Lecce, última oportunidad para mantenerse en la categoría ante la Lazio. Y me viene a la mente el año 1986...

LECCE - Vencer a la Lazio y permanecer en la Serie A independientemente de los resultados de sus rivales directos. El Lecce está llamado a realizar una hazaña de altísimo nivel, ya que el equipo entrenado por el exjugador Marco Baroni (que no estará en el banquillo por sanción) cuenta con un calibre muy superior al del equipo del Salento. A esto hay que sumarle el hecho de que los biancocelesti aún tienen posibilidades de clasificarse para la Champions League y siguen en carrera para acceder a la Europa League.
A la espera de la palabra para entrar en el campo, nos aferramos a todo para creer en la salvación y, en esta perspectiva, el Olímpico recuerda una gesta sensacional que pasó a los anales del fútbol italiano. Todos recuerdan al Lecce que, ya descendido, fue capaz de vencer a una Roma que iba camino del Scudetto. La referencia es al 20 de abril de 1986, cuando los Salentini dirigidos por Eugenio Fascetti hicieron llorar amargas lágrimas a los aficionados de la capital al vencer a su equipo en casa.
Diferentes épocas y diferentes contextos. ¿Pero por qué no asumir que la historia pueda repetirse, en el mismo estadio, esta vez con la Lazio como rival? ¿Por qué las escasas chances de los biancocelesti de ingresar en la Champions League deberían determinar una mayor motivación que las de los giallorossi que lucharán por conservar su categoría? Luego quizás las cosas irán de otra manera y los pronósticos a favor de Alessandro Romagnoli y sus compañeros serán respetados, pero mientras tanto es necesario que el Lecce crea y dé el máximo, persiguiendo una permanencia de suspense de la que se hablará durante mucho tiempo.
"Nuestra hazaña de 1986 es la prueba de que en el fútbol todo puede pasar, que no hay resultados obvios", afirma Carmelo Miceli, que fue líbero y capitán del equipo que desesperó a la afición romanista. El equipo de la capital tenía el campeonato al alcance de la mano y nadie habría apostado por nosotros. Al saltar al campo, se respiraba un gran entusiasmo en la grada. Y bueno, cumplimos con nuestra parte. Inmediatamente nos pusimos en desventaja con un gol de Graziani, pero empatamos con Di Chiara y marcamos dos goles con Barbas. Nuestros rivales estaban invadidos por el nerviosismo. Probablemente no esperaban enfrentarse a un equipo tan dinámico. Hacia el final del partido, Pruzzo recortó distancias, pero el Lecce ganó. Aun así, la motivación de nuestros rivales era enorme, considerando que estaban a un paso del título tricolor.
El domingo, en el partido Lazio-Lecce, ambos contendientes tendrán objetivos importantes que intentar conseguir. Esto significa que, a diferencia del 20 de abril de 1986, también los salentinos estarán sometidos a una enorme presión. «En partidos como este, hay que salir al campo sin pensar en la clasificación, en los posibles escenarios, en el hecho de que los rivales son más fuertes sobre el papel -afirma Miceli-. Hay que limitarse a dar lo mejor de uno mismo, a no retroceder ni un milímetro ante las dificultades, a hacer entender a los rivales que uno tiene una confianza inmensa en sus propias capacidades, que la camiseta que uno lleva es como una segunda piel. En resumen, debemos intentar dejar de lado la precaución. Cuando el árbitro suene el pitido final veremos si fue suficiente. También se necesita una buena dosis de suerte, un poco de la fortuna. Miceli no cree que un solo jugador del Lecce pueda influir en el resultado: «Quienes luchan por la permanencia no tienen los elementos necesarios para determinar, por sí solos, el resultado de un partido. Solo los mejores jugadores tienen este poder, y aún necesitan el colectivo. En Roma, contra la Lazio, en el partido que decidirá la temporada, los jugadores del Salento tendrán que centrarse en el grupo, en la capacidad de ayudarse mutuamente, en la determinación de usar toda su energía, con una concentración férrea, tanto por parte de quienes estarán presentes desde el primer minuto hasta el último, como de los que entrarán como suplentes».
Las otras posibilidades de supervivencia de Lecce están ligadas a las «desgracias» de los demás: «Debemos intentar ser los arquitectos de nuestro propio destino. Si las cosas van mal, entonces se leerán los resultados de los rivales directos con la esperanza de que sean favorables. Teniendo en cuenta que, en caso de derrota en Roma, en el mejor de los casos los Giallorossi tendrían la oportunidad de buscar la permanencia a través de un play-off. Sin embargo, hay que decir que si bien el partido en casa del Venezia contra la Juventus no es nada fácil, el encuentro entre Empoli y Verona podría llevar a los dos equipos a "conformarse" con un punto, en el desafortunado caso de que el equipo del Salento perdiera claramente contra la Lazio».
La Gazzetta del Mezzogiorno