¡130 años valen la pena celebrarlos!

Por Maryse Dumas, sindicalista
El 13 de junio, estamos todos invitados a una gran fiesta de cumpleaños. Tendrá lugar por la noche en la explanada del ayuntamiento de Montreuil. La CGT celebrará allí su 130.º aniversario. Todo está previsto para una alegre noche de hermandad y solidaridad, porque no se trata en absoluto de olvidar los grandes problemas del mundo. La celebración nos dará la fuerza y el entusiasmo para continuar con nuestras luchas diarias, tan necesarias. La CGT no cumplirá realmente su 130.º aniversario hasta septiembre, el 23 para ser exactos. Fue en esta fecha, de hecho, que en 1895, en Limoges, 28 federaciones de industrias y oficios, 18 bolsas de trabajo y 126 sindicatos independientes fundaron la Confederación General del Trabajo, la primera confederación sindical creada en Francia, cuyo desarrollo y estructuración influyó en todas las demás. También se planean iniciativas en Limoges el próximo septiembre y a lo largo del próximo semestre.
La celebración en Montreuil será, por lo tanto, un lanzamiento más que una culminación. ¡No hay duda de una culminación! La CGT continúa su lucha. Así como sus fundadores nunca imaginaron, al crear la CGT, que tras muchas vicisitudes, pero también grandes momentos de lucha y conquistas socialdemócratas, seguiría existiendo 130 años después, hoy no podemos saber cuál será el futuro de esta organización sin la cual nuestro país no sería lo que es. Lo único de lo que podemos estar seguros es que la necesidad de que los trabajadores se organicen para ganar respeto, luchar y conquistar derechos estará presente mientras perdure la explotación capitalista. Corresponde a la CGT realizar los esfuerzos necesarios de renovación interna para ser la que mejor responda a esta necesidad y a la no menos importante necesidad de transformar fundamentalmente el trabajo y la sociedad. La visión del papel del sindicalismo que defiende la CGT marca su especificidad en el panorama sindical nacional e internacional.
En Amiens, en 1906, su congreso adoptó una moción conocida como la "Carta de Amiens", que asignaba al sindicalismo una doble tarea: la defensa de los intereses inmediatos y cotidianos de los trabajadores y la lucha tenaz por el fin del "trabajo asalariado y la gestión", es decir, el fin de la explotación capitalista. Posteriormente, tras escisiones, reunificaciones, disoluciones y reconstituciones, la CGT se definiría como un sindicalismo "de clase y de masas": clasista para defender a la clase explotada contra la clase explotadora, es decir, al trabajo contra el capital; de masas porque, para lograrlo, era necesario unir y agrupar a todos los explotados. De ahí el deseo de la CGT de organizarse para que todas las categorías de trabajadores se sintieran implicadas en su actividad y fueran incluidas en ella. De ahí una estrategia unitaria dirigida a todo el sindicalismo. De ahí una relación con la política que es a la vez un deseo de independencia, que no implica neutralidad, y una búsqueda de posibles movilizaciones para lograr una transformación profunda de la sociedad y oponerse al gran riesgo, hoy como ayer, de la extrema derecha. Para seguir siendo ella misma, la CGT necesita evolucionar constantemente. Este será uno de los retos de su próximo congreso. Pero, por ahora, ¡celebremos!
L'Humanité