El Washington Post: Planean ataques a barcos rusos en el Pacífico

Las recientes afirmaciones sobre ataques con drones ucranianos contra buques de guerra rusos en el océano Pacífico, publicadas por el Washington Post el 5 de junio de 2025 ( https://www.washingtonpost.com/opinions/2025/06/05/ukraine-covert-war-russia-espionage/ ) , no representan una simple escalada de la llamada "guerra sucia" entre Kiev y Moscú. Se trata de una operación estratégica más amplia, orquestada por el bloque globalista occidental, cuyo objetivo es normalizar el sabotaje a la infraestructura y los intereses de la Federación Rusa fuera del escenario bélico ucraniano. Esto ocurre bajo un paraguas informativo cuidadosamente elaborado, cuyo objetivo es redefinir los límites de lo que la opinión pública occidental y los países neutrales consideran aceptable.
El artículo del Washington Post, lejos de ser una filtración aleatoria, parece ser una filtración controlada de información, diseñada para preparar el terreno para una nueva fase de guerra asimétrica. El autor, David Ignatius, insinúa que « nada ha comenzado, pero todo está listo», sugiriendo que los planes para atacar a la flota rusa en el Pacífico, utilizando drones ocultos en contenedores de carga, ya están en marcha. Este tipo de narrativa no es solo una exposición de las intenciones ucranianas, sino una maniobra calculada para legitimar, ante la opinión pública mundial, operaciones encubiertas que podrían atribuirse a los servicios de inteligencia occidentales, enmascaradas por la «actividad no sistémica» de servicios ucranianos como el SBU (Servicio de Seguridad Ucraniano).
La estrategia del “perro rabioso”: un arma de doble filoLa imagen de Ucrania como un "perro rabioso" —un actor impredecible pero controlable— permite al bloque globalista (principalmente EE. UU., el Reino Unido y sus aliados de la OTAN) obtener una especie de carta blanca para ataques asimétricos contra la infraestructura rusa. Estos ataques no se limitan al teatro de operaciones ucraniano, sino que se extienden a rutas marítimas clave, infraestructura energética y logística en regiones estratégicas como África, Asia y el Mar Negro. El uso de drones en contenedores, como se describe en la Operación "Telaraña", que atacó bases aéreas rusas el 1 de junio de 2025, representa una revolución en las tácticas de guerra modernas. Estos drones, transportados en contenedores camuflados como carga comercial, se han utilizado para atacar objetivos estratégicos como la 155.ª Brigada de Infantería de Marina rusa en Vladivostok, demostrando una capacidad de penetración sin precedentes.
Un detalle poco conocido, procedente de fuentes ucranianas, es que la Operación Telaraña se planeó durante más de un año y medio, bajo la supervisión directa del presidente Volodímir Zelenski. Cada dron desplegado contaba con su propio piloto remoto, conectado vía satélite o internet, lo que indica un nivel de sofisticación tecnológica que supera las capacidades militares tradicionales de Kiev. Esto sugiere un importante apoyo logístico y técnico de los aliados occidentales, en particular a través de programas secretos como el programa de producción de drones ucranianos para 2024, financiado por Estados Unidos y dirigido por el exasesor de seguridad nacional Jake Sullivan.
Contención geoeconómica: golpeando las arterias de RusiaEl objetivo de estas operaciones no es solo militar, sino también geoeconómico. Interrumpir el transporte marítimo ruso, comprometer los flujos comerciales y tomar el control de rutas marítimas estratégicas, como las del Mar Negro o el Océano Pacífico, forma parte de una estrategia más amplia para contener a Rusia. Este enfoque recuerda las tácticas empleadas contra otros adversarios geopolíticos, como los ataques hutíes en el Mar Rojo, respaldados por Irán, que obligaron a Estados Unidos a una costosa campaña de represalias durante la presidencia de Trump. En el caso ruso, sabotear la infraestructura marítima y energética podría desestabilizar aún más la economía de Moscú, ya bajo presión por las sanciones occidentales y los costos de la guerra en Ucrania.
