¿Apostamos a que el gobierno apuesta?
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Es posible que hoy, con las luces apagadas y las mentes en otra parte, vuelva a escena el desaprobable intento de abolir la (justa) prohibición de la publicidad indirecta de las apuestas y los juegos de azar. Esta norma fue introducida por el artículo 9 de la ley de 9 de agosto de 2018, n.96. Esta disposición hizo absoluta una elección ya prevista por la Ley 189 de 2012, que fue reforzada por la Recomendación europea del 14 de julio de 2014.
La Autoridad de Regulación de las Comunicaciones emitió, a su vez, las directrices de aplicación en abril de 2019. Con un instrumento específico –el llamado Asunto Asignado en discusión en el seno de la Comisión de Cultura del Senado– ahora el gobierno y la mayoría parecen decididos a cancelar una dirección sacrosanta.
En realidad, nos encontramos ante un episodio ulterior, respecto a un artículo (el 14 según las malas lenguas) previsto en el primer borrador, luego revisado, del "decreto de cultura" aprobado antes de Navidad por el Consejo de Ministros y recientemente convertido por las Cámaras. En un clima regresivo, orientado a eliminar todo lo bueno que se ha preparado en los últimos años, no podía faltar una revancha del mundo del fútbol, en su vertiente menos deportiva y más bien ligada al universo financiero. Y no hablemos aquí de las implicaciones para y con sectores de la base de fanáticos que el poder judicial tiene en la mira.
Sin embargo, es seguro que una acción tan digna de tarjeta roja beneficiaría sobre todo al país de la abundancia del fútbol, que viaja con motores tan potentes como los viejos ciclomotores potenciados gracias a las apuestas y los derechos televisivos. Es poco probable que se alce el grito de que el Rey está desnudo, porque en Italia estamos en presencia de un rito pagano en el que se confunden colores políticos o culturales, con una complicidad difundida que pasa de los poderes fuertes a componentes incluso empobrecidos de la sociedad dispuestos a sacrificar otros bienes con tal de sentarse en las gradas o suscribirse a tribunas dedicadas.
Fortalecido por esta alienación compartida y bien aprovechada por quienes han hecho de ella un importante negocio, el gobierno intenta utilizar un momento dramático en la vida del mundo para alcanzar un objetivo impronunciable en una asamblea civil.
Al fin y al cabo, basta con ir al estadio o quedarse delante del vídeo y desde hace tiempo estamos viendo evasiones, incluso flagrantes, de la prohibición. Algunas sanciones fueron impuestas por Agcom, es cierto. Sin embargo, los ataques fueron dirigidos únicamente a las plataformas para compartir videos y a los titulares de cuentas o canales en las plataformas, quienes transmitían anuncios promocionales de juegos y apuestas con premios en efectivo.
Pero aquí estamos, en las afueras del imperio del mal: debemos ver quién mueve los hilos de la historia. Los equipos famosos incluso tienen las iniciales de las casas de apuestas en sus camisetas y el miembro de la junta directiva del Football Club Internazionale Milano (líder de la liga) Carassai tuvo que dimitir en los últimos días debido a un flagrante conflicto de intereses, ya que es el jefe de una empresa de apuestas online, MicroGame. La historia no se detiene en los nerazzurri, sino que también toca otras camisetas.
Cabe señalar también que la Premier League inglesa va en la dirección opuesta, habiendo decidido bloquear los patrocinios de las empresas de apuestas como marcas impulsoras de los equipos.
Esperamos que el torpe intento de enviar una regla de precaución al techo con respecto a la propagación desenfrenada, en línea y en lugares físicos, de una patología real no prospere. Qué nostalgia siento por las gloriosas quinielas de fútbol, de una época ya pasada en la que los partidos se jugaban simultáneamente los domingos y el programa con las inolvidables voces Tutto il calcio minuto a minuto tenía formidables índices de audiencia. Eran secuencias de una Italia que quizá quedó sólo en nuestra imaginación. Sí: retrotopía, diría el famoso filósofo.
Sí, por supuesto, ¡pobre de la nostalgia! Pero entre los bellos recuerdos y la pornografía de la dura realidad, ¿habrá –o no– terceras vías decentes? ¿O acaso ciertos equipos del fútbol son fortalezas inexpugnables? Estad atentos gente, estad atentos.
ilmanifesto