Corsaint. Se sometió a dos trasplantes de corazón: «Tengo suerte de estar vivo».

A sus 54 años, Samuel Hopgood vive con un corazón que no es el suyo desde que tenía 22. Ha sido sometido a dos operaciones: la primera en mayo de 1993 y la segunda en mayo de 2004. No hace falta decir que el 22 de junio es un día especial para él cada año.

"Es fundamental que la gente piense en la donación de órganos. Porque donar órganos salva vidas. Es un acto importante", explica este vecino de Corsaint, la localidad donde es alcalde.

Samuel Hopgood se enfrentó a su problema cardíaco a los 22 años, en la flor de la vida. Explica que una angina mal tratada le provocó miocarditis (inflamación del miocardio, el músculo cardíaco). "En aquel entonces, estaba haciendo el servicio militar en Alemania. Corría 10 kilómetros al día y jugaba al fútbol en Époisses. De repente, me quedaba sin aliento al menor esfuerzo y tenía dificultad para respirar. Tras múltiples pruebas, el departamento de cardiología de Bocage en Dijon, que me estaba monitorizando, me dijo que necesitaba un trasplante", cuenta Sam Hopgood. En un momento dado, incluso le pusieron asistencia ventricular y respiratoria, ya que su corazón se debilitaba cada vez más. "El departamento de cardiología les dijo a mis padres que solo podría durar cuatro o cinco días. Después de eso, sin un donante, se acabó para mí".

En mayo de 1993, llegó el alivio: Samuel Hopgood se sometió con éxito a una cirugía cardíaca a cargo del profesor Michel David en Dijon. El alcalde vivió con este corazón hasta 2004, cuando tuvo que ser sometido a una segunda operación. «El corazón trasplantado empezaba a cansarse. El cardiólogo lo notó al realizarle pruebas», explica Samuel. En esta ocasión, el Dr. Saed Jazayeri realizó el trasplante, que también fue un éxito.

Desde los 22 años, Samuel Hoppgood ha vivido con limitaciones. Debe tomar más de veinte medicamentos antirrechazo al día. Además, tras trabajar como empleado de autoservicio, empleado de gasolinera, trabajador de mantenimiento y conductor de autobús, ahora está incapacitado. Sin embargo, no se queja. " Tengo suerte de estar vivo y estoy infinita y profundamente agradecido a mis dos donantes. Gracias a sus donaciones, tengo hijos y nietos, aunque podría haber muerto a los 22 años. Tengo una buena vida", concluye Samuel Hopgood.