¿A los ‘expats’ les molestan los guiris?

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¿A los ‘expats’ les molestan los guiris?

¿A los ‘expats’ les molestan los guiris?

Mucho antes de que se inventara el término gentrificación –un híbrido de raíz inglesa castellanizada, que ha hecho fortuna a pesar de todo– la sabiduría popular ya había creado su refrán: “ Huéspedes vendrán y de nuestra casa nos echarán”. En este mundo occidental cada vez más globalizado, el rechazo hacia el forastero puede llegar a niveles xenófobos, como los que blanden elementos como Trump y su “ America first”. Pero la verdad es que la población de las grandes ciudades es cada vez más heterogénea.

Ahora hemos acuñado una etiqueta para los extranjeros acomodados que se instalan en poblaciones como Barcelona: expat, que es el abreviamiento del sustantivo expatriado. La Neolosfera del Obneo (Observatori de Neologia de la UPF) lo define así: “Se usa en referencia a una persona que reside en un país distinto del país en que nació o del que tiene la nacionalidad, y normalmente se aplica en el caso de personas que son enviadas al extranjero por las empresas para las que trabajan. En este contexto, una persona que desde su país de origen puede ser vista como un expat, puede ser percibida como inmigrante en el país anfitrión, pero la realidad es que la calidad de expat se aplica a personas que proceden de países desarrollados, por lo que es una palabra discriminatoria y excluyente”.

Ya tenemos nombres para discriminar a los extranjeros occidentales en positivo o en negativo

Cuando el Obneo dice “discriminatoria y excluyente” no se refiere a un uso despectivo, sino al contrario. Llamar a alguien expat es otorgarle una cierta distinción, porque es una persona que no ha salido de su país buscando un futuro mejor, huyendo de una guerra o, simplemente, luchando por su supervivencia. Suele ser una persona con un poder adquisitivo medio o alto que, además, puede volver a casa siempre que quiera.

Quiero confesar que me ha costado acostumbrarme a este nuevo significado porque, tal como todavía recogen los diccionarios, un expatriado (del verbo expatriar ) hacía referencia a una persona que había tenido que dejar su país más bien por fuerza, en calidad de exiliada o refugiada. Ahora, en cambio, este nombre tiene un aura de ensalzamiento.

La cuestión es que ahora, en Barcelona, se mezclan los expats con los guiris. Las dos palabras hacen referencia a extranjeros occidentales, pero mientras que la primera se ha vuelto discriminatoria en positivo, la segunda es discriminatoria en negativo. A muchos autóctonos les molestan los guiris. Pero ¿y a los expats ?, ¿también les molestan sus conciudadanos en modo vacaciones? Una amiga expat que trabaja de profesora de alemán manifiesta constantemente su disgusto por el comportamiento incívico de sus conciudadanos cuando se convierten en hordas de guiris. De todo hay en la viña del ­Señor.

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