Al pie del muro de sus contradicciones

Una vez más, detrás de su escritorio doctoral, con un aire tan serio como sombrío, el Primer Ministro ofreció una conferencia de prensa para poner en marcha su máquina de trasladar problemas.
Esta vez, la primacía del “decir” ministerial está fluyendo hacia los desiertos médicos. Unos días antes, en la misma tribuna, con el mismo tono profesoral, este mismo primer ministro, como muchos de sus predecesores, había explicado que había que reducir los fondos públicos y sociales en otros 40.000 millones de euros en los próximos presupuestos. Mientras que en la tablilla de este escritorio, la tinta de las hojas de papel donde unas semanas antes estaba escrito que estábamos entrando en una “economía de guerra” y que para ello encontraríamos dinero, no había tenido tiempo de secarse. Dineral.
Para estos fetichistas de las mercancías capitalistas, la salud es un “gasto”, un “costo” y no una inversión o una “producción de cuidados”. No hay dinero para esto. Así que el Primer Ministro y su camarilla de minoría política descubrieron una solución improbable. Pídeles a los médicos establecidos que vayan dos días al mes a trabajar en un desierto médico. En otras palabras, propone que dos días al mes se rellene un hueco en algún lugar para abrir otro en otro lugar, donde ejerza el médico “desplazado”. Nos reiríamos a carcajadas si esta dolorosa y triste situación no afectara a seis millones de familias obreras privadas de médico de cabecera.
Éste es el nuevo encubrimiento inventado por estos ilusionistas aficionados para evitar abordar el verdadero problema: poner fin a la austeridad y poner fin a esta loca campaña en torno a las "insoportables contribuciones a la seguridad social".
Propaganda destinada a preparar la generalización de la dominación de los seguros privados sobre las vidas humanas. Querer instalar un médico en una zona con subdensidad médica implicaría imaginar una nueva coherencia política que incluya hospitales locales, enfermeras adicionales, viviendas, transporte, escuelas públicas y actividades culturales. El desierto médico es ante todo un desierto social. Pero el primer ministro sigue cultivando "el abuso del vacío". Y aquí está, lanzándonos en la cara, un domingo por la mañana y en la portada de un periódico de extrema derecha, la idea de un referéndum para hacernos aceptar un presupuesto de austeridad. ¡Vamos a desafiarlo!
De la misma manera, cuando la salud mental se convierte en un problema serio, los charlatanes del gobierno responden con "detectores de metales" en las entradas de las escuelas. En un contexto donde los representantes del capital reducen constantemente el número y los recursos de los productores de humanidad, la unidad popular debe hacer urgente la formación y reclutamiento de maestros, educadores, médicos escolares, guías de estudio, psicólogos y psiquiatras. Sería un error dejarnos una vez más adormecer por la repentina iniciativa del Presidente de la República, quien, después de días de bombardeo según los cuales los padres irresponsables no envían a sus hijos los días posteriores al 1 y al 8 de mayo, intenta encubrir los problemas relacionados con la falta de profesores, los contenidos educativos y los problemas de selección organizando una conferencia ciudadana en las... fechas de las vacaciones.
Los mismos que dicen querer acoger a científicos extranjeros acaban de aprobar en el diario oficial una nueva reducción de 3.000 millones de euros en la financiación de la investigación y la enseñanza superior, la movilidad y el desarrollo sostenible.
Pretenden oponerse a Trump, que lleva la delantera en la danza comercial y en el capital europeo. Pero, como forma de resistir al fanfarrón de la Casa Blanca, ofreció comprar más soja y gas natural licuado. Se someten comprando productos que harán aún más daño al clima y a la biodiversidad.
Sus bellos discursos sobre la soberanía o sobre la reindustrialización se evaporan en las lágrimas de angustia y sufrimiento de una clase obrera despreciada , utilizada como soldado de a pie en las guerras económicas del capital industrial y financiero internacional, lleno de beneficios, acciones, dividendos, rebajas fiscales y ayudas de todo tipo. Sanofi vende Doliprane a un fondo americano. Vencorex queda en manos de una empresa china. Después de haberse embolsado diversos subsidios públicos para inversiones, energía, aprendizaje, créditos fiscales para investigación y créditos europeos, Arcelor Mittal está cerrando nuevos altos hornos y destruyendo mano de obra viva. Está despidiendo gente con la misma rapidez con la que ha transferido decenas de millones en dividendos al voraz gran capital y ha recomprado miles de millones de sus propias acciones.
