La precariedad del cómic español se convierte en política estatal

En enero de 2024, el Ministerio de Cultura presentó el Libro Blanco del Cómic, un análisis pormenorizado del sector que arrojaba algunos datos desesperanzadores: sólo el 9% de los cómics publicados en España el año anterior era obra de autores españoles, y de estos autores, el 63% declaró que sus ingresos se encontraban por debajo del salario mínimo. La respuesta del Ministerio, tras colaborar con diferentes asociaciones y agentes del mundo del tebeo en su redacción, ha sido la presentación este mes de mayo de una línea de ayudas directas a la creación de cómic con una dotación total de un millón de euros para repartir entre 40 proyectos. Es un hito histórico para los tebeos españoles, tanto por la cuantía como por el alcance, y también un intento de apuntalar una industria que languidece y que se muestra incapaz de hacer frente a la constante fuga de talentos.
"25.000 euros es una cantidad adecuada siempre y cuando tenga continuidad, porque la precariedad no se resuelve de una vez". Son palabras de Antonio Hitos (Huelva, 1985), uno de los mayores talentos de su generación y beneficiario en 2015 de la beca INJUVE, el programa de ayudas a la creación para jóvenes artistas. "Si la iniciativa se sostiene, va a transformar el sector. La mejora en las condiciones materiales va a permitir que ese talento enorme que ya existe en el cómic español pueda rendir como merece", recalca el autor onubense. Laura Pérez (Valencia, 1983), flamante premio 2025 de la Asociación de Críticos de Cómic, cree que "la cuantía permite poder enfocarse mejor durante un tiempo en la obra y es un buen apoyo a la creación de cómic". Por su parte, Fernando Llor (Vigo, 1982), guionista y miembro fundador de la asociación de guionistas de cómic ARGH! señala que "me parece correctísimo, también me lo hubiera parecido si fueran ayudas de 15 o 20000 euros o de 30, 35 o 40. El caso es repartir un millón que va directo al bolsillo de las autoras y autores".
Las ayudas conceden especial protección a las mujeres artistas, cuyo número es cada vez mayor dentro de un sector dominado tradicionalmente por los hombres. El colectivo Autoras de Cómic ha trasladado a este periódico que se encuentra desbordado por la convocatoria: "son muchas las socias que están escribiendo estos días para consultar dudas y pedir asesoramiento y no damos abasto". De los cuarenta proyectos que serán beneficiados, se reservarán doce en los que "al menos el 40% de la participación corresponda a mujeres". Hitos piensa que "no sé si es suficiente, pero me parece una protección necesaria. Como iniciativa pública, tiene que aspirar también a corregir sesgos históricos que además son perjudiciales para el desarrollo del medio". Laura Pérez admite que "el apoyo a que más mujeres realicen cómic siempre es bienvenido".
Un punto que ha sido especialmente aplaudido por los artistas es la prohibición expresa de la presentación de obras realizadas o asistidas por Inteligencia Artificial generativa. Hitos se muestra tajante: "Me parece perfecto, claro. En su configuración actual, la I.A. es incompatible con cualquier política proteccionista con los autores". Llor ironiza sobre la cuestión: "No entiendo ni siquiera que haya que ponerlo en una convocatoria o que alguien pueda pensar 'eh, voy a presentarme a esta convocatoria con esta cosa hecha con Chat GPT' desde una perspectiva autoral me resulta del todo incomprensible, pero imagino que si tiene que ponerse es porque habrá que protegerse de aprovechados, listillos y ladrones".
Sí que ha causado más controversia que las ayudas tengan como destino objetivo a artistas con trayectoria reconocida o que hayan publicado al menos una obra previa, así como que el baremo puntúe más alto a quienes presenten un preacuerdo con una editorial. Muchos artistas noveles han expresado su disconformidad en redes sociales, pero no solo ellos. Preguntada por este periódico, la Asociación de Profesionales del Cómic, que aglutina tanto a artistas como escritores de tebeos, cree que "hay que conversar con el Ministerio para cambiar este punto, porque la autoedición es una alternativa igual de legítima que los canales tradicionales". Artistas de dilatada carrera pero dedicados a la autoedición como Jordi Bayarri (Alboraya, 1972), exponen sus quejas: "Supongo que aún persiste la idea de que la autoedición es el recurso de aquellos cuyo trabajo no es lo suficientemente bueno como para conseguir un editor de verdad. En los últimos años ya somos varios los autores que nos autoeditamos y hemos sacado adelante proyectos con la misma calidad, ventas y recorrido internacional que cualquier otro tipo de obra". Llor lo tiene claro: "Creo que lo ideal, tal y como va a ocurrir en las próximas ayudas para escritura cinematográfica, sería participar con un sistema de plica sin ningún tipo de restricción y que anonimizase los proyectos. Lo único que debería tenerse en cuenta es la obra en sí, ni trayectoria ni contratos ni preacuerdos ni más historias, solo la obra". Sin embargo, Hitos opina que "la idea de las ayudas no es tanto ser un concurso de cómics sino mejorar las condiciones del sector, pero al sector también le beneficia que los nuevos autores se incorporen en las mejores condiciones".
La cuestión radica ahora en si estas ayudas serán acompañadas por mejoras salariales y un más eficiente apoyo promocional por parte de las editoriales. A la industria española del cómic le queda un largo camino por recorrer para ponerse a la altura de sus competidores internacionales.
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