Más Fórmula Hollywood que Fórmula 1

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Más que Fórmula 1 , es Fórmula Hollywood. La película de Brad Pitt, que se estrena el 25 de junio en Italia, tiene imágenes de carreras extraordinarias, una fotografía hermosa, efectos de sonido dignos de un Oscar, actores que se meten bien en los personajes e incluso actúan mientras conducen a más de 300 millas por hora, pero la historia... La historia realmente no se sostiene y es sorprendente cómo Hamilton la respaldó, convirtiéndose en uno de los productores con su Dawn Apollo Films. Por otro lado, Hollywood nos ha traído historias imaginativas sobre béisbol, golf, carreras de caballos y todo tipo de deporte. Allá, todo se convierte en un cuento de hadas como Pretty Woman, una película que, después de más de 30 años, sigue atrayendo al público con cada aparición en televisión. En resumen, no es Drive to Survive, pero tampoco es una película sobre Fórmula 1. Es el clásico producto de Hollywood con la Fórmula 1 de fondo con todos sus protagonistas, incluido Roscoe, el bulldog de Lewis. Joseph Kosinski, director de “Top Gun: Maverick”, comentó que la serie de Netflix que vio durante la pandemia le inspiró: “ Me gustó mucho cómo la primera temporada se centró en los últimos puestos, los menos favorecidos, en lugar de Ferrari, Mercedes, Red Bull, los equipos que se ven en cabeza”, comentó. “Pensé que había una historia interesante que contar sobre un equipo menos favorecido que intentaba, no ganar el campeonato, sino simplemente ganar una carrera contra estos titanes del deporte ”.

El equipo es Apx Gp de Rubén Cervantes (interpretado por Javier Bardem), un expiloto que hizo fortuna y construyó su equipo con mucha conciencia de género: un piloto negro, una directora técnica, una mecánica a cargo de cambiar neumáticos, un director de equipo que es exmecánico de Ferrari, cinco veces campeón del mundo, el joven que solo piensa en redes sociales, el viejo con los pies en la tierra, el malo que quiere joder a todos y es jodido. Los monoplazas Apx Gp, elegantes aunque un poco demasiado alimentados por baterías Duracell (en realidad son monoplazas de Fórmula 2 adaptados gracias a Mercedes), no son competitivos y Bardem cambia un piloto por carrera aproximadamente. Hasta que se le ocurre la brillante idea de emparejar a la joven promesa negra (Joshua Pearce interpretado por Damson Idris) con un antiguo compañero suyo, ya cincuentón, desaparecido de la Fórmula 1 tras un terrible accidente en los años 90 (las imágenes aquí son las del aterrador choque de Donnelly en Jerez en 1990). Y aquí entra en juego Brad Pitt, interpretando a Sonny Hayes, un piloto que recorre el mundo saltando de las 24 de Daytona a las 1000 Millas de la Bahía sin problemas. Acaba de ganar las 24 de Daytona, dejando la copa y el mítico Rolex al equipo ("Ya tengo uno en casa"), cuando recibe una oferta de su viejo amigo: "Ayúdame a salvar al equipo: tengo que ganar una carrera antes de que acabe la temporada para evitar que me lo quiten". Brad Pitt pilotó de verdad, dice que se lo pasó genial después de ir a una clase con Hamilton, que le dio un buen susto en la primera vuelta. Hubo algunos problemas con el seguro, pero al final Brad Pitt pilotó de verdad en la pista. " Lo más interesante de Brad es que, en el fondo, ya es un piloto", dijo Hamilton, quien ejerció de superconsultor para la película, indicando dónde realizar ciertas escenas de adelantamiento y cómo hacer que las imágenes en pista fueran creíbles. Pero es precisamente al leer la contribución de Lewis que surgen las dudas, ya que la película parece haber sido escrita y guionada por Flavio Briatore, el de Singapore Gate, por así decirlo, y no por un siete veces campeón del mundo que siempre ha hecho de la justicia su mantra. Tras un encontronazo con su joven compañero de equipo, Brad Pitt decide ayudarlo a su manera. Provoca accidentes para sacar el Safety Car (o incluso mostrar la bandera roja) en el momento justo, espera a salir de boxes tras el cambio de neumáticos cuando llega el líder de la carrera para obstaculizarlo, se queda atascado en boxes hasta que el equipo le pone los neumáticos que quiere . Todas estas cosas podrían haber sido ideadas por el Briatore de Singapur, no por el Lewis Hamilton que conocemos. Por supuesto, el equipo es penalizado, relegado a la parrilla y también víctima de espionaje interno que lleva a la FIA a prohibirle salir a la pista con las mágicas innovaciones aerodinámicas que han transformado los monoplazas en aviones de combate, lentos en las rectas, pero rapidísimos en las curvas, tal como Brad Pitt pidió frente al túnel de viento. Y aquí también, ver durante una temporada a un equipo que podría ser Sauber o Haas inventar un nuevo fondo y convertirse de repente en un equipo ganador, es bastante absurdo. Pero esto es Hollywood, la tierra de los sueños.

Las imágenes en la pista son, de todos modos, preciosas. Se rodaron en 14 circuitos del Campeonato Mundial durante los mismos fines de semana de carrera, con los pilotos de Apex, quienes se mezclaron con los pilotos reales, aprovechando los pocos minutos disponibles para que todo resultara muy realista. Tres años de trabajo, dieciocho meses de edición, más de 200 millones de dólares para producir una película de más de 2 horas y 30 minutos con un final predecible, aunque no faltan giros inesperados. La intención era ser una película para aficionados y neófitos de la Fórmula 1, un producto capaz de aumentar la popularidad de un deporte que conquista a cada vez más jóvenes. Da la impresión de que los grandes aficionados, aunque aplauden las imágenes, podrían mostrarse reacios a lo improbable de la historia. Pero la película lo tiene todo: el conflicto generacional entre el joven que viaja con su madre, pero solo piensa en ganar dinero, y el anciano, aún enamorado de su deporte; el desafío deportivo en la pista; y también una noche romántica entre el piloto y su director técnico, interpretado por Kerry Condon, quien, tras intentar reconciliar a sus pilotos, termina en la cama con Brad Pitt. Esto es Hollywood.