El enigmático Paul Biya, “terrateniente ausente” de Camerún durante cuarenta y dos años

Para comprender el reinado aparentemente interminable de Paul Biya, primero hay que comprender a Camerún, a sus vecinos y al propio hombre. Tras cuarenta años de poder indiscutible, sigue siendo una figura enigmática para muchos cameruneses, incluidos sus propios ministros, un observador poco observado.

Sus discursos están meticulosamente guionados, su protocolo es rígido y rara vez concede entrevistas; la última, con un periodista local, fue en 2002. Se dirige a la nación solo tres veces al año y solo permite a los cameruneses ver a su presidente durante las celebraciones del día nacional o cuando sale de viaje al extranjero, una costumbre que le ha valido el apodo de "terrateniente ausente". Como dijo [el columnista político estadounidense] Fareed Zakaria sobre la difunta reina Isabel II, Paul Biya es simplemente aburrido. Sin embargo, a diferencia de la reina, quien "siguió siendo aburrida por el bien del Reino Unido", la aparente insulsez de Biya solo sirve a sus propios intereses.

A Biya se le ha llamado el "hombre león", la "Esfinge", erigido como Jesucristo, presentado como el padre de la nación, un enigma o incluso el Maradona de la política camerunesa; pero ninguno de estos epítetos parece capturar la profundidad de su personalidad. A diferencia de otros líderes africanos con una larga trayectoria, como el presidente ruandés Paul Kagame [en el poder durante veinticinco años]