Sara Marin Berbell, doctora: "No te duches después de comer, le quita toda la prioridad al estómago, produciendo acidez, pesadez y hasta mareos"
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Darse una ducha justo después de comer podría parecer una práctica inocente e incluso relajante, que realiza mucha gente sin pensarlo. Sin embargo, según la doctora Sara Marin, puede tener consecuencias negativas para la digestión. En un vídeo reciente que se ha hecho viral en redes sociales, la médica ha explicado con claridad por qué este hábito puede perjudicar a nuestro cuerpo, especialmente al sistema digestivo, y ha recomendado esperar un tiempo prudencial antes de meterse bajo el agua.
"Después de comer, la sangre va a tu estómago para ayudar a digerir toda esa comida", ha detallado la doctora Marin en su exposición. El proceso digestivo, según ha explicado en el vídeo, es exigente en términos energéticos, lo que hace que el cuerpo redirija el flujo sanguíneo hacia el aparato digestivo con el objetivo de facilitar su funcionamiento. Es lo que ocurre tras cualquier comida copiosa: el cuerpo prioriza la digestión, y eso requiere recursos.
Sin embargo, cuando alguien se ducha, especialmente con agua caliente, el cuerpo interpreta que necesita regular la temperatura, por lo que se produce una redistribución del flujo sanguíneo. "El cuerpo manda toda la sangre a la piel para abrir los vasos y ayudarte a regular la temperatura", ha añadido Marin. Esto significa que el estómago deja de recibir la sangre que necesita para digerir con normalidad.
El resultado es un proceso de digestiones más lentas, sensación de pesadez, acidez e incluso mareos. La doctora ha alertado que es un proceso similar al que popularmente se conoce como “corte de digestión”, algo que muchos recuerdan como una advertencia clásica de madres y abuelas en las playas: no te metas en el agua nada más comer. Aunque en ese contexto el riesgo está asociado al agua fría, el principio subyacente es el mismo: el cuerpo cambia su prioridad fisiológica y pone en segundo plano la digestión para ocuparse de regular la temperatura.
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En el caso de las duchas, sobre todo en verano, el contraste térmico con el ambiente, aunque más suave que el de un chapuzón en el mar, también es suficiente para que el organismo cambie de estrategia. Esto puede interferir en la digestión, sobre todo si la comida ha sido abundante o muy calórica.
"Le quita toda la prioridad al estómago, produciendo digestiones lentas, acidez, pesadez y hasta mareos", señala la doctora, subrayando los efectos más comunes que pueden sentirse en el cuerpo si no se respeta este tiempo de reposo. La recomendación es clara: dejar pasar entre 30 y 60 minutos antes de ducharse tras una comida. Así, se da al cuerpo el tiempo suficiente para que inicie la digestión de forma correcta sin interrupciones.
Esta advertencia se vuelve especialmente relevante en los meses más calurosos del año, cuando el cuerpo ya está trabajando para mantener la temperatura corporal estable. "Sobre todo ahora en verano", apunta Marin, “espera 30 o 60 minutos para ducharte”, ya que en esta época el riesgo de que se produzcan alteraciones en la digestión es más alto por las temperaturas elevadas.
Diversos estudios y manuales de fisiología respaldan la idea de que ducharse justo después de comer puede interferir con el proceso digestivo debido a una redistribución del flujo sanguíneo. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Gut demostró que, tras una comida, el cuerpo incrementa significativamente el flujo de sangre hacia la arteria mesentérica superior, que irriga el intestino delgado, para facilitar la digestión.
Sin embargo, si en ese momento se toma una ducha caliente, se produce una vasodilatación cutánea que desvía parte de ese flujo hacia la piel para regular la temperatura corporal, tal como explican los principios de fisiología recogidos en el manual Guyton and Hall Textbook of Medical Physiology. Y esto puede derivar en digestiones más lentas, sensación de pesadez o incluso mareos.
El Confidencial