Derechos de aduana: Europa y Estados Unidos avanzarían hacia un acuerdo del 15% en la mayoría de los productos

La imprevisibilidad de Donald Trump, quien será responsable de validar el acuerdo final, exige cautela. Sin embargo, fuentes diplomáticas citadas por Reuters y Bloomberg el miércoles 23 de julio se muestran optimistas sobre un resultado inminente de las negociaciones arancelarias entre Estados Unidos y la Unión Europea. Según los diplomáticos, los Estados miembros están dispuestos a aceptar aranceles del 15 % para la mayoría de los productos, y los funcionarios de la UE insisten en que este impuesto también se aplique a sectores como el automotriz. Las importaciones de acero y aluminio que superen una determinada cuota estarían sujetas a aranceles del 50 %, según las mismas fuentes.
A una semana de la fecha límite, la UE lucha por llegar a un acuerdo con los estadounidenses, y las negociaciones parecen un torbellino. Donald Trump sorprendió a los europeos el 12 de julio al decretar aranceles del 30 % sobre todas las importaciones procedentes de la UE a partir del 1 de agosto. Europa aún espera encontrar una solución negociada, pero ha incluido en la lista de productos estadounidenses valorados en casi 100 000 millones de euros que serán gravados a partir del 7 de agosto si las negociaciones fracasan.
Enviado por Bruselas para negociar con los estadounidenses, el comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, ha viajado a Washington en varias ocasiones y se comunica regularmente con Howard Lutnick y Jamieson Greer, sus homólogos de la administración Trump. Tenía previsto reunirse de nuevo con Howard Lutnick el miércoles por la tarde. Donald Trump y la jefa del ejecutivo europeo, Ursula von der Leyen, han mantenido contactos más esporádicos, incluyendo una conversación telefónica el 6 de julio.
Los funcionarios europeos inicialmente esperaban alcanzar un acuerdo que mantuviera un arancel base del 10% para los productos europeos, con exenciones para sectores estratégicos como la aeronáutica. Sin embargo, Trump rechazó el borrador del acuerdo, y los negociadores estadounidenses proponen ahora un arancel base del 15%, según fuentes europeas. Los aranceles promedio a ambos lados del Atlántico rondaban el 1% antes del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero, según Bruselas.
Se han filtrado pocos detalles de las conversaciones. Trump insiste en su deseo de eliminar el déficit comercial de bienes de Estados Unidos con la UE. En particular, está presionando al Viejo Continente para que compre más gas natural licuado (GNL) estadounidense. Su equipo también ataca regularmente las llamadas barreras "no arancelarias" vigentes en la UE: regulaciones sanitarias, normas medioambientales, políticas cambiarias y medidas fiscales como el IVA. Bruselas se niega categóricamente a abandonar algunas de estas medidas. Tampoco lo hace su poderosa legislación digital, criticada regularmente por los gigantes tecnológicos.
La UE está desesperada por bajar la temperatura y evitar aranceles masivos que perjudicarían su economía, sumida en un estancamiento casi total desde finales de 2022. Bruselas había propuesto una exención arancelaria total y recíproca para productos industriales, incluidos los automóviles. Pero Trump consideró esta oferta insuficiente.
La UE también está preparando contramedidas en caso de que las negociaciones fracasen. Afirma estar dispuesta a imponer aranceles por valor de unos 100 000 millones de euros a productos estadounidenses, como aviones, automóviles y bourbon. La UE también está considerando imponer aranceles a los servicios estadounidenses, como los tecnológicos y los financieros. Si las negociaciones fracasan, la unidad europea se pondrá a prueba.
Francia presiona a Bruselas para que adopte una postura firme, incluso desplegando su herramienta comercial más poderosa, el "instrumento anticoerción", si las negociaciones con Estados Unidos fracasan. Apodada la "bazuca", esta herramienta fue diseñada como un elemento disuasorio que se activaría tras agotar las vías diplomáticas. Permitiría, en particular, congelar el acceso a los mercados europeos de contratación pública o bloquear ciertas inversiones, pero requeriría varios meses para entrar en vigor. Otros países, como Irlanda, cuya economía depende en gran medida de la inversión estadounidense, abogan, por el contrario, por evitar tal confrontación.
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