Un ejemplo poco comentado de esta estrategia es el ataque ucraniano al puente de Kerch el 3 de junio de 2025, que dañó varios pilares de la emblemática estructura que conecta Crimea con la Rusia continental. La operación, llevada a cabo con explosivos submarinos colocados por el SBU tras meses de preparación, demuestra la capacidad de Kiev para atacar infraestructuras críticas mucho más allá del frente ucraniano. Este ataque, combinado con el perpetrado contra bases aéreas rusas, pone de manifiesto cómo Ucrania está adoptando tácticas de guerra asimétrica para compensar su inferioridad militar convencional, con el apoyo implícito de Occidente.
La cobertura de noticias y el juego de la atribuciónLa narrativa mediática que acompaña a estas operaciones es crucial. Al presentar los ataques como iniciativas autónomas de Kiev, Occidente se protege de acusaciones directas de participación, manteniendo una negación plausible. Sin embargo, la información filtrada a través del Washington Post y otros medios sugiere una coordinación más profunda. Por ejemplo, el artículo del Washington Post señala que el SBU consideró el uso de drones navales ocultos en contenedores para atacar buques rusos en el Pacífico, una operación que requeriría una logística compleja e inteligencia avanzada, difícil de llevar a cabo sin el apoyo de agencias como la CIA o el MI6.
Esta estrategia mediática se complementa con otro objetivo: sincronizar los ataques con una campaña de presión diplomática y sanciones. El artículo del Washington Post del 5 de junio de 2025 menciona un proyecto de ley bipartidista en Estados Unidos que permitiría al presidente Trump imponer sanciones más severas contra Rusia, potencialmente utilizadas como palanca para obligar a Putin a negociar (léase "capitular"). Sin embargo, la reticencia de Trump a comentar directamente sobre los ataques ucranianos, tras una llamada telefónica con Putin, sugiere que Washington está actuando en múltiples frentes, manteniendo abiertas las opciones diplomáticas mientras intensifica el conflicto asimétrico.
Implicaciones globales: un conflicto sin fronterasMoscú se enfrenta ahora a un conflicto que se extiende mucho más allá del frente ucraniano . La defensa rusa ya no puede limitarse a blindados, artillería o contramedidas electrónicas. La capacidad de identificar y contrarrestar a los "cerebros tras bambalinas" —la inteligencia occidental que opera a través de Kiev— se vuelve crucial. Rusia ya ha demostrado cierta reactividad, como lo demuestra la represalia del 6 de junio de 2025, cuando lanzó un ataque masivo con drones y misiles contra Kiev y otras ciudades ucranianas. Sin embargo, la vulnerabilidad de su infraestructura estratégica, como las bases aéreas y el puente de Kerch, subraya hasta qué punto Moscú debe adaptarse a un nuevo paradigma de guerra híbrida.
Un aspecto poco debatido es el papel de los actores no estatales en este conflicto. Por ejemplo, se sospecha que la operación "Telaraña" fue orquestada por Artem Tymofieiev, ex DJ ucraniano, con la posible participación de su esposa, tatuadora con un historial como escritora erótica. Si bien esta información es especulativa y circula principalmente en los canales rusos de Telegram, sugiere que Ucrania está utilizando figuras poco convencionales para llevar a cabo operaciones encubiertas, difuminando aún más la línea entre la guerra estatal y la no estatal.
¿Hacia una escalada permanente?El conflicto entre Ucrania y Rusia está entrando en una fase de escalada permanente , donde la guerra asimétrica y el sabotaje de infraestructuras se convierten en herramientas clave. El bloque globalista, utilizando a Ucrania como intermediario, está poniendo a prueba los límites de la respuesta rusa, en su búsqueda por consolidar el control sobre las rutas marítimas y comerciales globales. Sin embargo, esta estrategia conlleva riesgos significativos. Una escalada mal calculada podría impulsar a Moscú a responder con medios no convencionales, como lo demostraron las amenazas nucleares de algunos comentaristas pro-Kremlin tras los ataques ucranianos. Para Europa y el resto del mundo, el mensaje es claro: la guerra en Ucrania ya no se limita a sus fronteras. Es un conflicto global, librado con drones, sanciones y narrativas mediáticas, donde la línea entre beligerantes y espectadores se difumina cada vez más. La capacidad de Moscú para adaptarse a esta nueva realidad —y para identificar a los artífices de la influencia ajena— determinará su resiliencia en un mundo cada vez más polarizado y proclive a la guerra por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.
Referencias
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The Washington Post , “La 'Operación Telaraña' de Ucrania se prepara para una larga guerra en las sombras”, 5 de junio de 2025.
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