Muere Terence Stamp, actor de Superman y Las aventuras de Priscilla, reina del desierto

En la década de los 60, un veinteañero Terence Stamp de mandíbula marcada, ojos azules, atlético y de porte elegante hizo temblar Gran Bretaña, el cine europeo, la prensa del corazón y a medio mundo. Hasta que un día, sin previo aviso, desapareció para acabar resurgiendo, convertido en un villano histórico, una década después gracias al General Zod que se enfrentaba a Superman en la segunda tanda de películas del superhéroe.
Terence Stamp ha muerto a los 87 años este domingo, según ha informado su familia, pero aún queda el legado de una carrera que dio comienzo en el Londres de los 60 como parte del Swinging London que inundió la capital inglesa durante esa década. Su nombre está estampado junto al de Michael Caine, David Hemmings, Peter O'Toole, Richard Harris... Él era el galán de aquel grupo y también había cultivado esa imagen espiritual e introspectiva a la que se aferró en los momentos más bajos de su carrera.
Fue en esa década cuando trabajó con Pier Paolo Pasolini en Teorema (1968), con Federico Fellini en el mediometraje Toby Dammit, con Ken Loach en Poor Cow (1967) y con William Wyller en El coleccionista (1965). Y cuando su imagen inundó todas las revistas del mundo. Aquel chaval de acento británico se convirtió en el objeto de deseo de medio mundo y su relación con la modelo Jean Shrimpton se convirtió en el contenido predilecto de la prensa rosa británica. No había ninguna pareja que destilara más glamour y cuando la relación se rompió la situación se convirtió en una tragedia nacional para Gran Bretaña y también para el propio actor que reconoció que eso abrió una grieta emocional en su vida.
Ni su noviazgo con Julie Christie -con quien compartió protagonismo en Lejos del mundanal ruido, otro clásico-, también perseguido por la prensa rosa, ni los rumores que le vincularon con la también actriz Brigitte Bardot consiguieron hacer olvidar la unión con la top model. Acabada esa década, la figura Terence Stamp se diluyó hasta casi la desaparición. "Cuando terminaron los 60, yo terminé con ellos", reconocía el propio actor en una entrevista en The Guardian en el año 2015.
Los papeles ya no llegaban y el británico se embarcó en un viaje espiritual que lo llevó a La India. En Poona, se recluyó en un centro espiritual, se dejó crecer la melena, vestía sotanas naranjas y entregó su vida al yoga, meditación y las enseñanzas tántricas. Ni una aparición en pantalla hasta 1975 con Divina creatura. En 1977, según se cuenta en su página web, estando hospedado en el Hotel Blue Diamond de la ciudad india, recibió el telegrama de su agente que le proponía el papel de General Zod en Superman.
Richard Donner había decidido recuperarle para ser el villano acusado de traición por intentar tomar el control del planeta Krypton, frente al Superman que interpretaba Christopher Reeve en 1978. En un elenco plagado de estrellas que Stamp compartía con Marlo Brando, el propio Reeves o Gene Hackman -fallecido también este pasado mes de febrero- y que contaba con el guion de Mario Puzo. El mismo papel se lo encontaría cuatro años más tarde en la segunda entrega del clásico de superhéroes, que se había rodado al mismo tiempo que la anterior.
Su nombre fue uno de los que se barajó también en esos años 70, antes de su reaparición en Superman, para ocupar el papel de James Bond como sucesor de Sean Connery. Aún imperaba esa imagen de galán elegante británico que le había acompañado en los 60, pero el agente 007 acabaría en manos de Roger Moore. Stamp, sin embargo, ya había reflotado una carrera en la que en los 80 también aparecieron títulos como Wall Street, Young Guns, El siciliano o Link.
Ya en los 90, alejado de los que habían sido sus personajes de galán o villano, Terence Stamp dejó una de los papeles más imprevistos en la carrera de un actor como él. Esa mujer transgénero, Bernadette, que acompaña a dos amigas drag queen por el desierto australiano en Las aventuras de Priscilla, reina del desierto(1994). "Fue un reto al que no pude resistirme porque, de lo contrario, mi vida habría sido una mentira", aseguraba el británico en una charla con el British Film Institute en la que también reconocía que pensó que era una broma cuando se lo ofrecieron.
Stamp no quería hacer la película, según él mismo ha confesado en múltiples ocasiones, pero fue su agente quien le acabó convenciendo para hacerlo porque lo consideraba que era una forma de salir de los papeles que habían forjado su carrera. Lo hizo pese a los reparos que tenía con Australia donde los papparazzi le habían perseguido en la década de los 60 y su Bernadette acabó convertida en un referente para el colectivo LGTBI.
Fue con el final del siglo XX y con el inicio del XXI cuando la figura del actor británico se convirtió en un fetichismo por recuperar al que había sido uno de los grandes rostros del cine en los años 60. Steven Soderbergh lo conviritó en un gánster vengativo en El halcón inglés (1999). En la serie Smallville, basada en la vida previa de Clark Kent, fue el encargado de dar voz a la versión incorpórea de Jor-El en un claro guiño a las películas de Superman de los 70. Y ya en 2014 y 2015, Tim Burton, fan declarado del cine británico de los 60, le dio un par de papeles en El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares y Big Eyes.
Este domingo ha fallecido a los 87 años y su familia ha apuntado en un comunicado público que Terence Stamp deja "un extraordinario trabajo como actor y escritor que seguirá inspirando a la gente". Y así es.
elmundo