Después de los 60, hacemos un balance de la familia y sus finanzas

¿Qué le sucedería a mi cónyuge si desapareciera mañana? Una pregunta legítima, a la que el Código Civil ofrece una respuesta sencilla: el matrimonio proporciona un marco de protección al cónyuge supérstite.
Por el contrario, las personas en unión de hecho se consideran desconocidas entre sí. Incluso si una pareja de hecho deja todos sus bienes en testamento a su pareja, esta tendría que pagar el 60 % del impuesto de sucesiones. Por lo tanto, a las parejas de hecho les conviene remediar esta situación si desean proteger a su cónyuge, ya sea casándose o firmando un pacto civil de solidaridad (PACS). «Pero cuidado, los miembros de un PACS no tienen derecho a heredar. Esto debe estipularse en un testamento y, en este caso, el miembro supérstite estará exento del impuesto de sucesiones, al igual que los cónyuges casados», explica Sacha Cohen, ingeniero patrimonial de la Unión Financiera de Francia (UFF).
Las parejas casadas, por su parte, pueden cuestionar la idoneidad de su régimen económico matrimonial. Algunas han optado por la separación de bienes, lo que permite que cada una conserve sus propios bienes. Este régimen ofrece protección durante el matrimonio, pero resulta poco beneficioso en materia de herencias.
En el otro extremo del espectro, la comunidad universal con cláusula de atribución plena permite transferir la totalidad de la herencia al cónyuge supérstite sin pagar el impuesto de sucesiones. «Cambiar el régimen matrimonial es bastante sencillo: se puede tomar una decisión a los 30 años al casarse, cambiar de régimen a los 50 y, de nuevo, a los 70, cuando la cuestión de la herencia se hace más evidente», explica la Sra. Arlette Darmon, notaria y presidenta del grupo Monassier.
Además, existen multitud de posibilidades para encontrar un equilibrio justo entre separación de bienes y comunidad de bienes, lo que permite adaptarse a la situación de cada persona, por ejemplo en presencia de hijos de un matrimonio anterior.
Te queda el 47,81% de este artículo por leer. El resto está reservado para suscriptores.
Le Monde