Adiós a Arnaldo Pomodoro, gigante de la escultura italiana

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Adiós a Arnaldo Pomodoro, gigante de la escultura italiana

Adiós a Arnaldo Pomodoro, gigante de la escultura italiana

Arnaldo Pomodoro, un gigante de la escultura italiana, falleció ayer, domingo 22 de junio, a los 99 años . La noticia fue anunciada por Carlotta Montebello, directora general de la Fundación Arnaldo Pomodoro.

El poste

Arnaldo Pomodoro falleció anoche en Milán a los 99 años en su casa. Con su fallecimiento, el mundo del arte pierde una de sus voces más autorizadas, lúcidas y visionarias. El maestro —subraya en una publicación de Facebook— deja un inmenso legado, no solo por la fuerza de su obra, reconocida internacionalmente, sino también por la coherencia e intensidad de su pensamiento, capaz de mirar al futuro con inagotable energía creativa.

Español: "Nunca he creído en fundaciones que celebran a un solo artista como un unicum. El artista forma parte de un tejido cultural, su contribución activa nunca se pierde, y por eso concebí mi Fundación como un espacio activo y dinámico de desarrollo cultural, así como un centro de documentación para mi obra, capaz de hacer propuestas originales y no solo de conservar pasivamente. Pero lo mejor está por venir: esto fue solo el principio y en mis intenciones el proyecto —dirigido a los jóvenes y al futuro— debe arraigar, haciendo de la continuidad un elemento ineludible...". La Fundación, nacida de esta visión y firme en la dirección trazada por Arnaldo Pomodoro a lo largo de treinta años —observa Montebello—, seguirá operando según la voluntad del fundador, velando por la conservación y puesta en valor de su obra, comprometiéndose a difundir su patrimonio material e inmaterial mediante la creación de exposiciones, eventos e iniciativas en un espacio innovador, casi experimental, de estudio y comparación sobre temas de arte y escultura, que busca una implicación profunda y global con las personas y la sociedad. Todos te echaremos de menos. Arnaldo y nosotros atesoraremos tus enseñanzas".

Vida y obra de Arnaldo Pomodoro

Arnaldo Pomodoro, uno de los protagonistas más emblemáticos de la escultura contemporánea a nivel internacional, falleció la víspera de su 99.º cumpleaños. Su obra, lúcida y herida, solemne e inquieta, ha dejado una profunda huella en la historia del arte del siglo XX y más allá. El escultor esculpió la materia como si fuera memoria, el bronce como si fuera carne: con sus formas geométricas rotas y talladas, narró el misterio del ser humano en la modernidad. Es como si, con cada esfera que se abre, cada columna que se fractura, cada disco que se rasga, Arnaldo Pomodoro hubiera intentado decir que la verdad no reside en las superficies lisas y tranquilizadoras de la realidad, sino en sus grietas. Su obra sigue siendo un atlas de la interioridad humana, traducida a formas geométricas puras, luego violentamente alterada. Sus Esferas , famosas en todo el mundo (presentes en numerosas ciudades, como el Trinity College de Dublín, el patio de los Museos Vaticanos y las Naciones Unidas en Nueva York), son metáforas de la perfección herida. El brillo de las superficies es solo aparente: una invitación engañosa. En su interior, se abre un universo mecánico, irregular, complejo, que el artista moldea como un relojero de la psique. Cada grieta es un umbral. Cada desgarro, una declaración.

Nacido en Morciano di Romagna, provincia de Rímini, el 23 de junio de 1926, Pomodoro ha dado forma tangible a todo el siglo XX. Sus Esferas, Discos, Columnas Fracturadas y entornos escultóricos monumentales son la expresión de un pensamiento complejo: un arte que busca revelar, a través de la materia, lo oculto, lo profundo, lo sagrado. Antes de convertirse en artista, Pomodoro se formó como agrimensor y se adentró inicialmente en el mundo de la orfebrería y la escenografía. Con su hermano Giorgio "Giò" Pomodoro (1930-2002) y Giorgio Perfetti (1932-1961) fundó el grupo 3P, creado para renovar el arte de la orfebrería, en una síntesis entre artesanía e invención. Su traslado a Milán en 1954 marcó el inicio de una trayectoria radical. Expuso en 1955 en la Galleria del Naviglio y a partir de allí desarrolló un lenguaje plástico personal y profundamente reconocible. La capital económica de Italia se convirtió en su laboratorio creativo, y Pomodoro permaneció allí el resto de su vida.

El primer lenguaje escultórico de Pomodoro se compone de altorrelieves, atravesados ​​por una escritura cuneiforme, arcaica y simbólica. Una «escritura del tiempo», como él la definió. A partir de la década de 1960, comenzó a trabajar en formas geométricas sólidas utilizando bronce, plomo, estaño y cemento: los materiales elegidos por Pomodoro son siempre instrumentos de investigación filosófica —esferas, cubos, cilindros, discos, conos— construidos en bronce brillante, luego rotos, abiertos, rasgados. El exterior es perfecto y liso, el interior es desordenado, técnico, orgánico: una metáfora plástica del contraste entre apariencia y sustancia. Esta dialéctica se convertirá en el código estilístico de Pomodoro. Cada una de sus obras es un espacio para explorar, una arquitectura mental, un organismo vivo. El propio Pomodoro se refería a sus esculturas como «máquinas mitológicas».

