Identidad perdida
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Cuando hablamos de las grandes rivalidades en el futbol mexicano, la de Universidad contra América siempre debe aparecer en la conversación. Pumas y Águilas se han transformado en rivales acérrimos, y para sus respectivas aficiones una victoria en ese importante duelo es obligatoria. Los enfrentamientos son históricos; el odio deportivo ha llevado a esos encuentros a convertirse en clásicos.
Por ello, cuando se enfrentan, sin importar el estado de cada uno de los dos clubes, uno espera que los encuentros sean competitivos, y que todos los que salten a la cancha se entreguen al máximo, para defender dignamente la playera que portan, algo que no sucedió el sábado con los futbolistas de Pumas. Es cierto que Universidad tenía varias bajas, pero eso no es una justificación para lo que vimos en el terreno: un equipo sin alma.
Entiendo que, con los planteles actuales de ambas instituciones, aun con los Pumas teniendo a su disposición a todas sus figuras, las Águilas serían favoritas, y deberían ganar la mayoría de los duelos, pero esperaría ver a los universitarios matarse por cada balón, corriendo en todo momento para poder compensar las ausencias y la superioridad individual del rival. Los Pumas nunca fueron un club que gastara mucho dinero en el camino a convertirse en uno de los llamados grandes del balompié nacional. Su fortaleza yacía en que la mayoría de los jugadores no sólo eran mexicanos, casi todos había llegado a la primera división directamente de las fuerzas básicas del club; esos jóvenes que se identificaban con los colores azul y oro, defendían los colores porque los sentían, sabían lo que significaba jugar para la Universidad.
Cuando empecé a ver futbol, los Pumas eran candidatos al título, siempre tenían grandes planteles, repletos de futbolistas de Selección Nacional que, cuando llegaba el momento de irse, ya tenían a su reemplazo. No eran necesarios un montón de extranjeros ni jugadores mexicanos de experiencia, lo que bastaba era la cantera y un real amor a la camiseta. Todo eso se ha perdido, lo sucedido el sábado en Ciudad Universitaria fue un ejemplo.
Pocos canteranos, demasiados extranjeros caros y de poca calidad y, para hacer peor la situación, tienen a un técnico que cuenta con nula experiencia en ese puesto, que está ahí porque su antecesor lo recomendó, que ni mexicano es, y menos entiende lo que significa ser parte de tan importante institución.
Para poderle competir al América, se necesita lo que por años la Universidad tuvo y que hoy está extraviado en CU: garra y la pasión de antaño. Cuando el rival es superior a ti, el colectivo y las ganas deben aparecer para compensar esas carencias. Pumas no tienen esos atributos, que por años le permitieron al club ser uno de los de mayor importancia en el país, la identidad está perdida, y por ello los años de no ser protagonistas se acumulan.
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