Ucrania, ¿quién vio a Meloni? La primera ministra italiana queda reducida a un papel meramente efímero; EE.UU. y la UE la dejan en el banquillo

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Ucrania, ¿quién vio a Meloni? La primera ministra italiana queda reducida a un papel meramente efímero; EE.UU. y la UE la dejan en el banquillo

Ucrania, ¿quién vio a Meloni? La primera ministra italiana queda reducida a un papel meramente efímero; EE.UU. y la UE la dejan en el banquillo

Negociaciones sobre Ucrania

El primer ministro no fue a la cumbre de Kiev con la esperanza de congraciarse con Donald Trump. Y en cambio se equivocó por completo, porque los líderes de la UE y los EE.UU. están trabajando por la paz. Sin ella

Foto AP/Alex Brandon – Associated Press/LaPresse
Foto AP/Alex Brandon – Associated Press/LaPresse

No asistir personalmente a la cumbre de Kiev el pasado fin de semana y limitar su participación a una conexión online fue un error de Giorgia Meloni y a estas alturas todo el mundo se ha dado cuenta, incluso en el Palazzo Chigi. Ayer, el secretario de Estado norteamericano, Rubio, llamó a los líderes de Ucrania, Reino Unido, Francia, Alemania y Polonia, los países presentes en Kiev, y al Alto Comisionado Europeo, Kallas, para tratar la situación que quizá esté cerca de dar un último empujón en una u otra dirección. El teléfono de Giorgia permaneció en silencio. Afortunadamente para ella, la primera ministra italiana tuvo la previsión de posponer la reunión con el primer ministro eslovaco Fico hasta el 3 de junio. De lo contrario, el sombrío panorama habría sido el de una primera ministra italiana reunida con su homólogo de un país menor, considerado putinista, mientras todos los demás se enfrentaban en el corazón de la crisis en un momento decisivo.

Hoy la primera ministra afrontará el primer ministro en la Cámara y se puede estar seguro de que toda la oposición la culpará de haber hecho que Italia, el tercer país más grande de la Unión, fuera superflua, apartada de las reuniones y discusiones decisivas . Es evidente que la oposición en Italia está aprovechando su error, pero más doloroso aún es el uso sin escrúpulos que hace de él Macron, decidido a relegar al italiano al banquillo. Las relaciones entre ambos, nunca positivas, han vuelto a su nivel más bajo. El evidente error de juicio político se explica fácilmente. Meloni quiso asistir a la cumbre para no ser acusado de haber roto la unidad no sólo de la Unión sino de toda Europa. Sin embargo, también quiso mantener una distancia de seguridad para señalar eficazmente su alteridad respecto a los "Volenterosi" que se disponen a organizar una misión de paz en Ucrania, tras la posible tregua, en la que Italia no tiene intención de participar. Consideró también que la belicosidad de los principales países europeos y de la propia Comisión iba en contra del enfoque de Trump. Su intención era mantenerse, como siempre, en el centro y escenificar de manera plástica esta posición participando, sí, pero sin implicarse directamente estando presente en persona en la cumbre.

Cuando dos días antes de la cita los italianos se dieron cuenta de que la primera hipótesis concreta de una tregua estaría sobre la mesa y que Trump y Europa, al menos por el momento, marcharían juntos, a la primera ministra le faltó disposición a dar marcha atrás inmediatamente en su decisión. El resultado, sin embargo, es que Italia está ahora excluida tanto del grupo que ya ha acordado las líneas de la Defensa Europea, el llamado "Formato Weimar" integrado por Alemania, Francia y Polonia, como de la coalición de los Voluntarios y, por tanto, de la gestión de las negociaciones sobre la tregua actual. Inevitable, entonces, es el peso que esta marginación tendrá en el reparto del sabroso pastel que constituye la reconstrucción de Ucrania, una vez terminada la guerra. La raíz del problema es, en realidad, la falta de apoyo de Donald Trump, que ha sido generoso con sus elogios, como siempre hace cuando cree que le conviene, pero sin asignar a Italia, al menos por ahora, ese papel de interlocutor privilegiado y director del diálogo entre EEUU y la UE al que aspiraba Meloni. Estar en el medio, como ella ha elegido hacer, puede significar convertirse en un puente precioso pero también puede terminar en un aislamiento completo y por ahora este parece ser el caso de Meloni.

Para romper el asedio, el Palacio Chigi recurre ahora sobre todo al diálogo directo con la canciller alemana Merz. El domingo estará en Roma para la entronización de León XIV, casi con toda seguridad tendrá lugar un encuentro directo y en varios puntos el entendimiento entre los dos países ya se ha verificado en la llamada telefónica de hace dos días. Giorgia espera que el propio Trump decida aparecer en la ceremonia en el último momento, mientras que por ahora se espera que sólo asista su vicepresidente Vance. Si el indicio de tregua no se derrumba en los próximos días, podría ser la ocasión para un nuevo carrusel diplomático como el que, con motivo del funeral de Bergoglio, inició el deshielo entre Trump y Zelensky. Pero para escapar realmente del aislamiento y por tanto de la superfluidad, Giorgia debería probablemente revisar la estrategia en la que se había centrado y que está demostrando ser un fracaso.

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