide cómo camina una persona, dónde carga su peso, cómo responde su cuerpo. Esa información permitió calibrar la prótesis con precisión milimétrica.
El ensamblaje final se hizo durante una jornada maratónica de seis horas. Sergio, Juan y el equipo universitario trabajaron hombro a hombro, midiendo, puliendo, ajustando. “Queríamos que Mafe sintiera que caminaba en las nubes”, dicen los profesores.
Y así fue, una de las primeras reacciones de María al probar su nueva prótesis fue sorprenderse por lo liviana que es en comparación de la que ya tenía.
La anterior prótesis de María Fernanda le fue dada por Fundafe. Ella recuerda que "tenía una jirafita y se me la dieron en una carpa gigante, como si fuera un estadio".
Hoy, con su nueva prótesis 3D, la sensación es aún más liberadora. María sueña con jugar fútbol, saltar, correr y sobre todo, demostrarle a las personas que le hicieron 'bullying' que ella pudo lograrlo.
“Me dicen que no puedo. Pero ya no me duele. Ahora digo: sí puedo. Yo sí puedo”, repite, como un mantra. Su madre la mira con orgullo, y dice: “Nunca la he limitado. La dejo subir lomas, brincar. Porque los hijos no se deben limitar, se deben acompañar”.
El impacto que apenas comienza El diseño de la prótesis no quedará en secreto. Sergio y su equipo decidieron liberarlo como código abierto. Cualquier persona en el mundo podrá descargarlo, imprimirlo y adaptarlo según sus necesidades.
“Queremos que nadie más tenga que esperar años ni hipotecar su vida por una prótesis”, dice el profesor Rodríguez Cheu.
La visión de Sergio y sus tutores es ambiciosa: crear una red global de acceso libre a dispositivos de apoyo de bajo costo y alta funcionalidad.
Un mundo donde caminar no sea un privilegio, sino un derecho garantizado por la ciencia, la solidaridad y las voluntades de quienes pueden aportar.
La rectora Astrid Angarita hace un llamado a fomentar las alianzas de las instituciones de educación superior, las empresas privadas y el gobierno para generar nuevas soluciones de innovación, que con su sentido social ayuden a más personas.
Este proyecto no termina con María Fernanda. Fundafe, las universidades y 3D Solutions ya se están pensando nuevas colaboraciones.

El abrazo de agradecimiento de María Fernanda al estudiante Sergio, quien creo su prótesis. Foto:Cortesía Escuela de Ingeniería.
La tecnología desarrollada no solo sirve para prótesis, sino también para guías quirúrgicas, implantes craneales y otras soluciones médicas. Además, los datos recopilados alimentarán futuras investigaciones científicas y publicaciones académicas.
“Queremos construir evidencia para que el sistema de salud entienda que esto es viable, necesario y urgente”, dice la profesora Jenny Castiblanco.
Porque, como concluye Juan Ricardo, “las fundaciones no deberían existir. Esto le corresponde al Estado. Pero mientras eso pasa, aquí estamos. Caminando con la chatarra, transformando vidas”.
El día que María Fernanda probó su nueva prótesis, corrió sin detenerse. Sergio la observó con los ojos aguados. Juan sonrió como un padre orgulloso. Milena abrazó a su hija con fuerza. Ese día Colombia, sin saberlo, dio un salto hacia un futuro más justo.
Porque con la esperanza de María Fernanda de una mejor calidad de vida y de poder cumplir su sueño de jugar fútbol , también llegan buenas noticias para el país y las personas que más lo necesitan.
ÁNGELA MARÍA PÁEZ RODRÍGUEZ - ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO.
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