En Burdeos, el Grand-Théâtre revela sus secretos durante un domingo.

En la planta superior, en la sala Gérard-Boireau, apodada la sala de conciertos, la recepcionista ha dispuesto grandes cojines en el suelo. El estilo combina el esplendor de Napoleón III —paredes doradas, lámparas de araña de cristal— con el romanticismo de la mitología griega, simbolizado por la lira en homenaje a Apolo, dios de las artes y la música. Los visitantes, nada más entrar, exclaman con admiración: «¡Oh, qué maravilla!».
"Tome su tiempo"Recostados en cojines, algunos contemplan una pintura de 1869. Señalan con el dedo, uno tras otro, a las figuras mitológicas, en un improvisado juego de reconocimiento. «Entre Hades, Poseidón y Zeus, nos divertimos buscando a los dioses», dice Clémence, que vino con su familia. «Es nuestra primera vez aquí, y esta instalación hace que la experiencia sea muy interesante. La estamos disfrutando mucho», dice Laure, la madre, antes de sonreír: «El domingo es para tomárselo con calma».
Un poco más adelante, otra sala atrae a curiosos: el teatro. Balcones, butacas y foso de orquesta vacíos dan rienda suelta a la imaginación. Louise y Véha, dos estudiantes, lo visitan por primera vez. «Aunque esperaba que fuera más grande, es realmente magnífico», dice Louise. «Y el hecho de poder entrar gratis hoy me ha animado a volver para ver una función», añade.

Emma Likaj
SudOuest




