Contracción, baratura, avaricia… Estas estrategias comerciales engañan a los consumidores.

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Contracción, baratura, avaricia… Estas estrategias comerciales engañan a los consumidores.

Contracción, baratura, avaricia… Estas estrategias comerciales engañan a los consumidores.

Shrinkflation, cheapflation, greedflation: estos anglicismos están por todas partes, pero ¿sabes realmente qué significan? ¿En qué medida estas prácticas, denunciadas por diversas asociaciones de consumidores, afectan nuestras compras? Te ayudaremos a comprenderlo mejor.

Esta es la palabra que más hemos visto en los últimos meses. En primer lugar, el término es una contracción de "shrink", que en inglés significa encoger, y la palabra "inflación". Pero, por desgracia, no significa "inflación de contracción", como a todos nos gustaría creer. En realidad, es una práctica de marketing que consiste en reducir la cantidad de un producto manteniendo el mismo precio, o incluso aumentándolo.

Esta práctica es legal, siempre que se modifique el peso del alimento, lo que no siempre ocurre y por tanto induce a error al consumidor.

Estas prácticas han sido denunciadas por la asociación de consumidores Foodwatch en varias investigaciones. Por ejemplo, a finales de 2023, el precio de un paquete gigante de 62 pañales Pampers Baby Dry aumentó de 12,85 € a 16,13 €, a pesar de que el paquete ahora contenía solo 58 pañales, lo que supone un aumento de más del 38 %. Otro ejemplo es el envase de helado de café Carte d'Or, que perdió 107 gramos, pero vio su precio subir un 28,67 % (11,87 € hoy frente a 9,23 €).

Alertado, el gobierno está trabajando desde entonces en un proyecto de decreto para marzo "con el fin de responder a la demanda de los consumidores de una mejor información en caso de una inflación reducida en ciertos productos".

¿Qué es la cheapflation?

"Cheapflation" también es un término que proviene del inglés. Es una contracción de la palabra "cheap", que puede traducirse como "buen precio", y la palabra "inflación".

Esta práctica implica reducir, eliminar o sustituir ingredientes por sustitutos más económicos, sin reducir el precio del producto, o incluso a veces incrementándolo. Una práctica que, al igual que la inflación de precios, no es ilegal, pero engaña al consumidor.

Recientemente, la asociación Foodwatch destacó seis importantes productos de marcas cuya composición se ha visto alterada, a la vez que sus precios han aumentado. Entre estos productos se encuentran los palitos de surimi Fleury Michon, que contienen un 11 % menos de carne de pescado, mientras que el precio por kilo aumentó un 40 % entre 2021 y 2023. También se citan: la mayonesa Maille (marca de Unilever), el chocolate Milka (Mondelez), las rillettes Bordeaux Chesnel, los chocolates After Eight (Nestlé) y el pescado Findus (Nomad Foods).

Según la asociación, los fabricantes suelen justificar estos cambios con un aumento del precio de las materias primas durante periodos de inflación, «pero esto no excusa en absoluto la opacidad que rodea a los cambios en las recetas o formatos, ni los aumentos de precios que conllevan», denuncia. Por lo tanto, exige mayor transparencia.

Un término un poco menos conocido, la práctica de la greedflation, del inglés «greed» («avaricia» en francés), consiste en que una marca aprovecha la inflación para aumentar sus precios de venta cuando los costes de producción apenas han subido, precisa Capital .

SudOuest

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