«Habemus Papam», León XIV y la última misa laica de la televisión generalista

A las 19:30 horas. El 8 de mayo, cuando el cardenal protodiácono Dominique Mamberti pronunció el ritual “Habemus Papam”, Italia se reunió una vez más frente a una pantalla. Lo hizo en silencio, como se hace con los gestos que uno sabe de memoria. Ha sucedido lo que parece que ocurre pocas veces, pero ocurre: la televisión ha vuelto a ser un espacio compartido, un lugar de presencia colectiva. Y todo esto en una época a menudo etiquetada como post-televisión.
Según datos de Auditel procesados por Studio Frasi, 20,8 millones de personas sintonizaron las principales cadenas de televisión para seguir en directo el anuncio del nuevo pontífice: León XIV. Una cifra que desafía los tiempos que corren, que desmiente la narrativa –demasiado apresurada para muchos observadores– del declive irreversible de la televisión generalista. En realidad, lo que está desapareciendo no es el medio, sino el uso cotidiano que se hace de él. Y cuando el acontecimiento lo requiere (esto también ocurre con los acontecimientos deportivos, o con los grandes acontecimientos informativos nacionales o internacionales) la televisión vuelve a ser nuestra ágora.
Entre la fumata blanca (18.08) y el final de la retransmisión en directo (20.00), la audiencia media global fue de 16,5 millones. Rai 1 lideró con 7,8 millones, casi triplicando a Canale 5, que se quedó en 2,7. Después de esto, SkyTg24 fue el canal de noticias más visto con 971 mil espectadores, mientras que Tv2000, la cadena de la Conferencia Episcopal, superó el medio millón, superando a Rai 2. Son números que dicen algo más que gustos: hablan de confianza, proximidad simbólica, reconocimiento.
«En este contexto –comenta Francesco Siliato, analista de medios del Studio Frasi– lo interesante en el fondo es el papel simbólico que sigue teniendo Rai 1: sigue siendo el canal de la oficialidad, de la institución, de la legitimidad. Cuando ocurre un acontecimiento que llama la atención colectiva del país, ahí es donde volvemos. En los diez minutos que el nuevo Papa habló, entre las 19:30 y las 19:40, Rai 1 registró más de 9 millones de espectadores por minuto. Un récord cuantitativo, pero sobre todo simbólico. En resumen, la primera cadena de Rai se consolida como el canal de legitimidad institucional, el punto de encuentro del país cuando necesita reconocerse. Es un reflejo condicionado, pero también un hábito cultural, incluso antes de ser una opción mediática.
Las ediciones especiales de noticias confirman esta situación. Siempre según las elaboraciones de Studio Frasi sobre los datos de Auditel, Tg1, con 7,6 millones, lidera las ediciones extraordinarias. Le sigue Tg5 con 2,6 millones. Luego TgLa7 (1,2), Tg3 (950 mil), Tg4 (619 mil), Studio Aperto (507 mil), Tg2 (493 mil). Pero es en la dinámica posterior al evento donde se puede ver un detalle significativo: Tg1 cae, Tg5 gana. Una vez terminada la ceremonia, el espectador vuelve a ser un individuo y ya no una multitud.
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