Pomodoro nunca ha aceptado que la escultura fuera solo un objeto. Su arte es espacial, ambiental, total. A partir de la década de 1960, con obras como 'La Colonna del viaggiatore' (1962), 'Grande Radar' (1963), 'Sfere con Sfera' (1966), 'Cilindro costruzione' (1968-70) y 'Mole circolare' (1968-70), el artista ha explorado la interacción entre la escultura y el medio ambiente. No se trata solo de dimensiones monumentales: Pomodoro quiere que sus obras sean recorridas, experimentadas, investigadas. Quiere que el espectador se pierda en ellas, como en un laberinto del ser. La cúspide de esta aspiración es quizás la obra 'Ingresso nel labirinto', dedicada a la epopeya de Gilgamesh, una instalación ambiental que va más allá de los confines de la escultura para transformarse en una experiencia mítica, un umbral existencial. En otros lugares, con obras como “Carapace” (2010) - la bodega de esculturas de la familia Lunelli en Bevagna - Pomodoro ha fusionado arte y arquitectura en un único gesto: crear un lugar para habitar estéticamente, espiritualmente y culturalmente.

La producción artística de Pomodoro es inmensa y se extiende por todo el mundo. Sus obras públicas se encuentran, por ejemplo, en Roma, Milán, Copenhague, Brisbane, Dublín, Nueva York, París, Los Ángeles y Darmstadt. Entre sus obras más emblemáticas se encuentran: «Colonna del viaggiatore» (1962), obra pionera en escultura volumétrica, creada para «Sculture nella città» en Spoleto; «Disco Solare» (1991), donada a Rusia y colocada en Moscú durante el deshielo postsoviético; «Papyrus» (1992) en Darmstadt, Alemania; «Lancia di Luce» (1995), un obelisco de acero y cobre en Terni; el portal de bronce de la Catedral de Cefalú (1998); y el mobiliario sacro de la iglesia del Padre Pío en San Giovanni Rotondo, en colaboración con el arquitecto Renzo Piano. Sus obras ambientales son numerosas: desde el proyecto para el cementerio de Urbino de 1973, excavado en la colina de Urbino, que posteriormente no se realizó debido a conflictos y problemas locales, hasta «Moto terreo solare», el extenso mural de hormigón para el Simposio de Minoa en Marsala, desde la Sala d'Armi para el Museo Poldi Pezzoli de Milán, hasta el entorno «Ingresso nel labirinto», dedicado a la epopeya de Gilgamesh. Pomodoro también ha diseñado escenografías teatrales de gran impacto para tragedias griegas, dramas contemporáneos y óperas, recibiendo el Premio Ubu por sus creaciones escénicas.

Su arte ha sido exhibido en los museos y centros de arte más importantes del mundo. Memorables exposiciones antológicas lo han consagrado como uno de los artistas más significativos. Entre las principales exposiciones: Rotonda della Besana en Milán (1974), Musée d'Art Moderne de la Ville de Paris (1976), Forte Belvedere en Florencia (1984), Palazzo dei Diamanti en Ferrara (1987), Hakone Open Air Museum en Japón (1994), Marlborough Gallery en Nueva York (1996), Torre di Guevara en Ischia (2003). Fortezza del Priamar en Savona (2007). Numerosas exposiciones itinerantes entre Europa, Estados Unidos, Australia, Japón y una extraordinaria capacidad para dialogar con paisajes urbanos y naturales. Ha impartido docencia en los departamentos de arte de las universidades estadounidenses de Stanford University, University of California en Berkeley y Mills College.

Pomodoro ha recibido numerosos premios internacionales: Premio de la Bienal de São Paulo (1963), Premio de la Bienal de Venecia (1964), Premio Internacional Carnegie (1967), Premio Henry Moore, Hakone (1981), Praemium Imperiale de Escultura de la Asociación de Arte de Japón (1990), Premio a la Trayectoria del Centro Internacional de Escultura de San Francisco (2008). Recibió un título honorífico en Literatura del Trinity College de Dublín (1992) y en Ingeniería de la Universidad de Ancona (2001). Fue Caballero de la Gran Cruz de la República Italiana (1996) y Medalla de Oro al Mérito en la Cultura y las Artes (2005).

En 1995 fundó la Fundación Arnaldo Pomodoro en Milán, con el objetivo de preservar y promover no solo su propia obra, sino también la escultura contemporánea en su conjunto. La Fundación se configura como un centro de documentación, exposición y reflexión, abierto a jóvenes artistas, comisarios y al público. En Montefeltro, su tierra natal, Pomodoro creó el Centro Tam (Tratamiento Artístico de Metales). ( Por Paolo Martini )

Adnkronos International (AKI)

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