El Centro Acuático Olímpico: la piscina de Saint-Denis donde te sentirás como Léon Marchand

Empujamos la puerta de cristal y al instante las electrizantes notas de "Parade", el himno de los Juegos Olímpicos de 2024 , empiezan a resonar en nuestras mentes. Nos erguimos y estiramos los hombros, con un porte digno y conquistador, para demostrar que somos dignos del lugar y del momento. Con el sombrero bien puesto, las gafas protectoras en la mano y el bañador ajustado, casi sentimos la tentación de saludar con la mano a la multitud que ha venido a animarnos. Solo que las gradas están vacías. De hecho, salvo por los pocos socorristas, reducidos a meros puntos rojos, parecen tan diminutos en este vasto e inmaculado espacio (y nuestra miopía no mejora), que estamos completamente solos. Bueno, estoy absolutamente solo. Bajo la bóveda de madera clara que ondula como una ola, la piscina olímpica de 50 metros me espera solo a mí. El suave chapoteo de su agua turquesa y clorada me llama.

Avanzo, serio y concentrado, con la vista puesta en el carril central. El voluptuoso sonido de un chapoteo rompe el silencio. Durante una hora, nado largo tras largo: crol, pull-buoy, braza, espalda, un patético intento de mariposa, atascado en la etapa de oruga subacuática... Nada puede arruinarme la diversión. Ningún tipo que se crea Léon Marchand y me dé una bofetada al adelantarme, ninguna abuela en modo estrella...

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