El llamado "derrame macronista" alimenta una violenta sangría industrial con un plan de supresión de 1.000 empleos en ST Electronics, que primero se embolsó casi 3.000 millones de euros en ayudas públicas y pagó millones en dividendos a sus rapaces accionistas bajo la mirada benévola del Estado, un accionista que controla el 14% del capital. Lo que demuestra que no basta al Estado, cuando es muleta del capital, ser accionista. Por otra parte, aquí y en otros lugares se plantea una importante cuestión humana: la de sustituir la soberanía de los accionistas por la soberanía de los trabajadores. No les interesarán nuestras protestas, nuestras marchas, nuestras soluciones mientras no nos apropiemos de los medios de producción. Esto ya se ha pagado con el sudor de los trabajadores, a través de impuestos directos e indirectos pagados en forma de ayudas públicas, lo que los divulgadores de la barbarie capitalista llaman prudentemente "rebajas de tarifas". Los mismos que provocan los desiertos médicos, la escasez de recursos para las escuelas, para la investigación y las universidades, para el mantenimiento de carreteras, puentes y redes eléctricas...
La imagen es clara . Mientras que la proporción de la remuneración de los empleados, compuesta por salarios netos, contribuciones de los empleados y de los empleadores, en relación con el valor agregado era del 73,8% en 1981, es del 64,9% en 2023.
Al mismo tiempo, en los últimos treinta años, la proporción de dividendos netos procedentes de empresas no financieras ha aumentado del 2,6% en 1993 al 5,5% en 2023.
En 2003, las principales empresas que cotizan en bolsa (CAC 40) distribuyeron 20.000 millones de euros a sus accionistas; Veinte años después, están regalando cinco veces esa cantidad, o alrededor de 100.000 millones de euros en 2024.
La amplificación por parte de Macron de la famosa política de oferta, que pretende esencialmente reducir las contribuciones patronales a la seguridad social con la transformación del crédito fiscal para la competitividad y el empleo (CICE), ha acelerado una nueva fase de disminución de la parte del valor agregado que va a los empleados. Del 68,2% en 2018, cayó al 64,9% en 2023. Después, los príncipes que nos someten al yugo de hierro del capitalismo financiero organizan conferencias de prensa sobre la "deuda" del Estado, las dificultades de la seguridad social y la necesidad de trabajar más. Y los medios de comunicación organizan vox pops para hacer creer a la gente que ésta es la opinión mayoritaria, mientras el sufrimiento se apodera de los cuerpos y vacía las cuentas bancarias de las familias de la clase trabajadora.
Es necesario, pues, subvertir el argumento neoliberal y obstaculizar su programa nocivo .
Si los ciudadanos trabajadores, los empleados bancarios, tomaran el control de la creación monetaria, no habría deudas, ni tasas de interés exorbitantes que constituyen la renta cobrada por las instituciones financieras que desposeen a los ciudadanos de los bienes comunes nacionales y europeos.
Es hora de poner a los poderes fácticos y a todos aquellos que los apoyan contra el muro de sus contradicciones para liderar la lucha contra el gran capital saqueador. Es urgente no dejarnos infundir con el veneno de polémicas estériles que desarman el mundo del trabajo y de la creación. Lo esencial debe ser la lucha contra la mercantilización generalizada de la humanidad, contra la proliferación del número de “sin derechos”, “sin trabajo”, “sin hogar”, “indocumentados”, “sin futuro”.
Es hora de un replanteamiento general que vaya más allá del capitalismo, que mercantiliza todo, desde la primera infancia hasta la vejez, los cuerpos, el agua, la naturaleza y los alimentos, los suelos, la tierra y el fondo del mar...
El capitalismo mata. Se enfrenta a un muro de contradicciones con los escándalos de residencias de ancianos, guarderías, agua embotellada, educación privada, productos alimenticios contaminados con químicos y dos muertes en el trabajo cada día. Esta mercantilización capitalista transforma tanto los territorios urbanos como las zonas rurales. El mercado capitalista actúa como una bacteria venenosa y gigantesca que corroe las relaciones sociales, el espacio público e informativo. Este sistema organiza metódicamente la tendencia a la baja de todos los valores humanos y la destrucción de los recursos naturales.
No podemos aceptar estar en el umbral trágico de un mundo donde los seres humanos y los seres vivos ya no valen nada . F. Hollande veía a los "sin dientes" y E. Macron a los "que no son nada". El trabajador de Dunkerque, como el empleado de Jennyfer, el técnico de STMicroelectronics, el cajero de C&A, el investigador que trabaja para Doliprane o Vencorex y el estudiante de medicina no son, para el capitalismo, más que individuos desechables sujetos a promesas de rentabilidad.
Esta dictadura de la rentabilidad y los dividendos conspira para provocar la muerte de la humanidad y la disrupción global. En estos intersticios, la extrema derecha teje la red de un “retorno al orden” y un repliegue hacia la identidad.
Empujémoslos contra el muro de sus contradicciones para construir sin demora un nuevo proyecto civilizatorio. Es nuestra humanidad la que está en juego.
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