Franco investigó a Diego Rivera

A mediados de diciembre de 1936, los servicios de información de Francisco Franco en París buscaban pistas sobre unos supuestos pedidos de armamento que llegaban a Francia encargados por el artista mexicano Diego Rivera. Así consta en los informes policiales que La Vanguardia ha localizado en los Archivos Nacionales Franceses. Franco, ya como jefe supremo del gobierno de Burgos, dirigía el ejército rebelde alzado desde julio contra la Segunda República. La Guerra Civil española se encontraba en sus primeros compases.

Documentación del espionaje de los servicios franceses al muralista Diego Rivera
ANFEl conocido muralista mexicano tenía entonces cincuenta años y ya era un pintor consagrado. En el año 1927 había ido a la URSS, invitado al décimo aniversario de la revolución de octubre que había abierto paso al poder de los soviets. Dos años después, Rivera se había casado con Frida Kahlo y le habían expulsado del Partido Comunista mexicano. Al inicio de los años treinta había hecho numerosos proyectos en Estados Unidos. La temática comunista, social y con reivindicaciones de los pueblos indígenas, sin embargo, le reportó muchas polémicas con la prensa, los pagadores y la opinión pública americana. La más sonada fue la del mural del Rockefeller Center, emblema del capitalismo en la quinta avenida de Nueva York. La incorporación a El hombre controlador del universo de una efigie de Lenin fue vista por el magnate como un insulto y se ordenó su destrucción.
A finales de 1936 los servicios de información de Franco en París buscan pistas de armas encargadas por RiveraDe regreso a México, en otoño de 1936 Rivera gestionó que el gobierno de Lázaro Cárdenas acogiera a un revolucionario ilustre: Lev Trotski. Quien otrora parecía llamado a suceder Vladimir Lenin al frente de la Unión Soviética, había acabado desbancado por Iósif Stalin en medio de una lucha de poder feroz y de enfrentamiento de ideas sobre la necesidad de centrar el comunismo solo en la Unión Soviética o promover revoluciones por todo el mundo, como pretendía Trotski. La oposición al georgiano le costó la expulsión del Partido Comunista y del país. En el año 1929 se exilió en la isla turca de Büyükada.
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Al empezar mayo de 1931, Trotski pidió a Francesc Macià que le acogiera en Barcelona. Hacía menos de un mes que éste era presidente de la Generalitat de Catalunya y le respondió que el asilo político y los visados eran competencia del gobierno de la República. Este diario ha localizado en el fondo Trotski de la biblioteca Houghton de la Universidad de Harvard, en Boston, el telegrama enviado por Macià, que completa la petición del ruso que guarda el Arxiu Nacional de Catalunya. En diciembre de 1925, Macià le había esperado en vano en Moscú cuando buscaba dinero y armas para construir una insurrección contra la dictadura de Primo de Rivera. Entonces, Trotski no había aparecido. Ahora Macià le pagaba con la misma moneda: la indiferencia.

Diego Rivera en el centro junto a Trotsky acompañados de André Breton y Jacqueline Lamba en México en 1938
Universal Images Group via GettyFracasada la opción de la Segunda República, Trotski pasó por Francia y Noruega. Perseguido por fascistas y estalinistas, tuvo que huir. Solo Cárdenas le dio la condición de “refugiado político”. Así las cosas, al empezar enero de 1937, el revolucionario llegó a Ciudad de México. Diego Rivera y Frida Kahlo le acogieron en la hoy famosa Casa Azul, en Coyoacán. En este periodo, el pintor comulgaba con Trotski. Ésta era la conexión que le vinculó con la Guerra Civil española. Y, en concreto, con la formación que, sin serlo propiamente, era cercana al trotskismo, el Partit Obrer d’ Unificació Marxista (POUM) de Andreu Nin y Joaquín Maurín.
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Rivera alrededor de 1934, de resultas de su paso por Estados Unidos, se había vinculado al grupo comunista de Jay Lovestone. Nombre americanizado de Jacob Liebstein, hijo de una familia lituana judía emigrada. Miembro del Partido Comunista, en aquel momento Stalin también lo había purgado. Y era, como Trotski, un comunista en la oposición.
A su paso por EE.UU., el pintor se vinculó al grupo comunista de Jay Lovestone, a quien enviaría fondos para las armasEl año 1935, Rivera se había planteado ir a Londres a encargarse de una exposición de sus cuadros que pretendía organizar un admirador. Este factor despistó los agentes de información franquistas, que buscaban al artista mexicano como si residiera temporalmente en Inglaterra. Eso también desorientó en primer término los datos sobre el “notorio comunista” de los que disponía la Sûreté nationale, que llegó más lejos que los franquistas en sus investigaciones. Aunque tardaría meses en resolverlo.
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Según la policía francesa, en otoño de 1936 Rivera envió dinero a Lovestone que habría servido para comprar armas para el POUM. Desde Estados Unidos, éste hizo llegar los fondos a August Thalheimer en París. El alemán era uno de los principales militantes trotskistas en Francia. Filósofo y teórico marxista, colaboraba en numerosos diarios norteamericanos. Había formado parte del Partido Comunista alemán hasta su expulsión en el año 1931 por su oposición a Stalin. En Berlín dirigía publicaciones comunistas. Con la llegada de Hitler al poder el año 1933, se refugió en Francia escapando de las represalias de los nacionalsocialistas.
Desde EE.UU. Lovestone, que después abrazaría el anticomunismo, hizo llegar los fondos a París al trotskista ThalheimerRivera, pues, canalizó su ayuda económica al POUM a través de los trotskistas. En pocos años, la suerte de todos ellos cambió. El partido de Nin fue minorizado y perseguido a partir de los hechos de mayo de 1937. Rivera discutió con Trotski y junto con Kahlo —amante del último— sintonizó con Stalin. En el año 1940, Lev sería asesinado. Durante la Segunda Guerra Mundial, Thalheimer se exiliaría a Cuba, donde murió. Lovestone, en cambio, abrazó el anticomunismo y colaboró con la CIA. Francisco Franco no acabó de descubrir las conexiones del mexicano, pero tampoco le hizo falta.
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