‘True crimes’

En sus cinco años de vida, De eso no se habla –el podcast documental de Isabel Cadenas Cañón sobre silencios íntimos, familiares, sociales y políticos– nos ha acostumbrado a un altísimo nivel de excelencia, narrativa y sonora, en perpetua investigación y ensayo. Su nueva serie, o temporada, Se llamaba como yo , logra sorprendernos de nuevo, con una doble variación inesperada. En el fondo: abordando por primera vez la gran herida de la sociedad vasca, la que provocó el terrorismo, que para muchos sigue siendo un tabú. En la forma: con el uso de la segunda persona. Pero como fondo y forma son uno en las obras que importan, enseguida te das cuenta de que la historia de la niña de dos años que murió en el que fue considerado el primer atentado de ETA durante demasiado tiempo, y en verdad fue responsabilidad del Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (antifranquista), solo podía dirigirse a Begoña, la hermana de la víctima. Y, por extensión, a ti y a mí, ese tú, parte de un nosotros.
Truman Capote (1924 - 1984)
William E. Sauro / GettySe llamaba como yo nos recuerda que el true crime , que los crímenes reales son una materia narrativa que no debe limitarse a las fórmulas habituales. Cadenas Cañón parte de aquella víctima bebé, de aquel 27 de junio de 1960, pero no se centra en la investigación para determinar la identidad de sus asesinos, sino en la cadena de silencios, sobreentendidos y malentendidos que impidió que una familia pudiera obtener justicia y verdad. Las impidieron incluso hombres buenos, como Ernest Lluch, o políticas bienintencionadas, como la del Estado a principios de este siglo, que sostuvo oficialmente, contra la evidencia, que Begoña era la primera víctima del terrorismo vasco. La reparación ha llegado por fases, en artículos de diarios de Euskadi o en investigaciones de expertos; y ha culminado en un podcast, que se propone cambiar el sentido de una hemeroteca entera.
‘Se llamaba como yo’ nos recuerda que los crímenes reales no deben limitarse a las fórmulas habitualesEsa manera distinta de narrar se inscribe en una nueva sensibilidad para enfrentar los crímenes reales. No hay por qué contar la historia de un hombre que mató a una mujer; ni hacerlo o bien desde la perspectiva del asesino o bien desde la discutible tradición de A sangre fría o El adversario .
Cristina Rivera Garza ganó el premio Pulitzer poniendo en el centro de El invencible verano de Liliana (Random House) la biografía vitalista de su hermana, acompañada de la polifonía de sus amigas, y orillando la oscuridad de su victimario.
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